Ave Madrid-Sevilla: la apuesta acertada
El AVE Madrid-Sevilla cumple hoy, día 21 de abril, 17 años de éxitos. La construcción del nuevo acceso ferroviario a Andalucía como la primera línea de alta velocidad de España fue un ambicioso proyecto promovido y concluido por el Gobierno socialista. Entonces algunos lo calificaron de despilfarro del gasto público, y ejemplo del máximo exponente de una inversión errada en términos de cohesión territorial. El tiempo se encargó de quitarles la razón.
Cuando el primer corredor de trenes AVE con el que contó España está a punto de entrar en su mayoría de edad, los datos son sonoros e indiscutibles. Casi 100 millones de viajeros han utilizado la línea a lo largo de este tiempo, 49 millones de ellos sólo en la ruta Madrid-Sevilla. Y lo han hecho porque confían en un modo de transporte que no solamente es el más seguro, ya que en todo este tiempo no ha habido ni un solo accidente de relevancia, sino que, además, es el más fiable, con más de un 99% de trenes que han llegado puntuales y sin novedad a su destino.
España presume ya de una compleja red de más de 1.800 kilómetros de alta velocidad
Las palabras de Obama son una muestra de la posición de España como referente internacional
Respondiendo a ese mismo espíritu, el Gobierno no ha cejado durante los últimos cinco años en su empeño por mejorar la movilidad de los españoles, haciendo un esfuerzo que queda plasmado en el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) y que, estoy seguro, la historia juzgará como titánico pero fructífero.
De los 471 kilómetros y 16 trenes que tenía la primera línea de alta velocidad de España hemos pasado a presumir ya de una compleja red que alcanza más de 1.800 kilómetros de longitud, la tercera más larga del mundo, y sobre la que circula una flota que supera los 120 vehículos y que, además, es la más moderna del planeta. España tiene también el orgullo de ser el país que cuenta con la línea de alta velocidad más larga (Madrid-Barcelona, de 621 kilómetros), y el de ostentar el récord de velocidad mundial para un tren fabricado en serie: más de 400 kilómetros por hora, sin modificaciones especiales.
Por todo esto, no debe extrañar a nadie que nuestro país sea ya el espejo en el que muchos otros se están mirando cuando tratan de dar respuesta a sus problemas de movilidad. Las recientes palabras del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, refiriéndose con alabanza a la línea de la que hoy estamos celebrando este aniversario, o el interés de los medios de comunicación de ese país, son solamente una muestra más de esa posición de referente internacional, a la que tendremos que acostumbrarnos sin complejos.
Partiendo de una base como ésta, mi paso por el Ministerio de Fomento no puede sino profundizar en esa senda ya trazada, y que sirve al mismo tiempo para objetivos tan diversos como son disminuir la congestión del sistema de transportes en su conjunto y aumentar su capacidad, el mejorar la seguridad vial, aumentar la competitividad de nuestras empresas, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y reducir la contaminación. Y es que merece la pena recordar que el tren de alta velocidad es el modo de transporte más respetuoso con el medio ambiente: emite hasta cinco veces menos de CO2 (dióxido de carbono) por pasajero que el vehículo particular, y hasta seis veces menos que el avión.
Persiguiendo esas metas sin descanso, y acelerando la ejecución allí donde sea posible para contribuir a la recuperación económica, muy pronto los españoles no solamente ocuparemos el primer puesto mundial en ferrocarriles de alta velocidad, con una red de más de 10.000 kilómetros de longitud. Estaremos, también, más cerca de alcanzar el objetivo de fomentar la cohesión territorial, para progresar en igualdad.
José Blanco es ministro de Fomento y vicesecretario general del PSOE.
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