"Sin reforma laboral no habrá crecimiento duradero"
El único español presente en la cúpula de la autoridad monetaria europea defiende que los Gobiernos preparen fórmulas para recortar el gasto cuando amaine la crisis y evitar así los déficit presupuestarios
El Banco Central Europeo (BCE) cree que España puede estar orgullosa de su sistema de supervisión bancaria, ejemplo para toda Europa. Pero critica sin ambages la estructura del mercado de trabajo, uno de los caballos de batalla para lograr un acuerdo social entre patronal y sindicatos. José Manuel González-Páramo (Madrid, 1958), que llegó al comité ejecutivo del BCE en 2004, con el Gobierno del PP, está convencido de que sin reforma no habrá crecimiento. "Esto sería grave porque el nivel de vida de España está todavía por debajo de la media europea", añade.
Pregunta. ¿El BCE percibe síntomas de recuperación en Europa?
Respuesta. El último trimestre de 2008 y el primero de 2009 han sido excepcionalmente negativos y las previsiones son que en los próximos las tasas negativas se reducirán. Algunos países tendrán crecimiento positivo a partir de junio de 2010, pero todo está rodeado de una gran incertidumbre.
"El mercado de trabajo necesita mucha más flexibilidad"
"¿Menos gastos o más impuestos? La prioridad es no frenar el crecimiento"
"Confío en que no haya vetos a fusiones por parte de una autonomía"
"La banca europea tiene mucho camino por recorrer en transparencia"
P. ¿Y España irá con un importante decalaje?
R. La recuperación será más lenta por el peso del endeudamiento y de la construcción, la cualificación de los que han ido al paro y las deficiencias del mercado de trabajo, que necesita mucha más flexibilidad.
P. ¿Cree que el Gobierno español, si no hubiera acuerdo entre las fuerzas sociales, debería tomar la iniciativa y hacer la reforma laboral?
R. El Gobierno tiene un mandato de las urnas para hacer lo que sea necesario para que el crecimiento y el bienestar sean los máximos posibles. Si esto viene acompañado de un diálogo social, tanto mejor, pero la falta de acuerdo no exime de la responsabilidad de gobernar.
P. ¿Sin reforma laboral el escenario es más negro?
R. Sin duda. Además, sin ella, la sostenibilidad de la recuperación será precaria. No se puede pensar en un modelo nuevo basado en la innovación y el dinamismo económico cuando el mercado de trabajo es uno de los elementos menos dinámicos del sistema. Si se mantiene la segmentación entre fijos y temporales, lo que ocurrirá será que los protagonistas serán los nuevos temporales, muchos de ellos con una cualificación no adecuada para ese modelo nuevo. En el mercado de productos y servicios también es muy necesaria la liberalización. Sin estas reformas no habrá crecimiento elevado y sostenible.
P. ¿El Ejecutivo es consciente de este problema y coincidente con su análisis?
R. Es poco discutible que hay cosas que reformar a fondo para volver a tasas de crecimiento del pasado. El mercado laboral español es poco exportable, al contrario que el modelo de supervisión y el de consolidación presupuestaria aplicado desde mediados de los 90. Es de sentido común.
P. ¿El aumento de los déficits públicos traerá subidas de impuestos y se frenará la economía?
R. Los Gobiernos deben diseñar estrategias de salida para ponerlas en práctica en cuanto comience la recuperación. Las medidas son temporales y se deben poder desactivar. Para los países más endeudados el proceso de ajuste debería ser del 1% anual del déficit estructural al menos. ¿Reducción de gastos o incremento de impuestos? Es decisión de las autoridades, cuya prioridad debe ser no perjudicar la recuperación y el crecimiento.
P. ¿Cómo ve el BCE la variedad de medidas que cada país para apoyar a sus bancos?
R. Cada una se ha adaptado a las circunstancias de su sistema financiero. Debe alabarse la labor de la Comisión Europea para que estas ayudas no afecten a las condiciones de competencia.
P. Sin embargo, la banca española ha alertado, citando a la comisaria de la Competencia, sobre los problemas de competencia que provocan esas medidas...
