El hambre vuelve a brotar en Argentina
La política ganadera del Gobierno y la crisis económica disparan la indigencia
Se ha vuelto a hablar de crisis alimentaria en el mundo a partir del alza de los precios de los alimentos entre finales de 2010 y principios de 2011. En Argentina, una de las principales potencias exportadoras agrícolas, también. En un país con capacidad para alimentar a 400 millones de personas, según reconoció su presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, unos 2,5 millones de argentinos pasan hambre, según calcula un centro vinculado a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) a partir de datos oficiales.
No por nada la CTA aprovechará su congreso federal de delegados para relanzar junto con el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo la campaña llamada El hambre es un crimen, que nació con la crisis argentina de 2001 y que persiste, pese a que el cuadro social ha mejorado desde entonces.
Según datos no oficiales, 2,5 millones de argentinos pasan hambre
El Gobierno frenó las exportaciones de carne, y el sector apostó por la soja
En lo que va de 2011, en una provincia del norte, Salta, se han registrado ya 10 muertes de niños por desnutrición. En octubre pasado, en otro distrito norteño, Misiones, el gobernador provincial admitió que en 10 meses de 2010 habían fallecido otros 206 menores de edad. El coordinador de Chicos del Pueblo, Alberto Morlachetti, cuenta que en el congreso de la CTA se debatirá la organización de una marcha que denuncie el hambre y que vaya desde la capital misionera, Posadas, hasta Buenos Aires, a 1.040 kilómetros de distancia. "Las organizaciones sociales locales nos piden que pasemos en el trayecto por Corrientes, Goya, Concordia, Rosario. Es que la situación no está bien, está mal", lamenta Morlachetti. En algunos comedores populares de Buenos Aires y sus alrededores, la cantidad de niños y adultos inscritos ha aumentado desde finales de 2010.
Un trabajo del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) de la CTA muestra que la indigencia -es decir, la falta de ingresos suficientes para adquirir el alimento básico- ha bajado del 27,7% en 2003 al 6,4% de los 40 millones de argentinos en el segundo trimestre de 2010 (último dato disponible). El CIFRA se guía por las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) hasta 2007, cuando este organismo público comenzó a subestimar la inflación y, por ende, la cantidad de indigentes, que según sus cálculos es de solo el 3,1%.
A partir de 2007, el CIFRA usó los índices de precios al consumo (IPC) que elaboran las oficinas de estadística de siete provincias argentinas para compararlos con la encuesta de ingresos de los hogares que elabora el Indec. El indicador de pobreza -la insuficiencia de ingresos para cubrir las necesidades básicas, no solo alimentarias, sino también de educación, salud, vestimenta y transporte- también varía según lo mida el CIFRA (23,8%) y el Indec (12%).
El panorama social de Argentina fue mejorando desde la crisis de 2001 hasta 2007, cuando una inflación elevada "frenó casi totalmente" la reducción del nivel de pobreza y lo estabilizó en marcas previas a aquella debacle, pero altas para la historia del país. Esa es la conclusión de un estudio de tres investigadores del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), Roberto Frenkel, Mario Damill y Roxana Maurizio, que también compararon los datos de inflación de las provincias con los de ingresos del Indec.
Los datos del CIFRA coinciden con esa observación y contradicen la del Gobierno: la pobreza bajó del 54% en 2003 al 25,2% en 2006, y después, pese al alto crecimiento solo interrumpido por la crisis mundial en 2009 y a pesar del subsidio que en 2010 creó el Gobierno para 3,7 millones de hijos menores de 18 años de parados y trabajadores informales, el índice descendió apenas al 23,8%. La indigencia pasó del 8,5% en 2006 al 6,4% en el segundo trimestre de 2010, antes de la escalada global de los precios de los alimentos.
Una de las provincias que miden la inflación es Santa Fe, la tercera en población. Según sus datos, los alimentos se encarecieron en 2010 el 37,6%, por encima del alza de salarios medido por el Indec (26,4%). Frenkel no atribuye tanto la subida de precios al aumento global, sino a las consecuencias de la política ganadera del Gobierno, que restringió las exportaciones de carne vacuna y así desalentó la actividad en favor de la plantación de soja, que se exporta casi toda a Asia y Europa. En enero, la comida se encareció en Santa Fe mucho menos que en los meses anteriores, el 0,6%, y su gobernador, el socialista Hermes Binner, lo atribuye a que los incrementos han dañado el poder de compra de los sectores de menores ingresos. "Hay dos Argentinas, una que consume más y otra, la que no puede comprar carne vacuna, verduras y frutas", dice Binner, que acaba de admitir que está en la carrera para enfrentarse a Fernández en las elecciones presidenciales de octubre.
En un centro infantil de la Fundación Proyectos de Vida en Grand Bourg, en la periferia norte de Buenos Aires, funciona un comedor que asiste a 50 niños. Uno de sus responsables, Santiago Casares, señala que el número no ha variado en los últimos meses. "Es un barrio de bajos recursos, pero no extremadamente pobre", explica Casares. En cambio, en otra localidad del norte del Gran Buenos Aires, Hurlingham, la encargada del comedor San José, Raimunda, dice que "lógicamente" cada vez más personas se acercan a pedir comida, "sobre todo parejas jóvenes". Atiende a 182 personas, pero tiene en lista de espera a 28 familias y a siete parejas de ancianos. "Si hubiera trabajo, no habría necesidad", opina. El paro asciende al 7,3%, menor que en muchos países desarrollados, pero dentro de la media latinoamericana "demasiado alta" por tratarse de un desempleo estructural, según un reciente informe del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA).
"A finales de 2010 empezó a venir más gente", comenta Cielo, a cargo de un comedor en Ciudad Oculta, un barrio chabolista de la capital. Antes asistían 300 niños y madres. Ahora, 350. "Es que aumentaron mucho los precios de los alimentos", justifica la líder de la asociación civil La Voluntad del Cielo. También en Buenos Aires, Sandra, del comedor Los Angelitos, de Villa Lugano, observó el mismo fenómeno: "A la noche pasamos de 160 personas a 180. Al mediodía, de 100 a 110. Muchos no tienen trabajo y la asignación por hijo (38 euros mensuales) no cubre todas las necesidades". Morlachetti se define como marxista, pero aclara que hasta el capitalismo "en serio" que pregona Fernández podría derrotar el hambre en Argentina a fuerza de más redistribución de la riqueza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.