Mehmet Aurelio enciende la luz en el Betis

El Betis respira, el Numancia se hunde. El festival de goles de Los Pajaritos permitió al equipo de Chaparro asomarse a la zona media, olvidarse de la baja, sacar la cabeza lejos de su estadio y poner una pieza más en el trabajo de recomposición después de su espantoso inicio en el campeonato. El partido quedó bloqueado desde el principio porque unos y otros viven la temporada como si fuera una montaña rusa. El Betis comenzó a dar sentido a su fútbol porque tiene jugadores que saben echar el cuero al césped: Emaná, Mehmet Aurelio y, sobre todo, Capi, el primero en aprender a hacer grande un campo tan estrecho como el del Numancia. El balón era del Betis y las ocasiones también, pero el primer golpe lo dio el Numancia. Saltó Casto a recoger un centro blandito, saltó Goiria, chocaron fuera del área pequeña, la defensa bética esperó el silbato del árbitro y sólo Del Pino aceleró a por el rechace.

Pero el Betis, que había enfilado hacía la victoria, siguió a lo suyo y en siete minutos tiró dos veces a puerta y empató de penalti. El Numancia sí notó el empate y ya no acertaba a defenderse del ataque del rival, cada vez más insistente. El segundo gol -Juanito en el segundo palo con centro largo de Fernando Vega desde un costado, un clásico en el Betis- terminó de desmontar al Numancia y cuando el descuento se terminaba Mehmet Aurelio colocó un zapatazo en el palo izquierdo que el portero no llegó a ver.

El partido parecía resuelto, el Betis lo controlaba con suficiencia, pero el Numancia es un equipo que ha sustituido la calidad por la fe y, en ocasiones, alguna de las pruebas de Kresic funciona. Ayer le tocó a Quero, que giró el rumbo del choque a base de velocidad y habilidad. Le regaló el segundo gol a Barkero y el Betis vivió al borde de la histeria hasta que Mehmet Aurelio volvió a colocar un zapatazo en la escuadra.