R. Es importante que desde la Comisión surjan estas reflexiones porque puede contribuir a que exista más transparencia en cómo se conceden estas ayudas. Ningún Gobierno debería ceder a la tentación de actuar con óptica nacionalista.
P. ¿Algún Gobierno está cayendo en esa tentación nacionalista?
R. No es de extrañar que pueda haber un empuje nacionalista. Es fundamental que en esa dialéctica la Comisión sea vigilante y un catalizador.
P. ¿Qué le parece el fondo de rescate de entidades (FROB)?
R. El diseño del FROB es adecuado, tanto por los fondos como por el papel dominante del Banco de España. Confío en que no lleguemos al escenario del veto por parte de una autonomía. Tiene que haber correspondencia entre quien aporta los fondos y quien obtiene los resultados.
P. ¿Sugiere que si el Estado aporta los recursos debe tener la última palabra en las fusiones?
R. No es pensable que los fondos los ponga el conjunto de los contribuyentes para sostener entidades que actúan en una zona geográfica y que no respondan a las indicaciones del Banco de España.
P. ¿Hay entidades demasiado grandes para caer y por lo tanto para existir?
R. Tiene una cierta lógica, pero debe matizarse. El regulador no debe imponer tamaños máximos a las entidades. Más que el tamaño, lo importante es la complejidad y la interconexión. No se puede decir que Lehman Brothers fuera la entidad más grande del mundo, pero su interconexión y la complejidad ocasionaron el impacto que todos sentimos todavía. Además, cuando hay entidades internacionales cuyo tamaño es mayor que el de la economía del país donde tienen su sede, el supervisor debe ser multinacional.
P. ¿Pasado el pánico se está acabando el impulso de reformar las normas?
R. Se percibe una cierta fatiga de acción en los últimos meses, lo que tiene riesgos importantes. No debemos distraernos con el discurso de los brotes verdes porque éstos sólo se afianzarán con reformas. De lo contrario, no volverá la confianza.
P. ¿Hay presiones nacionales que impiden que algunas entidades digan todo lo malo que tienen en sus balances? ¿No debería ser más duro el BCE?
R. Sin transparencia no volverá la confianza a los mercados, pero también se necesita una buena normativa de protección del inversor. Los bancos europeos todavía tienen un camino largo por recorrer en transparencia, aunque han recorrido bastante. El BCE no puede regañar a instituciones, pero si exigir transparencia en los activos que admitimos para facilitar liquidez. Hemos adoptado medidas a este respecto y seguiremos haciéndolo.
P. ¿Podrían hacer algo más para presionar a los supervisores para que las entidades digan toda la verdad?
R. Hay presiones nacionalistas porque se teme que la transparencia manifieste debilidad. De todas formas, las pruebas de estrés de bancos, que hacen los supervisores europeos, son una prueba de que la situación de estas entidades se sigue sistemáticamente.
P. Al principio, el BCE no quiso facilitar liquidez, supliendo el mercado interbancario. Sin embargo, más adelante sí lo hicieron y fueron acusado de lentitud. ¿Hacen autocrítica?
R. No tengo que defender a un banco central que ha sido reconocido como el primero y el que más decididamente ha actuado contra la crisis. La diferencia entre las actuaciones antes de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre 2008 y las decisiones que se tomaron después era la misma que existe entre riesgo e incertidumbre. Una cosa es el riesgo calculable, cuando los mercados se secaron, y otra enfrentarse a la incertidumbre. En septiembre de 2008 lo impensable, el cisne negro, se manifestó ante nosotros. Una entidad sistémica, Lehman Brothers, se dejó caer. Las entidades se sientan sobre la liquidez y acumulan cantidades excesivas frente a posibles imprevistos. A medida de que regresemos a la situación de riesgos calculables, y se reduzca la incertidumbre, el mercado interbancario volverá a ser el protagonista.
¿Cuándo puede ocurrir eso?
Es absolutamente fútil intentar fijar una fecha.
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