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Economía se queda sin margen para paliar los efectos de un desvío en el déficit

Alejandro Bolaños

De diciembre de 2010 hasta ahora pasaron muchas cosas; desde la perspectiva de los mercados financieros, casi ninguna buena para España. En una entrevista con Financial Times, a finales del año pasado, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, resaltaba que las privatizaciones permitirían reducir en un tercio (de 47.000 a 31.000 millones) la emisión de deuda nueva prevista por el Tesoro para 2011. Hace dos semanas, cuando se suspendió la salida a Bolsa de Loterías, Salgado transformó una relevante merma de ingresos en algo "extraordinariamente positivo": debía valorarse que el Tesoro pudiese atenerse al plan inicial, endeudarse por 47.000 millones, con unos mercados tan hostiles.

Dos interpretaciones tan extremas solo pueden mantenerse sobre la base de un equívoco. Las privatizaciones iban a permitir al Gobierno reducir la emisión de deuda pública. Pero, pese a las palabras de Salgado, eso no figuró nunca en las previsiones oficiales de este año. De modo que Economía puede argumentar ahora que la suspensión de las privatizaciones no compromete su objetivo de deuda pública (67,3% del PIB) para 2011. El efecto, sin embargo, sí está recogido en las previsiones de 2012. De ahí que el Gobierno insista en que las privatizaciones solo se aplazan.

Para los inversores, el plan de privatizaciones era la bala de plata, algo que iba a permitir mantener con holgura (o incluso rebajar) el nivel de deuda previsto. Y también, un colchón para amortiguar el posible desborde del déficit público: si, como acaba de anticipar el BBVA, el desfase de las Administraciones acaba más cerca del 7% del PIB que del 6% previsto, eso implicaría que habría que aumentar la emisión conjunta de deuda en 10.000 millones. Y que los ingresos de las privatizaciones no estarán ahí para compensarlo.

La suspensión de las privatizaciones tampoco es neutral para el déficit, incluso si el objetivo se cumple. Reducir la emisión de deuda pública habría permitido al Estado pagar menos por los intereses. Al menos, la Administración seguirá ingresando todos los dividendos que genera Loterías.

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