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LOS DIPUTADOS POPULARES BUSCAN UNA EXCUSA EN EL FORMATO DEL DEBATE | El futuro de España | El presidente se crece en el último gran duelo

Decepción en las filas del PP con la actuación de Rajoy en las réplicas

Carlos E. Cué

Hasta los dirigentes del PP más entusiastas de la labor de Mariano Rajoy como parlamentario admitían ayer en privado que su líder no estuvo bien, especialmente en las réplicas, allí donde se gana o se pierde un debate. Ninguno de la decena larga de dirigentes consultados defendía el papel de su presidente, aunque los más duros, los que siempre insisten en centrar el debate en ETA porque es donde se ven más claras las carencias de Zapatero, estaban contentos por el fondo, no tanto por la forma.

El líder del Partido Popular despreció el trabajo de semanas de sus asesores, que prepararon datos y propuestas para construir una alternativa
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Claro que todos ellos, enseguida, buscaban una excusa: el formato del debate, que favorece siempre al Gobierno, como casi todo en el Congreso, sostienen. De hecho, una de las resoluciones del PP exige el cambio del reglamento. El propio Rajoy, en un gesto inédito de inseguridad, apeló al tiempo para justificar por qué habló casi en exclusiva de ETA. "Tenía que elegir porque mi tiempo está limitado, no como el del presidente", comentó a los periodistas nada más concluir el debate. Y ayer en el Congreso seguía con la cantinela, esta vez armado de un estudio de tiempos: "Mirad, 57 minutos él en su primera réplica y 17 yo".

El debate dejó pues mal sabor de boca, y eso era muy evidente en la tarde del martes. Sin embargo, los políticos tienen una extraordinaria capacidad de recuperación, de mirar adelante, y siempre buscan un termómetro: la prensa. Como quiera que ni los periódicos ni las radios conservadoras, al contrario que otros años, hicieron sangre con Rajoy, los diputados respiraban ayer algo más tranquilos. "Todos sabemos que perdió, estábamos aquí. Pero viendo la prensa está claro que el mensaje ha calado, y al final eso es lo importante. Nadie lee la letra pequeña", se justificaba un miembro de la cúpula.

La mayoría admitía que Zapatero había preparado bien el debate. "Por primera vez se había leído los papeles sobre su gestión, y supo sacarle partido", reconocía uno de los habituales de maitines. Y cuando el jefe del Gobierno falló, según esta misma visión, esto es, cuando sacó a relucir los trapos sucios de la gestión del PP, algo fácil de replicar, Rajoy cometió un error de libro. "No puede entrar al trapo con lo de los hilillos de plastilina. Los asuntos que no te interesan no se contestan. Zapatero lo hizo con lo de las actas, ni siquiera las citó. Esa explicación de que eso se lo había dicho un técnico, aunque sea cierta, sonó muy rara. La carcajada en el hemiciclo fue terrible", se lamenta otro diputado que siempre defiende a Rajoy. Todos admiten que al líder le perjudica su desprecio al presidente. Dicen que le hace perder perspectiva. Sólo eso explica, aseguran, esas réplicas deslavazadas, en las que repetía siempre la misma idea.

Lo que más ha sorprendido, aunque aquí sí hay división de opiniones, ha sido el asunto de las actas de las reuniones con ETA. Las fuentes consultadas achacan esta idea, y toda la parte del discurso sobre el terrorismo -nueve de los 21 folios iniciales-, al sociólogo Pedro Arriola, hombre de confianza de Rajoy, y antes de José María Aznar. Arriola estuvo en la única reunión con ETA del Gobierno del PP en Zúrich. Esas actas aparecieron más tarde, porque ETA las filtró a Gara, ya que el Gobierno nunca las hizo públicas. "El problema de las actas es que sólo pueden salir de ETA. Si no, el centro de mediación que las tiene, que basa su prestigio en la discreción, tendría que cerrar", sentencia un dirigente del sector más conservador. Otro de su misma línea no comparte esta opinión: "Lo importante ahora es que cuando salgan las actas, que saldrán, nosotros ya habremos instalado la idea de que ésa es la clave de todo".

Si los dirigentes más relevantes estaban decepcionados, sobre todo porque este debate era muy importante -es el último antes de las elecciones y ahora llega el verano con esta mala imagen-, la obsesión del líder con el asunto de ETA descolocó a sus asesores. Habían preparado durante semanas fichas, cifras, propuestas, de todo con la intención de construir la imagen de la alternativa. Y el líder las despreció. Lo hizo incluso visiblemente, cuando algunos diputados de su equipo le ofrecieron un libro de Educación para la ciudadanía para replicar a Zapatero, y él lo rechazó con aspavientos. "No va a hacer falta", se pudo leer claramente en sus labios. Efectivamente, Rajoy se concentró en ETA y olvidó todos los demás asuntos en las réplicas.

Esa alternativa a la que Rajoy renunció está, sin embargo, contenida en algunas de las 12 propuestas de resolución que el PP registró ayer. Hay ideas detalladas sobre política de familia, violencia de género, respeto a la lista más votada en las elecciones, dependencia, educación, cultura, discapacidad, inmigración, seguridad ciudadana y, sobre todo, medidas económicas para mejorar la competitividad. Algunas de ellas serán apoyadas por CiU y Coalición Canaria, con lo que el PP podrá decir que no está solo. Precisamente por eso los dirigentes más moderados se preguntaban el martes y ayer por qué Rajoy no se concentró más en esta parte de su discurso, la que busca el voto de centro crítico con Zapatero, y se obsesionó hasta el hastío con ETA.

Otros, los más duros, creen que habrá tiempo hasta las elecciones para fabricar la alternativa, que el debate de ayer tenía que servir para desacreditar al presidente, para tratar de instalar en la sociedad la idea de que no tiene talla para conducir el Gobierno.

Descartado prácticamente el congreso interno que estaba inicialmente previsto para otoño, los populares empiezan a pensar en una gran convención -con los mismos efectos propagandísticos y sin debate sobre nombres- para lanzar ya esa alternativa que Rajoy despreció el martes. Entonces, sin réplicas ni dúplicas ni límites de tiempo, todo será más fácil.

Mariano Rajoy abandona el hemiciclo.
Mariano Rajoy abandona el hemiciclo.BERNARDO PÉREZ

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