La mujer da vida al medio rural
Con apoyo público, decenas de empresarias revitalizan la economía en zonas agrarias
Tenían todas las cartas para seguir siendo las copropietarias marginales en cualquier explotación agraria o para coger las maletas y marchar a la ciudad en busca de trabajo en el sector de los servicios, en las cajas de un supermercado o en cualquier cadena de producción industrial. Era su destino, el mismo al que se han resignado miles de personas ante la falta de posibilidades de empleo en los pequeños pueblos. Mujeres, y además, rurales.
Sin embargo, frente a esas dos opciones, hay un colectivo importante que ha optado por quedarse en sus zonas de origen y desarrollar en ellas su capacidad empresarial. Aunque destacan actividades ligadas a la industria agroalimentaria artesanal -utilizando los productos de la zona y en muchos casos los obtenidos en las propias explotaciones-, se han sumado al carro iniciativas en otros sectores como el textil, la cerámica, el cuero, la joyería, los bordados, la cosmética o la madera.
La mayor parte de las empresas se hallan en pueblos pequeños
El programa Artemur tiene el apoyo de Agricultura y del Plan Avanza
Los sectores más desarrollados son la agroalimentación, la cerámica o la joyería
Un portal de Internet sirve de plataforma para vender los productos
Impulsar la permanencia de las mujeres de cualquier edad en el medio rural con el desarrollo de una actividad rentable constituye una de las iniciativas puesta en marcha por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), integrada en la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). En el seno de la organización se ha constituido la plataforma Artemur, que sirve de nexo de unión y de base para la prestación de servicios a este colectivo.
Desde la organización se trata de cumplir tres objetivos. Primero, prestar apoyo a las pequeñas empresarias rurales que ya se hallaban instaladas en el medio y que estaban actuando por libre. Segundo, animar a otras mujeres a quedarse en el campo con una actividad propia, ayudándoles a crear empresas o a establecerse como autónomas, en lugar de buscarse la vida fuera del medio rural. Tercero, y lo más importante, organizar la comercialización de sus productos vía Internet evitando su aislamiento.
El programa desarrollado por Artemur cuenta con el apoyo del Ministerio de Industria a través del Plan Avanza mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para la comercialización y distribución de los productos artesanos y de empresas del mundo rural. Artemur cuenta con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
Para la presidenta de Fademur, Teresa López, la oferta constituye un escaparate de productos artesanales que se pueden elaborar en el medio rural y, sobre todo, de las inmensas posibilidades para crecer en esta dirección con criterios de calidad y de rentabilidad para las mujeres y sus familias. Los mensajes están claros: es posible vivir en el campo ejerciendo una actividad rentable como la transformación de sus productos o mediante nuevas iniciativas, y la principal razón para el abandono del medio rural radica en la falta de servicios a sus habitantes.
En este proyecto de hallan implicadas actualmente medio centenar de mujeres empresarias en el segmento de la producción artesanal en una docena de comunidades autónomas. El objetivo de la iniciativa es llegar a un colectivo de más de 300 pequeñas empresarias.
La actividad de este colectivo se centra en localidades con menos de 5.000 habitantes y, en una buena parte, en pequeños pueblos. Las inversiones acometidas para desarrollar esas nuevas actividades son, en la mayor parte de los casos, muy pequeñas, utilizando o mejorando las infraestructuras de sus propias instalaciones. Desde la organización se cuida que todas cumplan con las exigencias en materia de fiscalidad, así como en las condiciones higiénico-sanitarias en las empresas agroalimentarias.
La actividad de las empresarias integradas en Artemur se concreta en la elaboración de más de 500 productos, todos ellos artesanales. Las mujeres mantienen sus propios centros de trabajo y también acuden a ferias para vender sus productos. La mayor aportación del programa es la unificación de toda esa oferta en Internet, lo que posibilita vender a todo el mundo desde cualquier pequeña población.
El perfil de este nuevo colectivo de empresarias es muy variado. No hay una edad ni profesión dominante. Hay jóvenes que nunca salieron del medio rural y que han decidido quedarse en el pueblo con actividades innovadoras. Hay universitarias que volvieron también para trabajar en una oferta de nuevos productos. Hay, finalmente, mujeres mayores que han decidido comercializar lo que antaño elaboraban para consumo en los hogares. En este colectivo también se hallan las llamadas neorrurales, mujeres que han dejado la ciudad para instalarse en el campo buscando calidad de vida.
Historias para quedarse
Cada empresaria rural es una historia casi siempre ligada a su tierra.
Es el caso de Verónica Núñez, de Folgoso de Caurel (Lugo). Trabajaba como técnico de cultura y turismo. Un buen día se cruzó en su camino un joven de un pueblo cercano, Santa Eufemia, y ambos decidieron que lo mejor era instalarse en su tierra e iniciar una actividad empresarial tomando como base la transformación de los productos que les rodeaban: castañas, moras, cerezas o uvas.
Teresa Marín, de Valdáliga (Cantabria), buscaba un trabajo contra la incertidumbre y el paro, y decidió aprovechar las fincas de la familia y sus rebaños, hacer cursillos de formación e instalar su propia quesería artesanal con el nombre Granja la Ganceuca.
Mercedes Espinosa, de Casinos (Valencia), optó por no dejar caer el pequeño negocio familiar Turrones Chimo para dar un toque novedoso a un producto artesanal.
Adelaida Piñol, de Tivenys (Tarragona), dejó la tienda del pueblo para dedicarse a la apicultura con la elaboración de Miel Adelaida.
Avelina López, de María (Almería), y otras tres mujeres del pueblo no querían seguir paradas y montaron La Despensa de la Abuela para elaborar hasta 20 productos de embutidos caseros.
Ángeles Leonardo, de Matapozuelos (Valladolid), decidió seguir en el pueblo montando la empresa de repostería artesanal La Giralda de Castilla.
Elena Pacheco, de Jumilla (Murcia), creció al olor del negocio familiar de bodega de graneles y lo tenía claro. Tras finalizar la EGB, estudió enología para quedarse al frente del negocio y transformar el mismo en Bodegas Viña Elena.
Mariam y Estíbaliz, dos amas de casa, querían hacer algo más que las tareas del hogar y montaron la empresa Artelar 2007 en Entrena (La Rioja).
Ana Joanna, de la localidad tarraconense de Deltebre, inició la cría de pavos para apoyar la explotación familiar y pasó a la elaboración de jamón de pato.
María Pilar, de Arnedillo (La Rioja), con la fruta recogida en su explotación elabora diferentes confituras.
En Villoslada de Cameros, también en La Rioja, Ana elabora patés artesanos.
Alba, de Santa Marta de los Barros (Badajoz), fabrica queso de cabra del rebaño familiar.
Mary Carmen hace miel artesanal en la localidad turolense de Calanda...
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