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El barón invencible de La Gomera

Casimiro Curbelo gobierna el Cabildo de la isla canaria desde hace 18 años

Casimiro Curbelo era hasta la pasada semana un senador completamente desconocido fuera de Canarias. En su ficha de la web del Senado figura que desde que está en la Cámara Alta no ha registrado ninguna iniciativa, ni ha intervenido nunca. Consta en su registro de actividades que es presidente del cabildo de La Gomera. Ahora es conocido por el incidente a la salida de una sauna de Madrid, cuando estaba con su hijo y fueron detenidos por insultar e intentar agredir a agentes de policía.

Cuando nació en La Gomera en 1955 la política casi no existía. Por entonces, el caciquismo y los terratenientes marcaban las reglas de juego. Su familia cultivaba, vivía y comía de lo que producía la tierra. Algo muy distinto a ser senador.

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A Santa Cruz de Tenerife se fue a hacer Filosofía y Letras Casimiro Curbelo, sin mayor pasión política que la que descubrió en 1982 con la victoria de Felipe González en las elecciones generales de aquel año. La pasión roja le inundó, de repente, y en solo un año pasó de no ser ni siquiera afiliado a convertirse en el presidente insular de los socialistas gomeros y, un año después, alcalde de su ciudad natal, San Sebastián de La Gomera.

Entonces comenzó a crecer el rosal socialista en aquellas tierras difíciles de cultivar. Cumple perfectamente con el perfil de lo que se puede reconocer como un barón insular. Un barón que desde hace casi dos décadas aporta un senador cada cuatro años. Él mismo. En la última ocasión, logró su puesto en la Cámara alta con solo 7.157 votos, ganados uno a uno. Un barón que desde 1993 da al PSOE la presidencia del Cabildo de La Gomera. Un barón que logra un semillero de votos importante para el Parlamento de Canarias, en donde ha estado en dos legislaturas. Y, sobre todo, un barón que se gobierna solo y que ha conseguido para los socialistas gomeros un nivel de autonomía que le permite adaptar el socialismo al curbelismo. Hasta el viernes no se le conocían escándalos ni polémicas. En el curbelismo, todos aquellos gomeros que mueren fuera de la isla tienen todos los servicios pagados para poder ser enterrados en su tierra. Incluso la corona de flores. También los niños tienen los libros de texto gratuitos a su disposición. No tiene horario y es capaz de atender y hablar con todos los ciudadanos que lo precisen. Con él, el sonido del silbo gomero ha llegado a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y toda Alemania sabe que La Gomera es un vergel de senderos impecables por el que Angela Merkel pasea en su tiempo de vacaciones.

Omnipresente, con dos hijas y un hijo, igual juega a las cartas con los jubilados del bar de la esquina que se sienta a compartir mesa, mantel y mariscos con los políticos más importantes de este país. Socialista convencido, antes que socialista es gomero. Y gracias a ello logró, en el cénit de su carrera política, para sí mismo y para el PSOE casi el 70% de los votos en las elecciones autonómicas del año 2007. No ha llegado a mandar en el PSC porque no le ha interesado. En el fondo, él disfruta y trabaja por su pequeño cortijo, con pequeñas excedencias a cargo del Senado donde no ha registrado en los tres últimos años una sola iniciativa. Él, quizás, olvidó por unas horas lo que le costó a sus padres sacar adelante a la familia y conseguir que Casimiro estudiara y pudiera prepararse para la vida tan distinta que le quedaba por delante. El socialismo en Canarias ha callado estos días, sorprendido por la actitud de una persona "totalmente equilibrada". Se habla de "la reacción paternal más que política", pero reconocen que Curbelo está muy afectado por la reacción estatal del PSOE. Y así, cabizbajo, se le vio en la procesión de la Virgen del Carmen celebrada este fin de semana en la capital gomera.

Casimiro Curbelo.
Casimiro Curbelo.

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