La OCDE advierte de que continúa el deterioro económico en Europa

El bandazo de la economía europea es patente en las gráficas de la OCDE, que sintetizan la información más reciente de un ramillete de actividades. La cosecha de indicadores que sirven al organismo para vaticinar lo que ocurrirá dentro de seis meses se traduce en curvas descendentes, de pendiente muy pronunciada, para Alemania, Francia o Reino Unido. Si el año comenzó con una fugaz recuperación, cierra con un frenazo en seco. Lo siguiente, según las estadísticas (pedidos de la industria, cotizaciones bursátiles o reservas hoteleras, entre otras) de octubre, será una recaída generalizada en el Viejo Continente.

Desde el verano, el desfondamiento en las actividades económicas que el OCDE analiza para anticipar cambios de ciclo es muy acusado, sobre todo en las principales economías europeas. En Alemania, el índice ha pasado de 103,5 a 98,3 en apenas cinco meses. En esta construcción estadística, que trata de aproximar cuál será la tasa interanual del crecimiento del PIB en seis meses, 100 equivale a la tendencia a largo plazo de cada economía. Y lo que cuenta para las principales economías europeas es coherente con lo que señalan las previsiones de organismos internacionales y analistas privados: el PIB apenas crecerá en términos interanuales y en la comparación trimestral puede haber retrocesos, y por tanto, recesión.

La ralentización se extiende a buena parte de la economía mundial, pero solo en Europa, atascada por la sequía de crédito y la crisis de deuda pública, ha adquirido un tono preocupante. Por contraste, otros gigantes económicos, como EE UU, China y Japón, solo encajan una desaceleración. El impacto entre los emergentes es muy desigual: mientras Rusia mantiene un ritmo de crecimiento por encima del promedio, Brasil y, sobre todo, India tienen por delante un panorama mucho menos alentador.

En Europa, el deterioro se extiende a todo tipo de economías. Italia, Holanda y Bélgica, con un notable sector exterior, están entre las que sufren un mayor deterioro de sus perspectivas económicas. En el caso de España, la caída del índice es menos acusada, pero el punto de partida (el crecimiento interanual no ha pasado del 0,8% tras la Gran Recesión) es mucho más bajo. Solo Irlanda, entre los países más cuestionados por los mercados, apunta a una ligera recuperación.