¿Y los científicos sociales? Sin becas, sin I+D, sin nada

Cuando dices que eres doctor, te hacen médico. Cuando dices que, en realidad, eres investigador, te ponen la bata y una pipeta en las manos. Pero cuando dices lo que investigas - la sociedad, la cultura, los medios de comunicación - se ríen y se acaba ahí el poco rédito que pudieras tener. Si hay precariedad en el mundo científico, dentro de ése hay un subconjunto, de los más (si es que es posible) aún precarizados: los científicos sociales. Después de cuatro años de una beca predoctoral del Programa de Formación de Investigadores del MICINN, vinculada a un proyecto I+D, cuatro artículos publicados en revistas especializadas, la coautoría de un libro y de otros seis capítulos de libros, una estancia en el extranjero, cuatro idiomas bien hablados y escritos y la obtención de la mención europea en el susodicho título de doctor, el destino mío - y de casi todos los doctores en las diferentes ramas de las ciencias sociales y jurídicas - ha sido el paro. Como no tenemos laboratorios y por ello no sacamos patentes, ni siquiera podemos aspirar a un contrato precario. Quedamos a la espera de las convocatorias de las becas y contractos postdoctorales, en los que somos marginalizados por los "científicos serios". Basta un ejemplo. De los 350 contratos ofrecidos por el Programa Juan de la Cierva, el que sería la continuidad lógica según el MICINN para mi trayectoria de investigador, apenas 12 han sido destinados para los candidatos de Ciencias Sociales. Y eso que dicen que somos muy útiles, imprescindible para que la sociedad avance. En base a nuestra labor, se supone que los políticos y las administraciones diseñan el futuro de la sociedad. Mera ilusión.

Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona, actualmente en paro.