Los gigantes del automóvil de Estados Unidos aceptan el control directo de la Casa Blanca
GM, Ford y Chrysler admiten que han "cometido errores" para convencer al Congreso de que aprueben el crédito de 26.900 millones
Las reticencias que están encontrando los tres mayores fabricantes de coches de EE UU para que el Congreso apruebe un multimillonario crédito de rescate para el sector, afectado por una grave ante el desplome de las ventas, está llevando a los ejecutivos de las compañías conocidas como los tres grandes de Detroit a bajar la cabeza y admitir errores. Además, en un penúltimo movimiento desesperado, los dirigentes de General Motors, Ford y Chrysler han anunciado que están dispuestos a aceptar que el Gobierno controle sus decisiones en la necesaria reestructuración de la industria de las cuatro ruedas si el fondo de 34.000 millones de dólares (26.900 millones de euros) que necesitan para seguir en el negocio sale finalmente adelante.
Han dejado en casa los jets privados y han llegado a Washington conduciendo coches híbridos desde sus sedes de Michigan. Han renunciado a los sueldos millonarios y han aceptado trabajar por un euro el próximo año, pero todos estos gestos de austeridad no han sido suficientes.
Al igual que hicieran hace dos días, cuando presentaron a los congresistas sus respectivos planes de viabilidad para conseguir la ansiada inyección económica, las firmas automovilísticas regresaron ayer al Capitolio con la mano extendida y una nueva propuesta para evitar que la industria automotriz de EE UU se vaya al traste: aceptar que la Casa Blanca tenga poder de decisión en los contratos con la industria auxiliar de componentes, competencia para participar en las operaciones financieras y la capacidad de imponer medidas de ahorro, así como tomar parte en las negociaciones con los sindicatos. En este punto, los representantes de los trabajadores también han aportado su granito de arena al anunciar que moderarán sus reivindicaciones y aceptan sacrificios para garantizar el futuro de los puestos de trabajo.
En cualquier caso, los ejecutivos han reiterado que la bancarrota "no es una opción" y que, sin el rescate federal, el colapso del sector agravaría la crisis económica. Esta vez, los tres grandes de Detroit han encontrado menos hostilidad pero cierto escepticismo sobre por qué merecen un rescate, en momentos de gran ansiedad económica, cuando han labrado su propia tumba con desaciertos de gestión, producción y marketing.
Efecto dominó
"Estamos hoy aquí porque cometimos errores... factores fuera de nuestro control nos han empujado al borde" de la ruina, ha reconocido el principal ejecutivo de GM, Rick Wagoner, ante el Comité de la Banca del Senado. Wagoner ha comparecido junto a sus colegas de Ford, Alan Mulally, y de Chrysler, Robert Nardelli, para insistir en que el Congreso les conceda préstamos y líneas de crédito.
Para escapar de la bancarrota General Motors necesita más de 18.000 millones, y "de inmediato" una primera partida de 4.000 millones en diciembre y un monto similar el mes próximo. A cambio, plantea eliminar 31.000 empleos en los próximos tres años (casi un tercio de la plantilla), cerrar 11 de sus 48 plantas y romper los contratos con hasta 2.000 distribuidores de los 6.700 actuales, informa Sandro Pozzi.
Chrysler, por su parte, necesitaría unos 7.000 millones antes de fin de año. Pero su estrategia pasa por establecer "sinergias" con una de sus rivales, mediante fusión o alianza, y reanudar las conversaciones sobre este extremo con GM. Ford está mejor situado, aunque también ha pedido una línea de crédito de 9.000 millones, pero sus ejecutivos no creen que vaya a tener que recurrir a ese dinero. Su interés está más bien en acceder a los fondos del Departamento de Energía para desarrollar coches más eficientes. La compañía estudia desprenderse de Volvo.
El máximo responsable de Ford ha advertido del efecto dominó que tendría lugar si fracasa alguno de sus dos competidores. Ese colapso "amenazaría a Ford, porque dependemos en un 80%de los mismos abastecedores, y cerca del 25% de nuestros principales concesionarios también posee franquicias de GM y Chrysler", ha explicado.
El 61% de estadounidenses rechaza el rescate
Pero en la Casa Blanca, en los pasillos del Congreso, y entre la opinión pública, persiste el recelo. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, ha dicho hoy que "es prematuro calificar" los planes de Detroit y ha reiterado que el apoyo del Ejecutivo "dependerá de que ellos demuestren viabilidad". El presidente del Comité, Christopher Dodd, y el senador Charles Schumer han advertido por su parte de que, sin acciones inmediatas, habrá "millones" de despidos.
Según una encuesta de CNN hecha pública el miércoles, el 61% de los estadounidenses se opone a un plan de rescate. Por ello, los tres grandes de Detroit, y grupos laborales y sindicalistas que los respaldan, realizan una intensa campaña de convencimiento para lograr el salvavidas.
BMW reduce un 25,4% sus ventas en noviembre
El consorcio automovilístico alemán BMW registró un volumen de ventas de todas sus marcas de 96.570 unidades en todo el mundo durante el pasado mes de noviembre, lo que se traduce en un retroceso del 25,4% en comparación con las cifras del mismo mes de 2007, ha informado la compañía en un comunicado.
En el acumulado del año hasta noviembre, la multinacional que preside Norbert Reithofer matriculó 1,32 millones de unidades a nivel mundial, lo que se traduce en una caída del 1,8% si se compara con los once primeros meses del año precedente.
Por marcas, BMW comercializó 81.357 vehículos en todo el mundo el mes pasado, lo que supone un descenso del 26,2% en comparación con las ventas del mismo mes de 2007, mientras que en el acumulado del año las entregas de la firma de Munich se redujeron un 3,5%, hasta 1,1 millones de unidades.
Mini, por su parte, vendió 15.103 coches en noviembre, un 20,8% menos, y entre enero y noviembre la empresa matriculó 217.405 unidades, un 7,6% más. La firma de coches de lujo Rolls-Royce entregó 110 coches el mes anterior, un 18,5% menos, y 1.055 unidades hasta noviembre, un 28,5% más.
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