La 'privatización' de la San Silvestre Vallecana
Nike convierte la popular carrera en un escaparate para sus figuras
No se espera a Fabián Roncero el domingo en la salida de la San Silvestre, y más de un atleta le echará de menos, aunque no tanto por sus incuestionables valores atléticos como por el espíritu inconformista, por la forma en que el fondista madrileño -aún, a los 36 años, plusmarquista nacional de los 10.000 metros: 27m 14,44s- desafió los valores establecidos de la popular carrera madrileña del 31 de diciembre, valores que en los últimos años llevan el nombre de la mayor empresa deportiva mundial: Nike.
31 de diciembre de 1999. La San Silvestre, carrera fundada en 1964 por Antonio Sabugueiro, vive una época marcada por el poder de los mánagers, que imponen sus cuadras de atletas, valoran y vetan. Fabián Roncero se siente ofendido por la oferta que le presentan para correr y no llega a un acuerdo con la organización, pero para demostrar que lo suyo, más que un problema económico es un asunto de orgullo, se inscribe con nombre supuesto y se presenta en la línea de salida. Y no sólo eso, sino que incluso gana la prueba, los 10.000 metros por el iluminado centro de Madrid hasta el estadio del Rayo.
Pasó la época en que algunos representantes decidían quiénes y cuánto cobraban por participar y llegó la época de esplendor, los últimos años, en que Nike se ha convertido en la principal fuerza detrás de la carrera. Grandes figuras mundiales -Kipchoge, Mottram, Radcliffe...- han dado lustre al palmarés de la prueba, lo que ha aumentado su prestigio internacional, pero -distinto patrón, mismo problema- sigue habiendo atletas que se sienten discriminados a la hora de la valoración económica que merece su participación.
"Pero lo de traer grandes figuras mundiales, como Zersenay Tadesse, capaces de correr en esta época del año a 2,45 el kilómetro y terminar en 27m30s puede estar muy bien ante la galería, pero en realidad nos deja fuera de combate a los españoles. Saldrán a un ritmo infernal y si los sigues, te mueres, y si no, te quedas al margen. Eso mata para nosotros lo que significaba la San Silvestre, el pique, el desafío, entre los mejores españoles. Y luego, si llevas tres rayas o una j en la camiseta, en lugar del swoosh de Nike, estás perdido", comenta un atleta a otro después de un entrenamiento en las pistas del INEF de Madrid. "Y Juan Carlos de la Ossa, quizás el mejor fondista español, segundo el año pasado, estaba deseando participar y al final se ha quedado fuera". El atleta de Tarancón pidió un tratamiento acorde a su caché y recibió una contraoferta cifrada por su representante en un 75%.
"Pero en realidad", explica un veterano mánager español, "los atletas no son tratados según su caché. Ni siquiera los de Nike. Todas las figuras vienen porque tienen contrato con la marca americana y dentro de sus obligaciones figura la de participar en determinadas carreras al año. Pruebas que, evidentemente, terminan convirtiéndose en un escaparate de la marca. Pero esto no es nuevo en España. En Barcelona, la Jean Bouin es un coto cerrado de Adidas...".
Es, eso parece, el signo de los tiempos. El llamado marketing inteligente que tuvo una exhibición magnífica, por ejemplo, en el último maratón de Nueva York. Allí, Nike consiguió que el más importante de los 40.000 participantes fuera Lance Armstrong, el ex ciclista ganador de siete Tours, debutante en la carrera a pie y protagonista de la última gran campaña de Nike para los corredores populares, la de las zapatillas conectadas al iPod. Para concentrar aún más los focos en Armstrong, le acompañaron durante los 42,195 kilómetros neoyorquinos algunas de las más grandes figuras de la marca deportiva. Entre ellos estaba Hicham el Guerruj, el atleta marroquí, el rey de la media distancia, dos veces campeón olímpico, que se retiró este verano.
El mismo El Guerruj estuvo en Madrid la semana pasada para promocionar la San Silvestre Vallecana. Se entrenó en el Retiro con algunos de los 20.000 participantes en la carrera popular y de los 500 corredores de la San Silvestre Internacional. Y recibió un premio junto a un ciclista, Óscar Pereiro, quien, claro, también tiene contrato publicitario con Nike.
El domingo, poco antes de retirarse a tomar la última cena del año, miles de aficionados en las calles de Vallecas se hartarán de pringar con espráis de espuma el codo a codo que mantengan Benita Johnson, australiana, y Jelena Prokopcuka, letona, ganadora del maratón de Nueva York; o el duelo vibrante entre Tadesse, eritreo, Mottram, australiano, Kipchoge, keniano, y Rui Silva, portugués. Quizás alguno de ellos bata el récord de 27m 34s que estableció Kipchoge en 2005, pero quizás todos los espectadores echen de menos el espíritu que representaba gente como Fabián Roncero, madrileño, el espíritu de la San Silvestre.
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