El Gobierno donostiarra, al ralentí
La oposición censura la "incapacidad" en la toma de decisiones y la "radicalidad" de los postulados de Bildu - La coalición achaca las críticas a un 'efecto gaseosa'
El chaparrón de críticas que le ha sobrevenido al gobierno de Bildu en el Ayuntamiento de San Sebastián, en franca minoría frente a la oposición que forman el PSE-EE, el PNV y el PP, anuncia una legislatura crispada y agitada en la capital guipuzcoana, y alcanzará uno de sus momentos culminantes cuando toque aprobar los Presupuestos municipales para 2012, cuando haya que debatir mociones sobre la violencia de ETA o la llegada del tren de alta velocidad. La hostilidad gobierno-oposición ya es una realidad antes, incluso, de cumplirse los 100 días "de gracia" que el equipo de Bildu solicitó al resto de grupos para tomar tierra en los asuntos del Consistorio. La convivencia ha empezado a enrarecerse tan pronto como socialistas, peneuvistas y populares dicen haber constatado la "incapacidad" en la toma de decisiones y la "radicalidad" de los planteamientos de la coalición que forman independientes de la izquierda abertzale, EA y Alternatiba.
Ernesto Gasco afirma que "hay gobierno, pero no gobiernan"
La oposición asegura que el Gobierno local está en cuarentena: "No terminan de definir nada, no tienen programa de gobierno, no tienen claros los proyectos que quieren impulsar", afirma Ernesto Gasco, portavoz del PSE. Eneko Goia, del PNV, y Ramón Gómez, del PP, coinciden en que Bildu está en la fase del "estamos llegando, ya veremos y después ya decidiremos". Esta indefinición la achaca Goia al hecho de que "ni ellos esperaban estar donde están", lo que ha provocado que "ahora tienen que organizar muchas cosas para las que no estaban preparados". "Muchos [concejales] no sabían lo que era un Ayuntamiento. Eso ha generado que el funcionamiento ordinario esté siendo muy lento, algo comprensible", apunta el portavoz nacionalista.
La situación que se viven en el Consistorio donostiarra, según Jon Albizu, segundo teniente de alcalde de Bildu, es "en parte" similar a la que le tocó gestionar al exalcalde Odón Elorza en 2003, cuando ganó las elecciones con estrecho margen sobre Román Sudupe, del PNV, y tuvo que gobernar en minoría. "La diferencia es que el equipo de Bildu es bastante nuevo y la oposición tiene mucho rodaje", reconoce. Bildu gobierna con ocho concejales, frente a los 19 que suman el PSE-EE (siete concejales), el PNV (seis) y el PP (seis).
Pero lo que más inquieta a la oposición no es tanto la debilidad e inexperiencia del grupo dirigido por el alcalde, Juan Karlos Izagirre, sino su dificultad para tomar decisiones y la escasa capacidad para lograr acuerdos: "Hay gobierno, pero no gobiernan", sentencia Gasco. El popular Gómez añade que "no vale estar diciendo siempre no a todo y ahora, en el gobierno, salir con que hay que estudiar las cosas". El diagnóstico es similar al que realiza Goia: "Falta definición. Están en la fase del "no lo sé", "lo tenemos que estudiar". Es decir, no hay posición en los temas. Todo se tiene que reflexionar, pensar y así nos podemos tirar media legislatura".
Albizu afirma, en defensa del equipo de gobierno, que "la oposición está muy nerviosa y está planteando pocas alternativas. Lo que no puede ser es criticar al Gobierno porque no hace propuestas y decir al mismo tiempo que no te gustan las propuestas del Gobierno". Asegura que en el seno de Bildu hay "tranquilidad", porque las críticas son un "efecto gaseosa": "Tenemos la experiencia de cambios radicales como el del Gobierno vasco, que necesitó muchísimo tiempo para poner en marcha crear toda la estructura burocrática-administrativa. Eso costó mucho tiempo".
Con todo, lo que más ha irritado a las filas opositoras es el grado de radicalización de algunos postulados y comportamientos que está adoptando Bildu, según Gómez, "desde la entrada al Gobierno como asesores de los duros de Batasuna", dice en alusión al exedil de EH Josetxo Ibazeta y del abogado de presos etarras Aitor Ibero, que actúan ahora "a la sombra de Izagirre". El portavoz del PP explica que el alcalde "entró con buena disposición, amabilidad y buen talante", pero eso duró "hasta que la línea dura de la izquierda abertzale tomó las riendas del Gobierno local". "Las decisiones no las toma el alcalde, sino sus asesores. Lo que ha pasado es que a quienes no se permitió presentarse a las elecciones son los que en realidad mandan", advierte.
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