Monago se aleja de la ortodoxia del PP para garantizarse la abstención de IU
Plantea recuperar el impuesto de patrimonio y más servicios con menos dinero
"Ha habido algún momento en el que he estado tentado de levantar el puño", ironizaba un diputado de Izquierda Unida nada más acabar el discurso de investidura de José Antonio Monago, el líder del PP extremeño que el jueves se hará con el poder en esta región, por primera vez en 28 años, precisamente gracias a la abstención de tres diputados de IU.
Monago se salió por completo de la ortodoxia del PP. La necesidad de contar con esos tres diputados, esa especie de pacto contra natura, modularon el discurso del candidato tanto, que a ratos parecía irreconocible en la línea del partido y contradictorio con el mensaje que lanzan otros barones que sí tienen mayoría absoluta. Lejos de prometer recortes impopulares a los extremeños -solo habló de cortar el 50% de altos cargos y coches oficiales, sin coste político- Monago construyó todo su discurso alrededor de guiños a IU y promesas de mejora de los servicios sociales.
El candidato alaba a sindicatos, defiende la educación pública y habla para el 15-M
Plantea que la mujer tenga discriminación positiva y pide más aportación al Estado
El candidato del PP llegó incluso a prometer que pedirá que se recupere el impuesto de patrimonio, pese a que los populares siempre defendieron eliminarlo. También se olvidó de la eliminación del impuesto de sucesiones que prometió en campaña para transformarlo en una "modulación".
En un discurso muy trabajado, bien trabado, que tocó casi todos los asuntos y trató de agradar los oídos de todos los sectores, sin ningún tipo de mensaje impopular, Monago prometió mejoras en todo.
La parte más llamativa de la alocución estaba en los guiños a IU. Si en otras comunidades, como Madrid, el PP se enfrenta a los sindicatos, les recorta liberados, o en Castilla-La Mancha promete reducir la asignación para estas organizaciones -un planteamiento que defiende Mariano Rajoy- Monago, con la mirada atenta en la tribuna de Javier Arenas, les lanzó una alabanza difícil de escuchar en boca de alguien del PP: "Buscaré el entendimiento con los sindicatos, que siguen siendo hoy el mejor instrumento de participación de los trabajadores en las decisiones colectivas".
Mientras Rajoy defiende la libertad de elección en la educación -una forma de defender la concertada- y las comunidades del PP multiplican los conciertos, Monago hizo una encendida defensa de la educación pública. De hecho, defendió a los funcionarios en todo momento. Y mientras su partido se muestra contrario a la discriminación positiva, él prometió un plan de empleo femenino con mecanismos de discriminación positiva en el acceso a subvenciones para empresas que contraten a mujeres.
El candidato del PP prometió muchas más becas, más dinero y prestaciones para dependencia, un nuevo programa de emergencia social e incluso una renta básica para los que no tienen ingresos, reclamación histórica de IU. Además, garantizó que bajará el mínimo para que IU tenga siempre representación en la Asamblea. Incluso tuvo guiños al 15-M. Dijo que "la sociedad civil está por delante de la clase política" y prometió publicar los sueldos de todos los políticos, también los jefes de empresas públicas.
Monago también tuvo partes del discurso más propias del PP -y no tocó el asunto de los terratenientes-, como la reducción de impuestos a las empresas, la recuperación y ampliación de la deducción por vivienda y la eliminación del céntimo sanitario. Pero mientras iba prometiendo más y mejores servicios con menos impuestos, la pregunta era evidente: en un momento de caída en picado de los ingresos. ¿Esto cómo se paga? Contestó después: con un gran ejercicio de austeridad y sobre todo con la petición al Estado de más dinero. Insistió en reclamar un nuevo sistema de financiación que dé más dinero a Extremadura, y que se pague a esta región la "deuda histórica" o que se tenga en cuenta la dispersión para darle más dinero por sanidad. Monago regaló así los oídos a todo el mundo en un notable ejercicio de equilibrio para llegar al poder, precisamente la base de la estrategia del propio Rajoy. "Sentido común", suele llamarlo.
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