"Necesitamos que toda la banca acepte la quita de la deuda"
Atenas aspira a que todos los acreedores privados participen en el rescate
Evánguelos Venizelos, el ministro griego de Finanzas, lideró ayer la revuelta del Gobierno contra Yorgos Papandreu. Convenció al poner una fecha sobre la mesa: Grecia necesita el sexto tramo del primer rescate financiero, los 8.000 millones de euros, antes del 15 de diciembre. El 11 debe afrontar un vencimiento de deuda de 12.000 millones y no los tiene. Si la famosa troika -Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional- congelaba la entrega de esa suma, como respuesta al referéndum que ponía en peligro el acuerdo de Bruselas de la semana pasada, el país suspendía pagos.
"Debemos comenzar las negociaciones con la troika cuanto antes", señaló ayer Venizelos, quien advirtió de que ahora, además, hay que convencer a la banca de que renuncie a cobrar parte de los que les debe el país. "Necesitamos trabajar con nuestros socios privados [la banca y las compañías de seguros, principalmente] para conseguir, si es posible, el 100% de aceptación", apuntó. La banca alemana había alertado ya de que no aceptaría trato alguno antes de la consulta que el primer ministro, Yorgos Papandreu, planeaba convocar.
El ministro de Finanzas lideró la rebelión interna contra Papandreu
El primer ministro llegó a admitir que plantear la consulta había sido un error
El acuerdo contempla la entrega de 130.000 millones en préstamos hasta 2014, para intentar reducir la deuda pública griega, equivalente a casi el 170% del producto interior bruto (PIB) en que se encuentra ahora, hasta un 120% que se considera "soportable", aunque es prácticamente el doble que la de España.
Además, la banca que ha prestado dinero al país en los últimos años tendrá que aceptar una quita del 50%. A cambio, los griegos tendrán que afrontar más ajustes sociales, después de miles de despidos de empleados públicos, duros recortes de pensiones y salarios y la subida de impuestos.
"La posibilidad de llegar a un acuerdo con la oposición es real", dijo ayer el titular de Finanzas. Su sombra se hizo enorme en este último capítulo de la novela griega. Venizelos, que rivalizó en su día con Papandreu por el liderazgo del Pasok, logró que el primer ministro aceptara un Gobierno de coalición, según una fuente anónima citada por Reuters. A cambio, hoy, viernes, sus ministros le apoyarían en la moción de confianza, que debe ratificarle o apearle del poder. Papandreu, según la misma fuente, admitió incluso que había sido un error haber planteado la iniciativa de una consulta popular sobre el plan de rescate y mostró su disposición a abandonar su puesto incluso si sale adelante hoy la moción de confianza.
El referéndum, si salía adelante con un sí, era una manera de frenar la petición de elecciones anticipadas, servía para hacer cómplice a la sociedad de sus propios sacrificios económicos y para presionar ante Bruselas y lograr suavizar las reformas. Lo que no había calculado Papandreu es que esto también iba a soliviantar a parte de su partido. Y, si pierde el pulso, es decir, la consulta, el grifo de préstamos a Grecia se corta, la bancarrota pasa de hipótesis a realidad y el país abandona el euro.
El drama griego comenzó hace casi dos años, cuando un recién elegido primer ministro Yorgos Papandreu miró bajo la alfombra y se encontró sorpresas pocos agradables: las estadísticas oficiales se habían falseado y el déficit con el que acabaría ese año, 2009, no quedaría en el 3,7% que se había anunciado, sino en el 12,5% (aunque finalmente escaló al 15%).
A partir de ahí comenzó la caída libre. Los bonos griegos se negocian estos días en los mercados secundarios a precios imposibles: el que vence a dos años, por ejemplo, llegó ayer a cotizar a precios que implicaban una rentabilidad del 100%. Solo significa que nadie en el mercado confía en que Grecia pueda pagar.
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