La CNMV advirtió hasta en siete ocasiones sobre el riesgo de las emisiones de pagarés
En los últimos dos años la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y Nueva Rumasa han jugado al gato y el ratón. El grupo de la familia Ruiz-Mateos ha logrado esquivar en todo momento la supervisión del organismo bursátil y este se ha tenido que conformar con advertir hasta en siete ocasiones del riesgo de invertir en el holding.
Nueva Rumasa ha captado financiación de pequeños inversores desde 2009 mediante una serie de emisiones de pagarés. La colocación de la deuda estaba estudiada al milímetro para evitar trabas administrativas. El importe nominal de los pagarés -50.000 euros- y el hecho de que no fueran objeto de negociación en un mercado secundario oficial eximían al emisor de registrar un folleto en la CNMV. Además, como la colocación de los pagarés la hacía Nueva Rumasa sin usar los servicios de ningún banco, caja o sociedad de valores, la operación quedaba al margen de las normas de conducta exigibles a los intermediarios financieros para proteger al inversor.
Cuando en abril de 2010 entró en vigor el real decreto de medidas para el impulso de la recuperación económica y el empleo, la CNMV pensó que los cambios legales le permitirían tener un mayor control sobre Nueva Rumasa. Las novedades legislativas señalan que en las emisiones que empleen campañas publicitarias debe intervenir una entidad autorizada (y supervisada por la CNMV) para su comercialización. Sin embargo, Nueva Rumasa cambió el paso y para seguir evitando al supervisor optó por financiarse a través de ampliaciones de capital en Clesa y Dhul, sociedades limitadas cuyos valores quedan al margen de la CNMV.
El vacío legal dejaba escaso margen de actuación al organismo presidido por Julio Segura. Sin embargo, ha publicado hasta siete advertencias sobre los riesgos de las colocaciones. Como si intuyera los problemas de liquidez de Nueva Rumasa, la CNMV aconsejaba asesorarse e informarse acerca de la "situación jurídica y económico-financiera de la entidad". Había que saber leer entre líneas al supervisor, pero el que avisa no es traidor.
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