El BCE impuso a Italia más ajustes como condición para comprar sus bonos en el mercado
Un socio de Berlusconi confirma que Trichet y Draghi exigieron un compromiso extra a Berlusconi a cambio de salir a comprar su deuda
El líder del partido italiano Liga Norte, Umberto Bossi, socio de Gobierno de Silvio Berlusconi, ha reconocido hoy la existencia de una carta enviada por el Banco Central Europeo (BCE) al primer ministro con una serie de condiciones que cumplir para comprar la deuda pública del país. El viernes, antes de anunciarse que el instituto emisor tenía previsto hoy acudir en ayuda de España e Italia, el propio Berlusconi, se comprometió a acelerar las reformas y los planes de ajuste para devolver la sostenibilidad a sus cuentas públicas. "Sí, esto es verdad, pero nosotros nos habíamos movido ya antes que el BCE", ha asegurado Bossi, ministro para las Reformas del Federalismo, tras reunirse con el titular de Economía, Giulio Tremonti.
De hecho, inmediatamente después de hacer estas declaraciones ante la insistencia de la prensa, el líder de la antierupeísta Liga Norte le ha cedido la palabra a Tremonti, pero este se ha negado a hacer comentarios sobre los últimos acontecimientos relacionados con Italia.
Bossi ha afirmado que Italia no tiene otra alternativa más que seguir las indicaciones de las autoridades comunitarias y aseguró que no existe, por el momento, la posibilidad de que el Ejecutivo italiano adelante las elecciones, previstas para el final de la legislatura en la primavera de 2013.
El diario milanés Corriere della Sera informaba hoy del contenido de esa misiva enviada por el actual presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y por su futuro sucesor y actual gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, a Berlusconi. "Si no se trata de un verdadero programa de Gobierno, falta poco", escribe Federico Fubini, periodista del diario milanés que sacó la carta a la luz.
La misiva desvela las maniobras urdidas entre bambalinas entre Roma y Fráncfor y que llevaron, o mejor dicho, obligaron Silvio Berlusconi a convocar la rueda de prensa improvisada del viernes pasado. El miércoles, el jefe del Ejecutivo había repetido ante el Congreso y el Senado que Italia no necesitaba medidas suplementarias a las aprobadas a mediados de julio y que todo iría bien. Dos días después, al cierre de la semana más negra en los mercados de este último episodio de la crisis, cambió de marcha: Berlusconi y Tremonti, codo con codo tras días de frialdad, anunciaron un nuevo plan de ajuste que en realidad era el adelanto en un año (de 2014 a 2013) del objetivo de déficit cero. Además, para obtenerlo, también se aceleraban las medidas de liberalización ya contenidas en el paquete aprobado a mediados de julio. "La carta de Jean-Claude Trichet y Mario Draghi llegó a Roma en la noche entre jueves y viernes". Los tiempos cuadran. Y cuadra también el contenido de lo que los dos banqueros centrales sugirieron con lo que Berlusconi anunció doce horas después.
Las instrucciones de Fráncfort son muy detalladas y técnicas. "Allí están las medidas que tomar, el calendario y no faltan ni siquiera los instrumentos legislativos que el BCE pretende que el Gobierno adopte: los más rápidos y eficaces", sigue Fubini. Por ejemplo, sobre las liberalizaciones que deberían descongelar la economía Italiana, el instituto emisor recomienda proceder por decreto de Ley (práctica a la que -de todos modos- Berlusconi suele recurrir muy a menudo para evitar el debate parlamentario).
"Se trata de un punto delicado porque en el Banco Central muchos piensan que en lo que atañe a la apertura del mercado, el compromiso del Primer ministro sigue siendo débil, genérico y de plazo demasiado largo", dice el Corriere. De hecho, "la madre de todas las liberalizaciones", según la definió el viernes el titular de Economía Tremonti, debería ser la reforma del artículo 41 de la Constitución. Pero meter mano a la Constitución tiene tiempos técnicos inderogables de por lo menos seis meses, ya que exige el consenso de dos tercios del Parlamento y doble vuelta en ambas cámaras.
Los responsables del BCE y del Banco de Italia pidieron también urgencia para arrancar las privatizaciones: evidentemente cuanto antes se empieza, más ganancia puede obtener el Estado. Y que para Roma sí que corre prisa. Berlusconi y Tremonti, para aplacar las presiones tanto internas (de los agentes sociales, la oposición y el propio Presidente de la República), como externas (del BCE, la Comisión europea o de Merkel y Sarkozy) y, sobre todo, con vistas a atajar los latigazos de los mercados, se comprometieron en presentar un presupuesto con déficit cero ya en 2013. "Para Italia - según Fubini - será un esfuerzo que se puede equiparar al que sostuvimos para entrar en el euro entre 1996 y 1997".
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