"No tengo nada de qué confesarme"
Chupado como nunca, casi consumido, Alejandro Valverde (Las Lumbreras de Monteagudo, Murcia; 1980) se enfrenta a las ocho de la mañana a un buen tazón de cereales. Horas después hará su presentación a lo grande con el equipo Movistar en su regreso al ciclismo tras 19 meses suspendido por su implicación en la Operación Puerto contra el dopaje. Como antes, la sonrisa, la velocidad de respuesta, la pulsera amarilla de las de Lance Armstrong. Como siempre, con victorias en su contador. Hace unas semanas, en Australia, en el cuarto día de competición, ya se estrenó.
Pregunta. Hace casi dos años, cuando veía inminente su sanción, dijo: "Volveré y volveré ganando". Así ha sido.
Respuesta. Yo sé cómo soy y sabía que, si no me descuidaba, mi nivel sería bueno. Tenía la incógnita de ver cómo aguantaba el ritmo de la competición, pero llegué a Australia y en la primera oportunidad gané la etapa reina. No desaproveché el momento.
P. Dice que no se descuidó, pero cuentan sus amigos que se cuidó como nunca.
R. Me cuidé incluso más que cuando competía porque cuando se está compitiendo no cuesta tanto sacrificarse. Pero me he sacrificado bien, he andado bien. Este año y medio ha dado su fruto.
P. ¿Temía no ser como antes?
R. Más que miedo, sentía incertidumbre. No sabía si los rivales habían mejorado mucho. Tenía la incógnita de saber. No habrá sido muy fuerte la carrera australiana, pero en la etapa dura fue en la que más a gusto me encontré. Así que estoy contento.
P. ¿Pensaba que, si no ganaba, se pondrían en duda sus victorias del pasado?
R. En la primera carrera, sabía que no. Hace dos años estaba también muy en forma y no conseguí victorias en el Tour Down Under. Pero sabía que mucha gente iba a estar con la mira puesta en mí y tenía ganas de hacerlo bien.
P. ¿No cree que para cerrar la historia tendría que haber confesado sus pecados, arrepentirse?
R. Si es que no tengo nada de qué confesarme. Se me sancionó estos dos años y he cumplido. No estoy arrepentido de nada. En cada momento de la vida, he disfrutado, lo he hecho bien y conmigo mismo me siento contento. No tengo que reprocharme ni que decir nada.
P. La bolsa era de su sangre...
R. No tengo por qué decir nada más. Si se estudia el caso, se verá todo lo que pasó realmente.
P. ¿Le ha cambiado la mentalidad ciclista la suspensión?
R. Creo que he madurado más, pero el objetivo es el mismo: el Tour. ¿Difícil? Claro que es difícil, pero, aparte Alberto [Contador], que es exagerado para las grandes vueltas, exagerado para todo, están Cadel Evans, un grandísimo corredor, pero al que he batido , y Samuel Sánchez, al que también he ganado. Todos ellos han estado delante o ganado el Tour con más de 30 años. Evans, con 34.
P. La afición espera impaciente sus duelos con el belga Philippe Gilbert en las clásicas.
R. Gilbert arrasó el año pasado. Andaba muchísimo. Será el gran rival. Será difícil, pero voy a intentar batirlo. Quizás le faltó un contrario como yo. Aunque, claro, no sé si es que no se le veía adversario porque andaba más que nadie. Si sigue así, será difícil que lo tenga. Por lo que le vi por televisión, era imposible ganarle. Pero cada año es diferente. Espero ponérselo difícil.
P. ¿Ha reconocido al equipo con tantos cambios?
R. Ha cambiado bastante, sí. Auxiliares, técnicos, corredores... Antes ya era un gran equipo. No tiene por qué ser menos ahora. Es difícil mejorar, pero podremos. Está todo mejor organizado, más estructurado, y tenemos la suerte de que el patrocinador es una gran empresa española.
P. También está Juanjo Cobo, el último ganador de la Vuelta.
R. Con el que no tendré ningún problema. Está claro que tiene ambiciones, pero no habrá ningún problema. Nos vamos a entender muy bien.
P. ¿Cómo le recibió el pelotón en Australia?
R. Estábamos un poco a la expectativa, a ver qué pasaba. Pero, según avanzaba la carrera, veía que me respetaban más. A partir del quinto día, aquello fue impresionante.
Nadie me volvió la cara. Todos me saludaron.
P. ¿Le ha dado el cumplimiento de la sanción la tranquilidad de la legitimidad, de poder mirar a todos a la cara?
R. La suspensión ha sido dura, por supuesto. Pero, sí, me ha servido para eso. Los últimos dos años y medio, hasta la sanción, fueron raros. Iba a competir y seguía consiguiendo victorias, pero no las conseguía a gusto. Estaba a gusto, sí, pero sabía que siempre estaba la coletilla y no me quedaba contento. Ahora he cumplido, que no dio gusto hacerlo, pero llegó el momento, se pasó y ya solo tengo que mirar hacia adelante.
P. ¿Cómo ve el caso Contador?
R. Un caso muy pesado. Se está mareando demasiado. Ya tenía que haber salido un veredicto hace tiempo. Que se sepa ya una cosa o la otra.
P. ¿Confía en la justicia deportiva?
R. Eeehhh... Ni sí ni no. Con algunas personas, en algunos momentos, se habrá sido justo. Con otras no se ha sido justo.
P. Parece también que la UCI ha estado muy pendiente de usted durante su suspensión.
R. Me ha hecho cumplir a rajatabla todo, al ciento por ciento. Al final, se ha cumplido todo, se ha pagado todo, y estamos aquí, que es lo importante. Debería ser estricta con uno y estricta con todos.
P. ¿Con qué se dará por satisfecho al final del año?
R. El inicio ha sido inmejorable, mucho mejor de lo que esperaba. Se trata de seguir como siempre. Con eso me doy por satisfecho. Soy un corredor ambicioso. Vamos a buscar objetivos, pero tampoco voy a fiarlo todo al Tour y dejar otras cosas.
P. Ahora parece que todas las carreras están diseñadas a la medida de su estilo.
R. El ciclismo de alta montaña es muy bonito. Las llegadas ratoneras, con repechos, enganchan muchísimo. Pero tiene que haber para todos. También tiene que haber para los sprinters aunque las etapas llanas parezcan aburridas.
P. Pero usted ya entra poco en los sprints...
R. Poco, no; nada. Ya me da miedo. También tener tres niños influye mucho. Se piensa mucho en ellos, claro.
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