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El agravamiento de la crisis | La repercusión de los mercados

El euro cae al mínimo en medio año

La indefinición de la última cumbre europea alimenta las dudas acerca de las ayudas a Atenas y castiga a las Bolsas, la moneda única y el mercado de deuda

Claudi Pérez

Dicen los estadounidenses que hay un determinado día del año en el que la marmota es capaz de adivinar si el invierno se acaba o va a seguir más allá de lo normal. En la película Atrapado en el tiempo, el protagonista se queda enredado en un bucle angustioso, una pesadilla interminable en la que todas las mañanas se descubre en el dichoso día de la marmota. Eso, poco más o menos, es lo que ocurre también con la crisis fiscal griega y europea: 20 meses después de su estallido, los mercados se despertaron ayer con el ya casi tradicional batacazo, con caídas en las Bolsas —del 2% al 3% en Europa y algo menos en Wall Street—, con problemas con la deuda pública de todos los países periféricos, pero sobre todo con un fuerte retroceso del euro, en mínimos de los últimos seis meses tras las clásicas malas noticias procedentes de Grecia, que sigue flirteando con la suspensión de pagos ante la posibilidad de que no lleguen las ayudas internacionales. Veinte meses después, una vez más, la marmota anuncia que el invierno va a ser largo para Grecia y para toda Europa.

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En economía, según un viejo aforismo financiero, las cosas tardan en suceder más de lo que inicialmente se piensa, pero una vez que ocurren todo va mucho más rápido de lo que nadie pensaba. Ese no va a ser el caso de Grecia, cuyos malos augurios vienen de muy lejos. A la vista de las caídas de ayer, las subidas de las Bolsas mundiales de la semana pasada, ayudadas por las medidas extraordinarias de los bancos centrales, se han quedado en un mero espejismo. La inquietud sobre la posición fiscal de Atenas sigue ahí, al igual que las dudas sobre la forma de manejar la crisis de las instituciones europeas, cuya reunión de ministros de Finanzas en Wroclaw (Polonia) terminó el sábado sin una sola propuesta de solución más allá de las recetas conocidas: más austeridad para Grecia si quiere créditos internacionales.

Sin el imprescindible impulso político e institucional, los escasos datos que se conocieron durante la jornada tampoco invitan al optimismo. En EE UU, la vivienda sigue sin recuperarse: apenas un indicio más de los riesgos de recaída en la recesión que trata de evitar el Gobierno de Barack Obama con una nueva ronda de estímulos. En la otra orilla del Atlántico, el Banco Central Europeo (BCE) dio a conocer que gastó menos de 10.000 millones de euros en las compras de deuda pública, muy por debajo de lo previsto y de las cifras que los expertos consideran necesarias para mantener bajo control las primas de riesgo —el sobrecoste que se paga respecto al país más seguro, Alemania— de Italia y España. La deuda española a 10 años pagaba ayer intereses del 5,3%, y la italiana en torno al 5,5%; el bono alemán está por debajo del 2%. La diferencia se ensanchó ayer y refleja las dudas de los inversores sobre la solvencia del euro. España tendrá hoy un nuevo examen, con una subasta de deuda a 12 y 18 meses.

El euro encajó un duro golpe y en algunos momentos del día llegó a estar incluso en los 1,35 dólares por unidad. Aunque cerró por encima de 1,36, esos niveles suponen mínimos desde marzo. Pero si tantas son las dudas sobre la eurozona no tiene mucho sentido que la moneda única siga en cotas tan altas. La Reserva Federal (el banco central de EE UU) inicia hoy una reunión que durará dos días, en la que debatirá nuevos estímulos. "¿Qué pasa esta semana? Que esa reunión va a meter más presión al euro, como ya ha empezado a verse", indicó Rob Ryan, de BNP Paribas. "El peor problema de Europa es que nadie sabe cómo va a terminar el juego", explicó a Reuters Phil Orlando, de Federated Investors en Nueva York.

La banca sufre en medio de esa doble hélice que para sus cuentas suponen las fuertes caídas en Bolsa (que socavan los colchones de capital) y la tensión en el mercado de deuda (que genera dudas por los bonos de países con problemas que las entidades acumulan en sus balances). Los bancos norteamericanos protagonizaron los mayores retrocesos en Wall Street, y en Europa sucedió exactamente lo mismo, pero con cifras aún peores: Barclays, el segundo banco británico, y el francés Société Générale protagonizaron caídas de más del 6%. El Ibex español cedió el 1,98%, con caídas superiores al 2% en los dos grandes bancos, Santander y BBVA.

No hay nada realmente nuevo que explique esas caídas. La incertidumbre sobre Grecia, la falta de acuerdo en las altas esferas de la eurozona, el extenso repertorio de miedos que va desde la recaída de la recesión en todo el mundo a un pinchazo de las burbujas que se están formando en Brasil o China y, sobre todo, lo fácil que parece que toda esa neblina acabe provocando un accidente estaban ayer detrás de todos esos datos, en el enésimo día de la marmota en los mercados desde que empezó la crisis.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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