Francia insiste en aprobar la tasa financiera aunque sea en solitario
Monti reclama a Sarkozy una perspectiva europea y alerta del riesgo de división
Cada día más volcado en su reelección, Nicolas Sarkozy viajó ayer hasta Los Vosgos para rendir homenaje a Juana de Arco en el 600º aniversario del nacimiento de la bélica patriota francesa. Tras adelantarse en 24 horas al acto programado por la líder ultraderechista Marine Le Pen, el presidente francés se reunió en el Elíseo con Mario Monti, jefe del Gobierno italiano, para preparar el Consejo Europeo del día 30 e impulsar la tasa sobre las transacciones financieras, viejo caballo de batalla de Sarkozy para mostrar músculo político a los bancos, a los especuladores y a su nuevo enemigo: la City.
Menos sanguíneo, el impasible Monti sale de su primera visita oficial a París convertido en el contrapeso a las urgencias electorales de Sarkozy y a la rigidez estructural de Angela Merkel. Para contentar a Francia, el sucesor de Silvio Berlusconi dio luz verde a la tasa a las transacciones financieras, una idea que, como recordó, el anterior Gobierno de Roma no apoyaba. Pero a la vez dejó muy claro que esa y las demás medidas contra la crisis deben afrontarse desde una "perspectiva europea".
Italia llegará al déficit cero en 2013, según asegura su primer ministro
Sarkozy y Merkel visitarán a Monti en Roma el próximo 20 de enero
"La gestión rápida y eficaz de la crisis del euro debe llevar a la unión y no a la división de los países de Europa", advirtió Monti, quien antes de llegar a París ya había declarado a Le Figaro que la armonía entre Berlín y París "es crucial para Europa, pero no es suficiente".
Ayer, tras almorzar con el primer ministro, François Fillon, el profesor presumió de que Italia llegará al déficit cero en 2013, y lanzó un grito de alarma y un mensaje de confianza sobre la crisis: "Europa es como un alpinista que camina sobre un cortado; está en un momento crucial, pero puede alcanzar la meta", dijo, para añadir con humor que el miércoles negociará con Merkel "las rigideces alemanas". Al acabar la reunión en el Elíseo, se supo que Sarkozy y Merkel visitarán a Monti el día 20 en Roma.
Sin mover una ceja por el nuevo descalabro de la prima de riesgo italiana, el profesor alertó contra el "riesgo de división" que sufre Europa, e incluso criticó, sin citarla, la retórica Juana de Arco que en las últimas semanas parece haber poseído al Gobierno francés, al hablar del "nacimiento y desarrollo de incomprensiones de fondo entre poblaciones y Estados miembros".
Tampoco olvidó lanzar un último dardo a Berlín, al denunciar el "regreso de los prejuicios entre el norte y el sur de Europa". Su ministro de Economía, Corrado Passera, completó el regreso de Roma al primer plano europeo definiendo la gestión de la crisis como "muy decepcionante".
Sarkozy declaró que comparte todas las visiones de Monti sobre la solución de la crisis del euro, pero sobre la tasa financiera fue inflexible: "No esperaremos a que otros estén de acuerdo".
Su problema es que le quedan apenas 120 días hasta el primer turno de las presidenciales, a finales de abril. El presidente-candidato necesita cumplir algunas promesas cuanto antes para arañar votos entre los indignados de una extrema derecha que se mantiene cerca del 20% en los sondeos, y a la vez intenta seguir explotando la imagen del capitán protector en medio de la tempestad.
Los datos le ayudan poco, porque Francia está entrando en recesión, hay un millón de parados más que hace cuatro años (el máximo desde 1999) y la deuda pública ha crecido en 600.000 millones en su mandato. Así que Sarkozy recurre al plan B: la refundación del capitalismo y de Europa en medio de esta crisis "planetaria", "sin precedentes", "la peor desde la II Guerra Mundial".
En esa línea están tanto el inminente y criticado aumento del IVA, llamándolo "IVA social" para que parezca un golpe proteccionista a los productos de países sin derechos laborales, como la tasa Tobin, que Sarkozy vende como una "cuestión de justicia", según señaló en su discurso de fin de año, casi como una venganza hacia "las finanzas que tantos quebrantos han provocado". Su idea es aprobarla lo antes posible, quizá en la ley de presupuestos que se debatirá en febrero.
Los expertos han advertido de que la medida, que según la Comisión gravaría con un 0,1% las transmisiones de acciones y obligaciones, y con el 0,01% los demás productos financieros, solo tendría sentido si se aprueba a la vez en toda Europa, o mejor aún en todo el mundo. Pero la idea cuenta con la oposición explícita de Reino Unido y con reparos de países como Suecia.
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