Luis Fabiano derrota al Sevilla

El Valladolid recuperó oxígeno, futbol, goles, casi todo en un partido que a la media hora dictaba un destino bien diferente porque Jesús Navas había dado un recital de velocidad y acierto y le daba al Sevilla una victoria fácil que solo había que saber administrar, o incluso mejorar, porque el extremo estaba ayer pleno de inspiración. Pero entonces apareció Luis Fabiano. El delantero brasileño tenía una tarjeta amarilla a la espalda, no había tocado balón, cuando se le ocurrió un piscinazo en el área del Valladolid. Segunda amarilla, roja, su equipo con diez y sin delantero centro para la hora larga que quedaba de fútbol.

Jiménez había diseñado un once de emergencia para resolver los problemas de un equipo que ha perdido firmeza en las últimas semanas, que respondió a la derrota sorprendente contra el Málaga con otra en Copa ante la Ponferradina, un equipo de Segunda B. Por eso Jiménez hizo acopio de centrocampistas de esos que tienen sentido estratégico. Duscher, Romaric, Maresca, en la media punta Renato. El Sevilla tenía el balón, lo robaba pronto y lo conservaba bien pero el peligro llegaba cada vez que Navas enganchaba el cuero en su banda. Así llegó el primer gol porque el segundo consistió en una composición coral de todo el equipo, llevando la pelota de un lado a otro, el Valladolid a bloque persiguiéndola y con Navas, otra vez, para cerrarla con una volea dura al palo corto. El tanto delataba la

Mendilibar revisó el partido de Copa contra el Hércules, y los cinco goles a favor en Alicante le animaron a aplicar nuevas recetas en las que hasta ahora tenía ninguna fe. Colocó a Medunjanin en el medio centro, un jugador holandés de origen bosnio que en la pretemporada estuvo a prueba hasta que consiguió su contrato pero en quien Mendilibar no terminaba de confiar por una presunta falta de rigor táctico. En el descanso, cuando la remontada ya se había iniciado, dio el papel principal a Canobbio, que hasta ayer, solo había disfrutado de minutos secundarios. El primer gol llegó de un centro impecable del bosnio a la cabeza de Sesma, y desde entonces Medunjanin se impuso el papel al que su calidad con el balón le llama, a mandarlo y organizarlo todo en un equipo sobrado de músculo pero muy necesitado de esas virtudes. El fútbol volvía a fluir en el Valladolid. Canobbio marcó el empate en un rechace después de otra aparición de Medunjanin y terminó de ejecutar al Sevilla con el tercero, un libre directo ajustado a la escuadra de Palop.