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La reforma del sistema fiscal

La caída de ingresos coloca la presión fiscal en el menor nivel desde 1995

El peso de los impuestos baja más que en Europa hasta alcanzar el 30,4%

Lucía Abellán

La economía española sobrerreacciona ante fenómenos opuestos. En tiempos de bonanza, registra las mayores subidas del empleo, la inflación y las Bolsas. En vacas flacas, los desplomes son más acusados que en la media europea. A ese comportamiento responde también la presión fiscal. Este indicador, que refleja el peso de los impuestos y las cotizaciones sociales sobre el PIB, subió con fuerza al calor del milagro económico hasta alcanzar un máximo del 37,1% en 2007. Pero ese nivel de ingresos públicos se reveló ilusorio. En dos años de crisis, la presión fiscal ha descendido hasta el 30,4%, el nivel más bajo al menos desde 1995, desde que existen datos.

El concepto de presión fiscal ha originado este verano la polémica que, con tintes similares, ya se repitió el pasado, en ambos casos a raíz de reflexiones del ministro de Fomento, José Blanco, sobre el marco tributario. El porcentaje de impuestos sobre la riqueza del país ha caído a mucha más velocidad en España que en otros países europeos. Con el 30,4% registrado en 2009, en plena recesión, la economía española se equipara a la lituana y prácticamente a la irlandesa, que ha hecho de la baja tributación uno de sus atractivos inversores pero que, al igual que España, ha sufrido con especial virulencia los embates de la crisis.

La presión fiscal ha caído a niveles poco compatibles con el Estado de bienestar
Hacienda estudia un nuevo tramo en el IRPF para las rentas más altas

Esas cifras alejan a España de Francia (42,8%), Alemania (39,3%), incluso del liberal Reino Unido (37,3%), aunque aspire a compararse con ellos en bienestar social. Tras un moderado descenso en 2009, la media europea se sitúa en el 38,7%.

El derrumbe de la construcción, que proporcionaba pingües beneficios a las arcas públicas, y las medidas de estímulo fiscal puestas en marcha para aliviar el bolsillo del contribuyente explican oficialmente ese brusco descenso. Inspectores y técnicos de Hacienda aportan otro motivo: el elevado nivel de fraude de la economía española. Según esa interpretación, muchos empresarios reaccionan ante las dificultades con una mayor ocultación de ingresos al fisco y abandonando la economía declarada para refugiarse en la sumergida.

Con evasión de impuestos o sin ella, lo cierto es que la presión fiscal ha caído a niveles difícilmente compatibles con la magnitud del actual Estado de bienestar. Pero la respuesta que ha elegido el Gobierno socialista contra la crisis se centra en el recorte del gasto y ensaya de forma más moderada la vía del ingreso, especialmente en lo que se refiere a rentas altas. El plan de austeridad anunciado por el presidente del Gobierno en mayo incluía rebajas de sueldos a los funcionarios, congelación de pensiones, recorte de inversiones y otras medidas restrictivas para ahorrar 15.000 millones de euros. Las subidas de impuestos que ha aplicado el Ejecutivo a lo largo del año (aumento del IVA, supresión de la deducción de 400 euros en el IRPF y aumento de la fiscalidad sobre el capital) proporcionarán a las arcas públicas casi 11.000 millones adicionales, si se cumplen las previsiones de Economía.

Al contrario de lo que ha ocurrido en la mayor parte de los países europeos que han aplicado ajustes, el flanco ausente en el debate fiscal español ha sido el más fácil de justificar socialmente: las rentas elevadas. Poco después de eliminar un impuesto de patrimonio que recaudaba 2.000 millones de euros al año (en época de bonanza la cantidad resultaba modesta, pero supone más de lo que arañará el Gobierno congelando las pensiones), Zapatero se vio forzado a anunciar un nuevo impuesto para ricos que compensase la excesiva presión ejercida sobre las rentas medias.

El resultado de esa promesa se conocerá con los Presupuestos de 2011, pero la vicepresidenta Elena Salgado dejó ayer claro que apenas tendrá impacto recaudatorio.

La fórmula consistirá probablemente en crear un nuevo tramo en el IRPF al que se le aplique un tipo superior al máximo actual (43%). Y ello a pesar de que en ese terreno España está bastante equiparada a la UE: el tipo marginal de IRPF en la zona euro es del 42,4% y en el conjunto de la UE, del 37,5%. Más margen hay para eliminar deducciones en el impuesto de sociedades, una idea bien vista por Hacienda pero descartada al menos hasta que la actividad remonte.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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