Carter, el apestado
Israel da la espalda al ex presidente de EE UU en su visita al país por su apoyo a incluir a Hamás en el proceso de paz.- Los servicios de seguridad le niegan la escolta
Israel prepara con mimo las celebraciones de su 60º aniversario. Y su presidente, Simón Peres, se esmera en cocinar una conferencia de líderes mundiales y ex mandatarios que visitarán Jerusalén para sumarse a los fastos. Resulta muy complicado que uno de ellos, que además tuvo importancia capital en uno de los episodios más relevantes de la breve historia del Estado sionista, acuda. Jimmy Carter, el forjador del acuerdo de paz más importante entre Israel y un país árabe desde la fundación del Estado judío, ha sido tratado como un apestado.
Carter pisó Jerusalén y lo primero que hizo el domingo fue acudir a la residencia oficial del presidente Simón Peres. Sólo un detalle trascendió de la cita. Peres recriminó al ex presidente norteamericano la próxima visita que girará al líder de Hamás en el exilio de Damasco, Jaled Meshal. No pudo reunirse con el primer ministro, Ehud Olmert, ni con la responsable de la diplomacia, Tzipi Livni, ni con el presidente del Partido Laborista y ministro de Defensa, Ehud Barak. El líder de la oposición, Benjamín Netanyahu, rechazó explícitamente la entrevista. El vacío ha sido completo.
Nunca ha sido querido Carter en Israel. Menos aún desde que hace dos años publicara el libro Palestina, Paz no apartheid. Un volumen que describe el régimen impuesto por el Ejército israelí en los territorios ocupados desde 1967, especialmente en Cisjordania: carreteras segregadas y las de los palestinos cortadas en cientos de tramos, confiscaciones de tierras, límites insoportables a la libertad de movimientos, continua expansión de asentamientos. Pero los desaires han llegado en esta ocasión a sentar precedente. El Shin Bet, servicio de seguridad interior israelí, se ha negado por primera a prestar servicios de escolta a un ex mandatario estadounidense. Y Carter, que solicitó permiso para viajar a Gaza, también vio rechazada su solicitud. Como la presencia de periodistas israelíes en la franja -prohibida desde noviembre de 2006-, la presencia del ex mandatario resulta harto incómoda.
Tampoco ha podido visitar en prisión a Maruan Barghuti, el dirigente de Al Fatah cuya liberación reclaman incluso ministros del actual Gobierno de Olmert. A su juicio, es necesario un liderazgo fuerte para contrarrestar el creciente poder de Hamás. Y, según estos miembros del Ejecutivo hebreo, el desacreditado presidente Mahmud Abbas no será capaz de frenar a los islamistas.
De nada le valió al veterano político reiterar que no pretende ejercer papel alguno de mediador. Ha insistido en que, con su reunión con Meshal, sólo pretende tantear el terreno y promover la liberación de Gilad Shalit, el soldado israelí capturado por Hamás en Gaza desde junio de 2006. Israel abomina de los intermediarios. Eso sí, Carter ha expresado nítidamente su posición sobre la necesidad de negociar con la organización islamista palestina, por otro lado coincidente con la de numerosos dirigentes políticos y militares israelíes. "Creo que no hay duda para nadie en Israel que si alguna vez hallará la paz con justicia en la relación con sus vecinos palestinos, Hamás deberá ser incluido en el proceso".
Carter no se ha amilanado. Visitó el martes Ramala y se entrevistó con Naser al Shaer, ex viceprimer ministro del Gobierno de Hamás, aunque no pertenece al movimiento fundamentalista palestino. Ha regresado hoy a la capital de Cisjordania para dialogar con otros políticos palestinos, aunque no con Abbas, que el martes se hallaba en Jordania. Al menos, aunque no es mucho, Carter ha recibido un ligero respaldo de las juventudes del partido izquierdista israelí Meretz. Llevará una carta a Damasco en la que este partido -sólo cinco diputados en un Parlamento de 120 escaños- alaba las recientes declaraciones de Meshal en el sentido de que Hamás aceptaría la formación de un Estado palestino en los territorios ocupados en 1967.
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