El piloto que conquistó Anfield
Agger, central de Dinamarca, triunfa en Inglaterra, diseña interiores y regenta un 'pub'
Daniel Agger (Dinamarca, 1984) es un hombre de decisiones drásticas. Lo saben los periodistas daneses. Lo saben sus compañeros del Liverpool. Y sus camaradas de la selección danesa, que se enfrenta mañana a España camino de la Eurocopa de Suiza y Austria 2008.
Para empezar, quería ser piloto. Y en ello andaba, soñando con las nubes, con volar, con acercarse al sol, cuando Michael Laudrup, ex jugador del Barça y el Madrid, le subió al primer equipo del Brondby. Laudrup vio en Agger materia prima para esculpir un central de época, el próximo líder de Dinamarca. La ilusión no le duró ni una temporada: "Quédate un par de años más. No estás preparado", le dijo al central cuando le llegó una oferta del Liverpool. Y el chico, un inadaptado, -"tenía problemas con mi temperamento, porque quería ganar a toda costa y eso me volvía loco"-, no le hizo ni caso. Se marchó al Liverpool y, de alguna manera, confirmó el ojo clínico de Laudrup: Rafa Benítez, técnico de los reds, pagó por el nuevo Beckenbauer, como le había bautizado la parte más entusiasta de la afición danesa, 8,5 millones de euros, una cifra récord en lo que a defensas del club inglés se refiere.
Verano de 2005. El Liverpool, campeón de Europa. Y la caseta de los reds marcando distancias, galones, clases, desde el primer día. "Somos los campeones gracias a nuestros centrales", le vinieron a decir al internacional danés nada más llegar. Y Agger se puso serio: "Yo vengo aquí para que Rafa me ayude a ganar trofeos. Desplazar a Jaime [Carragher] y Sami [Hyppia] es un trabajo durísimo. Es mi trabajo. Lucharé". Con el tiempo, Agger, un zurdo con clase, se reafirmó en sus palabras: "Si no puedes con la presión, no deberías ser futbolista".
Tocado por las lesiones, Agger tardó en hacerse un hueco en el Liverpool y en la selección. Ya lo ha logrado. Sus convicciones como defensa son simples: "No cometer errores es mi trabajo". La radiografía que hacen de él sus técnicos es más compleja: "Es un defensor muy completo. Es extremadamente rápido y también bueno yendo hacia delante", cuenta Flemming Serritslev, técnico de la selección danesa sub 21 en la página web de la UEFA. "No es sólo fuerte defensivamente", añade Benítez. "Es bueno con el balón y la posición, puede mover el juego alrededor del campo con un tempo alto. Tiene un gran futuro. La mayoría de jugadores sólo piensa en el dinero, pero si quieres jugar en el Liverpool necesitas algo más. Y para él, jugar aquí era un sueño".
A Agger, sin embargo, sí le importa el dinero. Ha comprado junto a su tío un pub en Copenhague: "Lo conozco desde niño. Me gusta su estilo, aunque estoy haciendo algunos dibujos, intentando rediseñar la zona de los baños". Se entretiene, escuadra y cartabón en mano, diseñando interiores, la cocina de su casa. Con ese carácter inquieto busca sitio en el once que Dinamarca alineará ante España. Ya se lo ha hecho en el del corazón de la afición del Liverpool. Fue en agosto. The Kop, la grada más emblemática del club, cumplía 100 años. Y Agger, el central que quería ser piloto, el pendenciero al que un entrenador refrenó con una bronca hasta cambiar su carácter "completamente", miró hacia delante, avanzó como un tanque y, con un trallazo desde 30 metros, dejó el balón en la escuadra.
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