China enseña al mundo a capear una crisis
Llamadme loco, pero esta crisis es buena para China. También es buena para el papel y las responsabilidades de China ante el mundo.
Recientemente hemos revisado al alza nuestras previsiones sobre el Producto Interior Bruto de China en 2009 y 2010: ahora esperamos entre un 8,3% y un 10,9%, respectivamente, frente a un 6% y un 9% anteriormente.
¿Por qué ese optimismo? Obviamente, el aumento exponencial de las exportaciones -el pilar del modelo de crecimiento de China hasta 2008- no era sostenible. A finales de 2007, las exportaciones chinas a Estados Unidos llegaron a suponer cerca del 12% del PIB total. Por consiguiente, las exportaciones sufrirían terriblemente en el caso de que algo malo ocurriera con la demanda en Estados Unidos y existía el riesgo de una virulenta reacción proteccionista.
La economía china puede superar en dos años a la japonesa y convertirse en la segunda mayor del mundo
Esto nos llevó a algunos de nosotros a pronosticar hace algunos años el final del tipo de cambio fijo dólar-yuan del 8,28 y su sustitución progresiva por un tipo de cambio más flexible y sólido.
Trasladándonos hasta el momento actual, cuando la crisis se intensificó tras la quiebra de Lehman, el comercio mundial se resintió de forma rápida y generalizada, y no cabía duda de que el crecimiento chino iba a sufrir. También estaba razonablemente claro que las autoridades chinas iban a reaccionar rápidamente y a tomar medidas, al igual que hicieron en respuesta a la crisis asiática en 1997. Y justo eso es lo que han hecho.
De estas medidas cabe destacar tres cuyos resultados están empezando a dar fruto, de ahí la revisión al alza de nuestras previsiones.
En primer lugar, las autoridades anunciaron en noviembre un ingente programa de expansión fiscal enfocado hacia las inversiones en infraestructuras. Aunque mi sector ha debatido desde entonces sobre su tamaño real, con ello se está perdiendo lo esencial del asunto. La declaración de intenciones estaba clara y, curiosamente, el mercado tomó nota y se ha recuperado con fuerza desde entonces.
En segundo lugar, y a la larga quizá el aspecto más importante para la economía mundial, el Gobierno anunció planes para poner en marcha una cobertura médica integral para la todavía inmensa población rural del país. Se espera que las bases de este sistema estén completamente implantadas para el 90% de la población rural antes de 2011. Esto podría terminar con la excesiva tasa de ahorro chino y permitir un consumo mucho más fuerte.
En tercer lugar, un elemento crucial en la mejora de nuestras previsiones: las autoridades, guiadas por el Banco del Pueblo de China, se embarcaron a tiempo en una cruzada para acabar con el endurecimiento de las condiciones de financiación que había caracterizado los dos años anteriores. Según nuestro índice sobre las condiciones financieras en China, éstas se han suavizado en unos muy considerables 520 puntos básicos desde el pasado octubre.
Estas tres medidas han sentado las bases para la aceleración de la demanda interna en China para lo que queda de 2009 y 2010, justo lo que China -pero sobre todo el mundo- necesitaba.
La siguiente fase del desarrollo en China ha comenzado y es muy probable que continúe durante años. Fue en parte en previsión de que esto ocurriera por lo que señalamos que invertir en acciones chinas de la máxima calificación era una de nuestras principales apuestas para 2009. Aunque el punto de entrada es ahora menos atractivo, ya que han subido un 50% desde el anuncio del plan de estímulo de noviembre, a medida que se vayan acumulando pruebas del aumento de la demanda, muchos inversores se sentirán de nuevo atraídos, con razón, por China.
La C de las economías BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ha sido siempre la más importante de las cuatro, y los acontecimientos de los últimos cinco meses continúan justificando nuestro optimismo a largo plazo.
Resulta divertido pensar que el pasado año mucha gente sugería que los BRIC eran agua pasada. Tonterías, todavía están viviendo su infancia. De hecho, los pronósticos a largo plazo actualizados que publicamos el verano pasado, que sugerían que China podría sobrepasar a Estados Unidos en 2027 y que el conjunto de los BRIC superaría al G-7 en 2027, me siguen pareciendo apuestas razonables.
En algún punto en los próximos meses, cuando el crecimiento del PIB chino vuelva a situarse holgadamente por encima del 8%, los políticos dejarán que las condiciones financieras se endurezcan ligeramente otra vez, puede que empezando por los tipos de cambio.
En los próximos dos años, China tiene muchas posibilidades de superar a Japón y convertirse en la segunda mayor economía del mundo. Algunos dicen que China envejecerá antes de volverse rica, pero lo que es seguro es que está creciendo y enriqueciéndose. A lo mejor, uno o dos de sus envejecidos socios del G-20 quieren analizar más de cerca la política económica china para ver cómo se hace.
Jim O'Neill es economista jefe de Goldman Sachs.
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