Los reguladores internacionales quieren acotar la especulación
Los especuladores se han convertido en los enemigos públicos de los Gobiernos. Sus apuestas contra la deuda pública de Grecia les ha dado muchos disgustos y antes, a mediados de 2008, actuaron de pirómanos en el incendio de Lehman Brothers y la crisis financiera.
Ayer se reunió el Foro de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), un organismo creado por el G-20 para implantar una sólida regulación y supervisión internacional. Una de sus conclusiones fue que los legisladores seguirán trabajando para incrementar la regulación de los CDS (credit default swaps, una especie de seguros de impago), que se han convertido en los instrumentos favoritos de los especuladores para ganar dinero. El valor de estos seguros sube o baja en función de la creencia de que el titular del activo financiero vaya a pagar o no su deuda.
El FSB está presidido por Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, y depende del Banco de Pagos Internacional (BIS), de Basilea (Suiza). Draghi no quiso dar detalles sobre cómo quieren controlar estos contratos.
La canciller alemana Angela Merkel, urgió ayer a la cooperación a través del G-20 para acotar estos productos, en línea con lo declarado unos días antes por la ministra francesa Christine Lagarde, que los calificó de "fuente de perturbación en potencia".
Presencia española
"La sensación que tengo es que los Gobiernos están cada vez más incómodos con los CDS porque tienen mayores implicaciones sistémicas que los bancos muy grandes", dijo Draghi. "Cuando algo tiene implicaciones sistémicas, les puedo asegurar que va a conseguir la regulación sistémica", remató Draghi, según The Wall Street Journal. El gobernador del Banco de Italia apuntó que es poco probable que estos mercados se queden con las mismas normas que tenían antes de la crisis.
En la reunión de ayer hubo doble presencia española: Jaime Caruana, director general del BIS, y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España. Según reconoció el FSB, aún se debe llegar a un consenso sobre cómo tratar a los bancos "demasiado grandes para quebrar". Las soluciones podrían incluir requisitos de capital más elevados, elevar la liquidez o un impuesto especial.
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