Txeroki, el fantasma de Capbreton
La investigación francesa descarta la presencia del líder etarra en el asesinato de dos guardias civiles y apunta a su supuesto sucesor, Aitzol Iriondo
El 1 de diciembre de 2007, tres miembros de ETA asesinaron a los guardias civiles del GAO (Grupo de Apoyo Operativo) Raúl Centeno y Fernando Trapero en la localidad francesa de Capbreton. El ex jefe de los comandos de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, capturado el pasado 17 de noviembre, se jactó ante sus subordinados de haber participado en ese asesinato a sangre fría. Los otros dos etarras integrantes del trío criminal, Saioa Sánchez Iturregui y Asier Bengoa-López, fueron detenidos por la policía francesa días después del atentado.
Las investigaciones de la justicia francesa acreditan la participación de ambos en el atentado de Capbreton, pero no su autoría material. Tampoco hallan ningún dato (balística, ADN o reconocimiento visual) que confirme ese supuesto farol de Txeroki. La reconstrucción hecha a partir de diversos testimonios por las fuerzas de seguridad concluye que la decisión de asesinar a los agentes la tomó y la ejecutó otra persona que no era Txeroki. Según esa hipótesis, Saioa apuntaba a los guardias civiles dentro del vehículo policial mientras Asier registraba el maletero, donde halló las placas identificativas de los dos agentes.
Garikoitz Aspiazu se jactó de haber participado, pero no hay evidencias
Fue un tercer etarra, apostado junto a una puerta abierta del coche, quien abrió fuego contra ellos. Su complexión, a juicio de los testigos, no coincide con la de Txeroki, que mide más de 1,80 y es ancho de espaldas. Por contra, la descripción del asesino material se parece más a la del supuesto sustituto de Txeroki al frente de los comandos, Aitzol Iriondo. Éste solía encargarse de adiestrar a los comandos en el manejo de armas y explosivos. Asier y Saioa venían justo de un cursillo.
La decisión de asesinar a dos guardias civiles en Francia sólo está al alcance de un dirigente etarra, ya que supone un peligroso salto cualitativo que podría costarle un castigo orgánico. Iriondo podía permitírselo, por poder y carácter. Las Fuerzas de Seguridad le suponen autor del asesinato del concejal socialista Isaías Carrasco, y también del teniente de alcalde de Lasarte, el socialista Florián Elespe.
Es considerado, por difícil que sea medirlo, más sanguinario y decidido que Txeroki. En esa mentalidad se inscribe el último salto cualitativo que supone la reciente muerte del empresario Ignacio Uría. Un doble ataque al empresariado, útil para reforzar el cobro del impuesto revolucionario y atemorizar a la base social del PNV. Toda una tarjeta de visita del sustituto de Txeroki.
La participación en el crimen de Capbreton del considerado número uno de ETA hasta su pasada detención no ha pasado de ser una suposición sin demasiada base científica. El ADN de Txeroki no está presente en el coche usado para huir del lugar del crimen, el Peugeot 307 de color gris matrícula 9100QT. Por contra, en dicho vehículo sí quedó impreso el rastro de Asier Bengoa en el asiento del conductor, según la policía científica francesa. Dejó además en el coche un cepillo de dientes con su ADN. Saioa también dejó huellas en el asiento de atrás y en una bolsa de plástico dentro del vehículo. Por tanto, sí estuvieron en la escena del crimen.
En otro coche que utilizaron para proseguir su huida ambos etarras, un Renault Clio accidentado el 4 de diciembre, la policía francesa halló 142 casquillos de bala. De ellos, 71 eran de calibre 38 especial y 71 de calibre 9 milímetros, "entre los cuales algunos habían sido disparados por la misma pistola automática que los casquillos encontrados en el lugar de los asesinatos", según los datos policiales franceses.
Pero tales casquillos no se correspondían con los de la pistola Smith and Wesson, modelo SW9G, de calibre nueve milímetros parabellum, utilizada por Saioa, ni con los de la Smith and Wesson, modelo 686 de calibre 357 magnum, de Asier. Algunos de los casquillos hallados en el coche sí habían sido percutidos por la pistola de Saioa, pero se suponía, según las fuentes policiales francesas, que procedían de un entrenamiento que había tenido horas antes del doble crimen de Capbreton. Dentro del Renault Clio en el que huyeron se hallaron dianas de tiro perforadas.
Otro elemento que refuerza que este comando se hallaba en fase de instrucción es que Saioa portaba anotaciones manuscritas por ella con esquemas para composición de explosivos y de montajes eléctricos. "Yo he escrito todo eso. Era para pasarlo a limpio en un cuaderno, pero no terminé", confesó Saioa a la policía francesa. Tampoco coinciden las balas de la pistola intervenida a Txeroki con las halladas en el cuerpo de los agentes asesinados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.