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ELECCIONES 2008

Todo por 10 millones de votos

Zapatero y Rajoy saben que el partido que supere esa cifra podrá formar Gobierno

Lo llaman el huevo frito y se sirve en La Moncloa todos los lunes por la mañana. Se trata de un folio apaisado lleno de cuadrículas de colores donde, de un solo vistazo, Zapatero y sus íntimos analizan la semana. El rojo indica un acto del presidente. El azul, una intervención de Rajoy. En amarillo aparecen reseñadas las distintas actividades de los ministros, de ahí que sea el color predominante, una mancha amarilla sobre un folio blanco, un huevo frito. Pero, conforme se iba acercando la campaña, el rojo y el azul se fueron adueñando del papel. Y, a partir de hoy, ya son los únicos colores que importan. Rojo contra azul. Zapatero contra Rajoy. De esa guerra sin cuartel, a degüello, dependerá quién desayune los próximos cuatro años en La Moncloa.

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Rubalcaba es uno de los íntimos de Zapatero. Ayer por la mañana le hicieron una entrevista en televisión. Un rótulo sobreimpresionado informaba de que estaba en Cádiz, donde el titular de Interior encabeza la lista del PSOE. Los periodistas le hacían preguntas alternativas sobre Rajoy y sobre ETA, y el político ponía un gesto u otro, escogía unas palabras u otras según entendía que las cuestiones afectaban a su faceta de ministro o a la de candidato. Un intento encomiable, pero inútil. La campaña que oficialmente se inicia hoy lleva mucho tiempo en cartelera, y todo, absolutamente todo, desde los indicadores económicos hasta las redadas de la Guardia Civil, se interpretan desde hace tiempo en clave electoral.

El mejor ejemplo de los últimos días son los ataques de grupos de estudiantes contra María San Gil, Dolors Nadal y Rosa Díez. Sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, Rajoy lo atribuyó a la oscura mano de Zapatero, la misma que alentó el 11-M, la crisis económica mundial, los problemas de la familia cristiana, la crispación... A este respecto, sin embargo, Zapatero encontró ayer un apoyo inesperado. El filósofo Fernando Savater, impulsor del partido en que milita Rosa Díez, declaró ayer que los ataques a las candidatas antes citadas "no tienen absolutamente nada que ver" con el clima electoral. Y puso un ejemplo: "No estábamos en periodo electoral ni estaba Mariano Rajoy enfadado y a mí me montaron un número exactamente igual al de María San Gil, con el mismo tipo de carteles, insultos y agresiones a los escoltas". No detalló Savater la fecha exacta en que sufrió el ataque, pero el servicio de documentación de este periódico lo averiguó en 30 segundos: fue el 3 de marzo de 2003, en la universidad de Barcelona. Aznar llevaba siete años justos en el poder.

Los ciudadanos saben, no obstante, que los excesos verbales forman parte del espectáculo electoral. Un espectáculo en pos de los 10 millones de votantes, verdadera tierra prometida para unos y para otros. Los de Zapatero y los de Rajoy se saben esas cifras al dedillo. En España votan 25 millones de personas. Y el PSOE y el PP se reparten 20 millones de esos votos. Así que el que supere el listón de los 10 millones podrá formar gobierno. El PSOE está convencido de que para que Zapatero siga en La Moncloa la participación debe superar el 71% (en 2004 fue del 75%). Los socialistas se lanzaron ayer en tromba contra la abstención.

Si en algo coinciden socialistas y populares es en utilizar cualquier recurso para atraer la atención de las cámaras. Desde las nuevas tecnologías -vídeos colgados en YouTube, webs que permiten darse un paseo por el despacho de Rajoy- hasta los métodos tradicionales. Ya se ha visto a Zapatero practicando el viejo arte de besar niños, a Rajoy delante de un muestrario de morcones ante el delirio de los suyos o a Pizarro visitando -tal vez por primera vez en su vida- un mercado de fruta. Visita que sirvió a Solbes para meterse con él: "Fue al mercado... y compró cerezas fuera de temporada. ¡A 20 euros el kilo!". El ministro de Economía, tan alicaído en los últimos tiempos por culpa de un ojo a la virulé y de los indicadores económicos, tuvo ayer sin embargo un respiro. Mientras se preparaba el debate con Pizarro se conoció que el superávit de 2007 fue el 2,23% del PIB, el mayor de la democracia. Y también ayer se supo que Pizarro y los suyos cobraron de Endesa 22 millones de euros de indemnización. Eso sí, si el PP gana, España podrá presumir de tener el ministro más rico de Europa.

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