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Rescatado un cayuco con 48 africanos y dos cadáveres sin rumbo en el mar

Dos de los 235 yates participantes en una regata transatlántica entre Las Palmas y la isla caribeña de Santa Lucía, los barcos If Only y Tallulah, interceptaron la tarde del jueves un cayuco con 48 inmigrantes subsaharianos y dos cadáveres. La embarcación navegaba sin rumbo hacia el interior del Atlántico. "Ha sido un milagro, habrían muerto todos, como sospechamos que ocurre casi a diario", reconoció Antonio Padrón, capitán marítimo de Santa Cruz de Tenerife.

Los primeros en avistar el cayuco fueron los tripulantes del Tallulah a las 16.30. El If Only se acercó a la embarcación, de la que saltaron como un resorte dos africanos. Ante la posibilidad de que el cayuco volcase -lo que habría causado una tragedia mayor-, el yate se alejó y mantuvo una distancia prudencial. Indicó a los africanos que no se movieran, que estaban a salvo y que pedirían ayuda, indicó una portavoz de Salvamento marítimo.

El pesquero Pinillos Primera, con base en Pontevedra, faenaba por los alrededores y recibió el aviso. Su patrón viró inmediatamente para asistir a los náufragos. Cuando transbordaron a todos vieron que había 48, no 25 como habían calculado inicialmente los veleros. A estos héroes aún les aguardaba un macabro hallazgo: en el fondo del bote marrón había dos cadáveres.

El cayuco fue avistado a unas 370 millas (unos 666 kilómetros) al suroeste de El Hierro. Suponiendo que hubiesen partido de Nuadibú, habrían recorrido más de 400 millas (unos 720 kilómetros); si lo hicieron desde Senegal, como mínimo, el doble. Si se trazara una línea imaginaria entre África y América, el bote, en vez de dirigirse a Canarias, seguía una ruta que los hubiera desembarcado en Florida, aunque no habrían sobrevivido.

Diez días erráticos

"Debían llevar más de diez días navegando de forma errática", estimó Antonio Padrón: "Seguro que han tenido muchos problemas con el motor y se quedaron sin agua".

El cayuco no había agotado su combustible. Impulsado por un motor de 40 caballos y sorteando las crestas de las olas a unos 12 kilómetros por hora, mantenía un rumbo errático. Cuando lo interceptaron, se dirigía al norte y, seguidamente, variaba hacia el sur. El patrón del pesquero se comprometió a asistir a los supervivientes y a las 22.00 estaba pendiente de la llegada del buque Esperanza del Mar.

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