El exilio reaccionario se queda solo
La acogida favorable a las medidas de Washington por parte de la disidencia de Miami convierte en obsoletas las apelaciones a patriotismos del pasado
Los cambios de Estados Unidos hacia Cuba, los más importantes ya en muchos años, parecen un tsunami que se está llevando por delante el viejo estilo de un exilio hasta hace poco dominante y cerrado durante medio siglo, casi tanto como la isla. Las condiciones actuales ya lo permiten y las reacciones ante la medida de levantar totalmente las restricciones de los viajes y el envío de remesas a los cubanoestadounidenses apenas han levantado protestas. Al contrario. El alejamiento de Estados Unidos era una "resurrección anunciada" para dejar sin argumentos a Cuba, aunque sea a costa de beneficiar económicamente al régimen. Sólo han vuelto a apelar al patriotismo numantino unas cuantas voces. "Las de siempre", dice Raúl, un ingeniero de 47 años harto de vivir las mismas políticas de confrontación en los casi 16 años que lleva en Miami, y especialmente en los ocho últimos bajo la Administración de George W. Bush.
Luis Lauredo, que fue embajador en la Organización de Estados Americanos (OEA) durante el Gobierno de Bill Clinton, lo ha corroborado: "Los que están en contra de estas medidas es como si quisieran acaparar un monopolio de patriotismo".
Hasta en el restaurante Versalles, templo del exilio tradicional, hay debate, pero el cansancio de tantos años incluso ha cedido al progresismo sin contrapartidas. "Para dejar sin argumentos a la dictadura", como señala Roberto, un agente inmobiliario. "Lo que hace falta es que mejore la situación económica", añade.
Todos lo esperan, como las agencias de viajes y las tiendas para hacer negocio en estos tiempos de crisis. Se espera una avalancha. Hasta se dan consejos ya de qué hacer y cómo comportarse en Cuba. Y todo, a pesar de la situación económica.
"Claro que es muy bueno para que las familias puedan verse cuando quieran sin necesidad de hacer trampas yendo por terceros países o con cartas falsas de viajes religiosos", comentaba otro cubano que fue a tomar café y a comprobar que el lugar no es ya tan búnker como antes. Sólo matizó: "El problema es lo mala que está la situación económica, pero hay que probar. Si no ha cambiado antes, a lo mejor ahora sí. Y si no pasa nada, al menos podremos vernos. Aquello es un desastre, pero si tú quieres ir a ver a tu familia, ¿por qué no? Eso sí, ahora hay que esperar a ver qué hace el Gobierno de Cuba, porque ellos son muy especiales para aceptar las cosas y son muy capaces de cortarlo todo. Fidel lo era, desde luego".
En ese sentido ya se ha valorado que el Comandante, en su más reciente Reflexión, sólo haya lamentado esta vez que no se dijera nada del "bloqueo". De momento, al menos, no ha habido contestaciones tan críticas del pasado como el éxodo del Mariel o el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate.
Críticas
Sin embargo, al congresista Lincoln Díaz Balart, el más significado representante de la línea dura, le faltó tiempo para declarar: "Es un grave error por parte de Obama, porque envalentona a Castro, que cuando recibe una concesión, y ésta le va a dar cientos de millones de dólares, es aún más cruel y más salvaje con el pueblo de Cuba en su mente gangsteril y perversa".
Díaz Balart, como otros paladines de la política antigua, aún lucha contra los nuevos tiempos y mantiene que en el Congreso existe (y controlan) una mayoría bipartidista para frenar otros pasos que necesiten votación, como los viajes de ciudadanos estadounidenses o el levantamiento del embargo. No serían ya simples decretos presidenciales como ahora. Ganaron las elecciones como representantes de Florida, pero algo parece no cuadrar ya cuando una encuesta de una cadena de televisión dio un aplastante 93% a favor de las nuevas medidas, frente a sólo un 7% en contra.
"Siempre es muy peligroso con una dictadura como la cubana levantar restricciones de forma unilateral. Debería haber contrapartidas, máxime ahora cuando el régimen está en su final", comenta Orlando Gutiérrez, del Directorio Democrático, que ha sido cuestionado varias veces por el uso de los fondos de ayuda a Cuba, y que forma parte del exilio reacio a hacer concesiones. Al menos se felicitó de que Obama no haya ido "más allá, pese a las presiones".
Ninoska Pérez, periodista de radio y televisión, pero mucho más beligerante anticastrista como integrante del Consejo para la Libertad de Cuba (CLC), remacha: "Es un error hacer concesiones unilaterales en el caso de Cuba, porque no se le pide nada a cambio y puede seguir reprimiendo, encarcelando y violando los derechos humanos. En principio, uno no le quita las sanciones a una dictadura sin que por lo menos ellos tengan que ganarse ese tipo de concesión".
Diego Suárez, el director de la junta ejecutiva del CLC, otro de los intransigentes más clásicos, estuvo en una cadena de televisión visiblemente molesto y volvió a apelar al patriotismo para resistir en sus posiciones ahora desmontadas. Mantiene su oposición al levantamiento de restricciones, aun a costa de ir en contra de las relaciones familiares, porque no se puede "ayudar a los piratas que tienen secuestrada Cuba desde hace 50 años". Y añade: "Es inmoral ir adonde hay una tiranía".
Omar López, director de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), le rebate: "Lo que es inmoral es decirle a una persona cómo se tiene que relacionar con su padre y con su madre, con su familia. Sólo los Gobiernos totalitarios imponen conceptos políticos en las relaciones familiares". Y le espeta: "No se puede imponer el patriotismo por decreto. La ley no existe para obligar a la gente a ser patriota ni para un grupo determinado. Es para todos".
Decisión "extraordinaria"
La FNCA, que antaño fue el mayor azote castrista hasta el fallecimiento de su promotor, Jorge Mas Canosa, ha calificado la decisión de Obama de "extraordinaria". Su cambio de rumbo es de los más representativos de los nuevos vientos en el exilio. Sus dirigentes han estado en una línea de apertura muy en sintonía con los planes de Obama y han hecho hincapié en la ayuda a la oposición interna, incluso remontándose al pasado.
"Cuando hubo más libertad para los viajes creció extraordinariamente la disidencia, en gran medida por los contactos con los cubanos del exterior", comentó su presidente, José Pepe Hernández, que dejó una perla para Díaz Balart: "Los congresistas han tenido una gran responsabilidad en que no se haya avanzado nada en los últimos ocho años. Nunca debió habérsenos prohibido relacionarnos con nuestros hermanos de la isla, como ha hecho tantos años el régimen cubano. Y nosotros podemos ser mejor que nadie agentes del cambio".
Ramón Saúl Sánchez, uno de los líderes del exilio más ponderados, del Movimiento Democracia, partidario también desde hace mucho tiempo de que Estados Unidos no use los mismos métodos intransigentes que Cuba, felicitó al presidente Obama. "La libertad es el cúmulo de todos los derechos y quitarla, aunque fuera en busca de otra libertad, como había sucedido con el presidente Bush, no sirve. Además, el contacto de pueblo a pueblo es un elemento fundamental de cambio", recalcó.
Hasta Mel Martínez, el senador republicano de origen cubano que se ha resistido a las aperturas sin contrapartidas, fue elocuente: "Es una buena noticia que el presidente esté tratando de reunir más a la familia cubana, así como que se puedan enviar más ayudas". Y añadió: "También pone importantes retos al Gobierno de Cuba, como que deje a las familias venir acá, a Estados Unidos".
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