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16 de los 21 inmigrantes magrebíes que se ahogaron en Lanzarote eran menores

Los radares no detectaron la barca, que había zarpado del sur de Marruecos

José Naranjo

Un total de 21 inmigrantes sin papeles magrebíes muertos y seis supervivientes. Ése es el saldo trágico que arroja el vuelco de una patera el domingo por la tarde a tan sólo 20 metros de la costa de Lanzarote. La conmoción por el nuevo drama de la inmigración clandestina es aún mayor porque al menos 16 de los fallecidos eran menores de edad (de entre 4 y 17 años), cuatro de ellos, niñas. Los otros cinco muertos eran mujeres y varones adultos.

Según el relato de los supervivientes, a bordo de la patera viajaban unas 30 personas, en su mayor parte marroquíes y saharauis, aunque al menos uno de los supervivientes es de Mauritania. También apuntaron que algunos eran familiares entre sí, como una madre y sus tres hijos pequeños, de entre 13 y 4 años (todos se ahogaron), y dos hermanos, de los que sólo uno escapó con vida.

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Uno de los supervivientes, Lebib, es saharaui y tiene apenas 15 años. Ayer se desesperaba por telefonear a su primo, que vive en Tenerife, para comunicarle que estaba bien, que él sí había burlado a la muerte. Junto a él, en una habitación del hospital, Ibrahim y Yussuf comunicaban con lágrimas en los ojos a sus padres que ellos, al menos, estaban vivos.

La catástrofe se produjo el domingo, a las seis y media de la tarde, muy cerca de una costa rocosa y de difícil acceso. Según los testimonios de los supervivientes y de testigos, fue el mal estado de la mar lo que provocó el vuelco de la patera. La barquilla había sido avistada por la Policía Local de Haría, que la había seguido hasta Los Cocoteros. Fue la sirena de un coche policial del vecino municipio lo que alertó a un grupo de jóvenes que estaban construyendo una carroza para el Carnaval en la plaza del pueblo, y quienes se convirtieron en los primeros en llegar al lugar del naufragio.

"Aquello era tétrico. El barco virado y cinco personas agarradas [uno de los supervivientes ya había llegado nadando hasta la costa], mientras los cuerpos de otras personas flotaban a su alrededor", recuerda Cristian Hunt. Éste, de origen uruguayo, y su amigo Johny Camarasa, ambos vecinos del lugar, se tiraron al mar y, con la ayuda de unas tablas de surf, fueron sacando a los supervivientes. Desde la orilla, otros jóvenes les ayudaban arrojando salvavidas y cuerdas para que se agarraran. Entre ellos estaba Aníbal Betancort, quien explica: "Había una marea terrible, no sé ni cómo Cristian y Johny se atrevieron a tirarse".

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Según el relato de los supervivientes, la barquilla -de madera y de unos seis o siete metros de eslora- había zarpado del sur de Marruecos a la una de la madrugada del sábado; es decir, que realizó la travesía, de unos 140 kilómetros, en algo más de 40 horas.

Los radares del Servicio Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), en pleno funcionamiento desde 2007, no detectaron su presencia, según admitió la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias. De ello se quejó el presidente canario, Paulino Rivero, que ha solicitado una cita con los ministerios de Inmigración, Exteriores e Interior. Ayer, otra patera con 55 inmigrantes a bordo, 11 de ellos menores, fue interceptada al sur de Tenerife y llegó a puerto pasadas las diez de la noche, informa Efe. Un petrolero alertó de su presencia por la mañana.

Numerosas instituciones canarias guardaron un minuto de silencio en señal de duelo por la tragedia, mientras que el Cabildo de Lanzarote declaró tres días de luto oficial.

Miembros de los equipos de rescate sacan del mar uno de los 21 cadáveres recuperados.
Miembros de los equipos de rescate sacan del mar uno de los 21 cadáveres recuperados.EFE

"Esto se hace muy duro"

"Había más menores que adultos. Ver a tantos niños ahogados e ir sacándolos uno a uno se hace muy duro, esto es muy triste", aseguraba ayer Fran Torres, coordinador de Emergencias en Fuerteventura, que se trasladó hasta Lanzarote para participar en las tareas de rescate de los cadáveres. Torres es un hombre con experiencia: lleva más de una década trabajando en rescate y salvamento. A pesar de ello, manifiesta que este accidente es de los más trágicos que recuerda. "Los cuerpos estaban casi todos juntos...".

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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