Carta para no perder la amistad
El juez Baltasar Garzón y el fiscal Javier Zaragoza son amigos desde hace muchos años, por lo menos desde 1989, poco después de que el magistrado llegase a la Audiencia Nacional y Zaragoza fuese fiscal antidroga. Ambos prepararon la denominada Operación Nécora, contra el narcotráfico gallego, que luego se convertiría en uno de los primeros macrosumarios que se juzgó en la Audiencia.
Desde entonces, ambos han participado en cien batallas contra la droga, principalmente, aunque también contra el terrorismo de ETA y el yihadista.
En ocasiones han tenido discrepancias, pero siempre han solucionado los problemas entre ellos y han consolidado una buena amistad. Zaragoza y su esposa fueron invitados a la boda de la hija del juez celebrada este verano.
El caso es que Garzón sabía que su postura en el caso de la Memoria Histórica chocaba frontalmente contra la visión del fiscal y pese a las advertencias de éste de que no quería tener que recurrir su decisión, el juez tiró para adelante.
Ahora, al mismo tiempo que presentaba el recurso contra el auto del juez, en el que le acusa de haber transformado el proceso en una causa general, en una especie de "inquisitio generalis", Zaragoza ha remitido una carta personal a Garzón explicándole que se ha visto forzado a actuar así para defender la legalidad. El fiscal añade que espera que sus respectivas posturas procesales en este asunto no afecten a los temas personales y especialmente a la amistad existente entre ambos.
Por el momento no se conoce cuál será la postura de Garzón tras la recepción de la carta, aunque se sabe que está muy disgustado con el hecho de que su amigo no haya respaldado su punto de vista.
Habrá que esperar.
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