Burbujas que salen muy caras
Irlanda paga ahora una década de excesos en el sector de la construcción
En 1998, la economía irlandesa crecía al 8,4%, el parque de viviendas no llegaba a 1,33 millones de unidades, el endeudamiento hipotecario medio de cada irlandés era de 5.632 euros y el crédito al sector privado sumaba 69.095 millones de euros. Diez años después, en 2008, la economía cayó un 3%, había más de 1,93 millones de viviendas, la deuda hipotecaria media se había multiplicado por seis y rozaba los 33.500 euros por persona y el crédito al sector privado ascendía a 395.118 millones de euros. Es lo que se ha llamado la burbuja inmobiliaria irlandesa que, al igual que la española, ha estallado y se ha llevado por delante el milagro económico.
Más cifras. En 1998 el producto nacional bruto por habitante era de 18.522 euros; en 2008 rozaba los 35.000. Las inversiones por habitante en bienestar social habían pasado en ese periodo de 1.630 euros a 4.132; en educación pasaron de 838 euros a 1.914 y en sanidad de 1.056 a 3.356 euros. La mortalidad infantil ha caído de 6,2 por cada 1.000 habitantes en 1998 a 4 por cada 1.000 en 2008. Datos -positivos- que dan idea de la transformación del país.
El Gobierno ha llevado a cabo un duro ajuste fiscal, una de las claves para volver a crecer
Ahora, Irlanda está en crisis. En crisis política, con un Gobierno derrotado clamorosamente en las elecciones europeas y locales de junio pasado. Y en crisis económica, con una recesión que según el banco central contraerá el PIB un 9% este año y un 3,5% en 2010.
Pero la crisis irlandesa, aunque promete ser profunda, puede durar poco. La de Irlanda es una economía abierta y muy flexible. Eso significa que el ajuste actual es especialmente doloroso para la población: el paro aumenta, el sector privado reduce salarios y el Gobierno ha introducido una sobrecarga para las pensiones futuras de los funcionarios que de facto supone un recorte salarial de más del 8% en el sector público.
Al mismo tiempo, el país está sentando las bases para volver a crecer en cuanto se recupere la economía mundial. "Hay muchas evidencias de que Irlanda sigue teniendo una economía relativamente flexible y adaptable. Combinado con una fuerza de trabajo educada y un rebote en el crecimiento de la productividad, eso nos lleva a la perspectiva de volver a tasas de crecimiento de entre el 2,5 y el 3% a medio plazo", señalaba el gobernador del banco central, John Hurley.
El nivel de vida ha caído a posiciones de 2002 y el sector inmobiliario sigue hundiéndose. Pero según John O'Brien, alto cargo de la IDA, la agencia pública que ha captado miles de millones de euros de inversión extranjera en sectores de alto valor añadido, "la caída del precio de la tierra y los alquileres hace que Irlanda vuelva a ser más competitiva".
A principios de los años noventa el tigre celta transformó su economía gracias a una conjunción quizás irrepetible de circunstancias: la pertenencia a la Unión Europea, la creación del Mercado Interior comunitario, las enormes inversiones en educación gracias a las ayudas europeas al desarrollo -que permitieron mejorar la eficiencia de un mercado laboral que tiene la ventaja de hablar inglés-, la introducción de un ventajosísimo sistema fiscal para las empresas y los pactos sociales Gobierno-sindicatos para fomentar la moderación salarial a cambio de rebajas de impuestos. Esa combinación provocó un boom de la economía con la llegada de grandes conglomerados de EE UU y el continente que cebaron las exportaciones a gran escala.
El aumento del nivel de vida de la población y el largo periodo de bajos tipos de interés y moderada inflación de la economía mundial ha ido cambiando ese modelo. En los últimos años, la demanda interna ha sustituido a las exportaciones como motor económico, sobre todo por la construcción. El ingreso de los países del Este en la UE, con la llegada masiva de mano de obra barata, acabó de calentar una locomotora que estaba ya trabajando a una velocidad demasiado alta.
Ya en 2003, el Instituto de Investigación Económica y Social advirtió de los problemas que podía generar el nuevo modelo, "pero me temo que nadie nos escuchó", se lamenta el profesor John Fitz Gerald, responsable de investigación macroeconómica del instituto. "Sugerimos que el Gobierno tenía que usar en particular la política fiscal frente a la burbuja inmobiliaria para sacar dinero de ese mercado. En una unión monetaria las burbujas inmobiliarias domésticas no pueden ser controladas por el BCE, tienen que ser controladas mediante la política fiscal", añade, aunque admite que el otro factor, la crisis financiera, "no era tan predecible".
"Al igual que Irlanda y España, Reino Unido también ha tenido una burbuja inmobiliaria pero la diferencia es que allí esa burbuja no ha absorbido los recursos del resto de la economía", explica Fitz Gerald. En Irlanda se construyó en 2007 una vivienda por cada 40 habitantes mientras en Alemania, por ejemplo, la proporción fue de una por cada 200.
¿Se arrepiente el Gobierno de no haber intervenido para frenar la burbuja inmobiliaria? "Sí, ahora que sabemos lo que ha ocurrido", admite el ministro de Finanzas, Brian Lenihan, en un encuentro con periodistas europeos en Dublín. "Pero Kenneth Galbraith ya dijo que era muy difícil saber cuándo se puede reventar una burbuja. No sólo había una burbuja inmobiliaria. También una burbuja bancaria y de dinero. Y no sólo en Irlanda. En muchos países", se defiende.
"Sí, era necesario un ajuste", reconoce Lenihan. "Hemos ido demasiado lejos. Pero es muy difícil aplicar un ajuste cuando estás en constante crecimiento". Y añade: "Irlanda no está en bancarrota. Necesitamos un ajuste y cuando lo hayamos implementado seguiremos floreciendo".
"Hay tres asuntos fundamentales para recuperar la economía", explica el primer ministro, Brian Cowen. "Primero necesitamos volver a poner en orden nuestras finanzas públicas. Desde que se formó el Gobierno, en junio de 2008, hemos aprobado una serie de ajustes presupuestarios y fiscales que nos permitirán dejar el déficit este año en el 11%. Sin estas medidas habría alcanzado el 15% o el 16%. Segundo, la reestructuración del sistema bancario. Y, tercero, la competitividad misma de la economía a partir de las exportaciones. 2009 y 2010 son particularmente difíciles". Fitz Gerald estima que un 60% del déficit se debe a la crisis mundial y el 40% a la mala gestión de las finanzas públicas. Para 2010, el Gobierno baraja otro ajuste presupuestario de 5.000 millones de euros. Hay burbujas que salen muy caras.
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