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Trichet propone la creación de un Ministerio de Finanzas europeo

El organismo tendría competencias fiscales y de tutela del sector financiero

Jean-Claude Trichet, presidente saliente del Banco Central Europeo (BCE), aprovechó ayer la ocasión de la recepción del Premio Carlomagno que honra cada año a un europeísta de pro para hacer una propuesta visionaria: la creación de un Ministerio de Finanzas de la Unión Europea. Este nuevo sueño europeísta nace de una pesadilla: la amenaza que para la Unión y su moneda única supone el desbarajuste financiero de, como mínimo, Grecia, Irlanda y Portugal. Mientras llega o no ese ministerio imaginado, Trichet propone intervenir rigurosamente en los países con economías desarboladas, aunque para Grecia, de momento, se opte por el gradualismo.

"¿Sería demasiado atrevido, en esta Unión del mañana o del pasado mañana, y en el campo económico, con un mercado único y una moneda única, pensar en un Ministerio de Finanzas de la Unión?", dejó caer Trichet en su discurso de reconocimiento por el Carlomagno que le fue entregado en Aquisgrán. Soñar es gratis, pero él mismo demostró tener los pies en el suelo. Tal creación conllevaría cambios de fondo en el sistema institucional europeo y modificar a fondo el Tratado de Lisboa, hizo notar.

El FMI ultima el análisis sobre Grecia con nuevas medidas de ajuste

Trichet hablaba de mañana y de pasado mañana, pero el problema está, hoy y ahora, en países como Grecia, Irlanda y Portugal, sometidos a curas de caballo para tratar sus desarreglos financieros que no tienen garantizado el resultado buscado. "Si un país sigue sin reaccionar, creo que todos estaremos de acuerdo en que una segunda fase ha de ser diferente", apuntó el presidente del BCE.

El país que no responda a este primer régimen deberá someterse a un estricto tratamiento de choque dictado por los responsables de la eurozona a los que habrá que otorgar "una responsabilidad más seria e imperativa, por ejemplo, en la determinación de las políticas económicas del país si es que se descarrían de forma peligrosa". Una intervención pura y dura en la soberanía nacional de un socio en nombre del bien común. "En esta segunda fase debería ser no solo posible, sino en algunos casos obligatorio que las autoridades europeas -es decir, el Consejo [los Gobiernos de la UE] a propuesta de la Comisión y en contacto con el BCE- tomaran decisiones sobre la economía en cuestión", prescribe Trichet.

Aceptar tal régimen para salvar el rigor y la competitividad de la Unión, interna y externa en un mundo globalizado, sería el paso intermedio que podría llevar en un futuro indeterminado a un Ministerio de Finanzas de la UE entrevisto por Trichet no como administrador de un gran presupuesto federal, sino como una autoridad fiscalizadora con tres áreas de responsabilidad: políticas fiscales y de competitividad; tutela del sector financiero de la Unión, y representación de la UE en las instituciones financieras internacionales.

Entre los asistentes a la ceremonia y al discurso estaba Vitor Constancio, vicepresidente del BCE, pendiente del prosaísmo de lo cotidiano y pensando en Grecia. El portugués Constancio aseguró que el BCE acepta ahora la participación de la banca privada en el segundo rescate de los helenos, valorado en unos 60.000 millones a añadir a los 110.000 aprobados el año pasado. Esa intervención privada pasaría por adquirir nuevos bonos y extender el plazo de vencimiento de los ya comprados para dar a Atenas más tiempo a cumplir sus compromisos.

Una misión de la troika (Comisión Europea, BCE y Fondo Monetario Internacional) debe concluir hoy en Atenas semanas de análisis al tiempo que se anuncien las nuevas medidas de ajuste para recibir 12.000 de los millones prometidos para evitar la suspensión de pagos. El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, viaja esta tarde a Luxemburgo para presentar el plan pactado a Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo.

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