Los bancos exigen fusiones entre las entidades que reciban ayudas públicas
La patronal AEB dice que la economía sólo mejorará si se cierran oficinas
La crisis financiera en España es asimétrica. Pese al empeño de la patronal de las cajas de ahorros (CECA) en negarlo, todo indica que las bajas empezarán en su bando. La tensa situación ha crispado el debate entre Juan Ramón Quintás, presidente de la CECA, y su homólogo en los bancos, Miguel Martín, de la AEB, dos veteranos del sector con más de 17 años de experiencia.
Martín, durante unos cursos sobre finanzas organizados por la Asociación Española de Periodistas de Información Económica (APIE) y el BBVA en la Universidad Menéndez Pelayo, en Santander, pidió que los que reciban dinero del fondo de rescate que prepara el Gobierno "se fusionen, reduzcan oficinas y reorienten su gestión". Según este planteamiento, el salvamento de Caja Castilla La Mancha (una entidad difícilmente viable) es un grave error porque, tras recibir dinero público, trata de vender activos para intentar salir adelante sin buscar pareja. El planteamiento del Gobierno choca con el de los bancos, ya que las entidades recibirán ayudas sin relevar a los gestores y a cambio de un plan de viabilidad. Esta vía suave es la que apoyó Quintás el pasado miércoles al defender ayudas "para las que tengan estrategias viables, pero atraviesen dificultades temporales". Sugirió incluso que utilicen el dinero para retirarse de mercados ineficientes o externalizar servicios, como la informática.
El debate entre las patronales de la banca y de las cajas es de alto voltaje
Quintás acusó a los bancos de intentar hacerse con las cajas (que tienen la mitad del mercado), de contar con la colaboración de los medios de comunicación para sus fines y de anticipar una salida ficticia de la crisis por intereses propios (quizá en alusión a las erróneas predicciones de Emilio Botín hace un año).
Martín echó ayer por tierra la cirugía sin dolor de las cajas. "Eso es como echar agua en un cesto. La entidad que recibe capital ha sido nacionalizada. El Estado debe mandar y si no se reestructura, frenará la recuperación del sistema financiero y de la economía", dijo tajantemente. "Obligarle a reducir tamaño es lo único que justifica utilizar dinero de los ciudadanos porque cuando mejore, volverá a dar créditos".
El debate es de alto voltaje por el historial de Martín y Quintás: los dos líderes han vivido la crisis de los noventa en primera línea; ambos nacieron en 1943, es decir, están cerca de la jubilación, un hecho que siempre suelta la lengua, y tienen prestigio en el sector. La diferencia es que Martín supervisó el rescate de Banesto en 1993 desde el Banco de España y siempre ha confesado ser un defensor de las cajas, lo que da gran trascendencia a su discurso.
El primer mensaje velado de Martín hacia las cajas fue que "cada entidad es responsable de su situación. No se puede culpar al Gobierno o al Banco de España", ni siquiera a los políticos, explicó. "Deben hacer más para salir de ese ámbito", exigió. La segunda máxima fue: "Sólo si las cajas o el Gobierno nos lo piden, las compraríamos. Sin estas condiciones, no haríamos ninguna operación". A continuación, desaconsejó los cierres de entidades "porque en España son muy caros".
Martín advirtió que "recibir dinero público es muy malo: la entidad pierde independencia y tiene que devolver lo que le han dejado, a la vez que intentar ganar dinero, algo muy difícil en el mercado actual". Aunque discrepe del fondo del Gobierno, la AEB, dijo, "lo apoyará a tope porque será útil para salir de la crisis".
Por otro lado, José Manuel Martínez, presidente de Mapfre, avanzó, también en Santander, que el 50% de los ingresos y el 40% del beneficio de la compañía llegarán de fuera de España este año, y mantuvo la previsión de 18.500 millones de euros en ingresos para el año 2009.
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