Dos 'números uno'
Nadal y Federer dominan el tenis pese a la edad, los nuevos rivales y los problemas físicos
"Siempre lo digo. En el tenis se puede entrenar todo. También la mentalidad". Rafael Nadal habla tras superar una semana por debajo de sus propias expectativas para estar en la final de Roland Garros, su templo. "No creo que todo el mundo esté capacitado para superar lo que yo he superado tras la primera semana", se sincera. Enfrente tiene al suizo Roger Federer, un genio. Que los dos rivales coincidan en el partido decisivo no demuestra solo su calidad como tenistas, sino también como competidores.
Tras sumar 26 grandes entre ambos, hace tiempo que corren el riesgo de acomodarse en lo que hicieron y solazarse en lo ya vivido. Pero ninguno ha caído en la tentación. Nadal tiene 25 años y ha superado problemas de rodilla, un adversario de leyenda y una grave lesión en un pie. Federer, al borde de la treintena, hace tiempo que pudo dimitir: hay contrarios más jóvenes, como el serbio Novak Djokovic; ya lo ganó todo y en su deporte, cada día más físico, ya no vale solo con el talento.
Suman 26 grandes y hace tiempo que corren el riesgo de acomodarse. Pero...no
"Pero, sinceramente", se extraña Nadal, "un tipo que lleva 16 grandes, que lleva mil años entre los dos mejores, que ha sido el mejor de la historia, que tiene todos los récords, llegar a pensar que no pueda ser sufridor, por mucho talento que tenga, es un error garrafal". "Todo el mundo", continúa tras ver a su rival correr y correr como un júnior en las semifinales, "por muy bien que juegue, por mucho talento que tenga, no tiene todo siempre de cara. Roger siempre ha superado situaciones complicadas".
En París, el suizo, que lleva 958 encuentros, 250 en grandes, da un ejemplo de cabeza dura. Le espera Djokovic, el invencible, en las semifinales. Llega el número tres a su encuentro como el noveno tenista en victorias (12) sobre tierra del curso. No ha disputado una final grande desde la de Australia 2010. ¿Por qué enfrentarse a eso cuando ya se es padre, rebosa la cuenta del banco y es un ídolo? "Porque durante años he hecho el esfuerzo", contesta; "porque no he desaparecido, no he estado en la playa, sino sacrificándome. Me hace feliz que, cuando de verdad importa, en las grandes ocasiones, ahí estoy". En ocasiones precedentes, cuando se le enterró para el tenis tras alguna derrota, fue más contundente. Ocurrió, por ejemplo, cuando perdió contra Djokovic en el Abierto de Australia 2011: "Duele. Es una decepción, pero... no es el final de ninguna de las maneras. Dicen eso muy rápidamente. Hablemos en seis meses".
"Y yo", reflexiona luego Nadal, "también tengo mis virtudes". "Pero no voy a demostrar ahora si soy luchador, que he aguantado situaciones adversas, porque así ha sido siempre", prosigue el español, presente en 621 encuentros, 148 grandes, antes de firmar una frase que le define, a él y al suizo: "Los resultados son prácticamente inmejorables. La dificultad mental y tenística de estar siempre ahí tiene un valor muy grande por el hecho de no haber fallado. Termina por nublar la vista y no valorar todo lo que ha pasado en los últimos años".
Esto es lo que ha pasado en los últimos cursos. Nadal y Federer han ganado todos los torneos del Grand Slam menos tres. Los sinsabores, sin embargo, fueron tantos como las alegrías. Federer vio cómo Nadal le derrotaba en la final de Wimbledon, su jardín, allá por 2008. El español cayó en octavos de Roland Garros, su templo, ante el sueco Robin Soderling, en 2009. El suizo vio roto en París 2010 su racha impecable de semifinales grandes seguidas. El español no disputó la final de la Copa Davis de 2008, en Argentina, por lesión, la razón que le impidió defender su primer título de Wimbledon en 2009. Todo eso ha pasado en sus vidas. Nada de eso les ha detenido.
Son dos tenistas con un único destino: escalar hasta lo más alto del Olimpo.
Davis y Juegos, los retos
Nadal y Federer se han enfrentado en ocho finales de torneos del Grand Slam, más que ninguna otra pareja. Están acostumbrados a encontrarse en partidos decisivos, 19 a lo largo de su carrera. Su rivalidad les ha llevado a través del cemento, la hierba y la tierra, persiguiéndose por todo el planeta. Pero todavía tienen retos pendientes.
"Tras la final de Wimbledon 2008", reflexiona un alto directivo de la federación estadounidense de tenis, "todos los torneos quieren un Federer-Nadal en la final. Es lo más grande. Asegura las mejores audiencias". Por tres veces, en 2008, 2009 y 2010, los dos jugadores se quedaron a un paso de cumplir el sueño del organizador del Abierto de Estados Unidos: ambos llegaron a las semifinales, pero alguno falló a la cita. Nadal, en 2008 y 2009. Federer, en 2010.
Como el grande estadounidense, son pocos los escenarios que les faltan por pisar a la vez a los dos gigantes del tenis. Uno es la Copa Davis, en la que España y Suiza se cruzaron dos veces en el apogeo de su pulso (2007: Federer falló a la cita; 2010, ninguno jugó la eliminatoria). El otro, los Juegos Olímpicos.
Los dos mejores atacan ahora Wimbledon. Para el futuro quedan muchos desafíos.
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