La luchadora de la cinta rosa

Marta Domínguez, la atleta española con más medallas colgando del cuello (un oro y dos platas en los Mundiales, dos oros, dos platas y un bronce en los Europeos, otro primer puesto en los Europeos de cross), actual campeona del mundo y subcampeona de Europa de los 3.000 metros obstáculos, y ahora investigada por dopaje, nació en Palencia hace 35 años en el seno de una familia numerosa. Aunque le tiraba más el fútbol, con diez años empezó su carrera a las órdenes de Mariano Díez, que la dirigió durante casi toda su trayectoria deportiva, hasta que la relación terminó en marzo de 2009 tras casi 24 años de éxitos. Mariano entendió que Marta podía sacar mucho provecho a su constitución física (53 kilos de peso y 1,63 metros de estatura, una barrera insalvable cuando se presentó a las oposiciones a policía en su ciudad), en las pruebas de fondo.

Su participación sin pena ni gloria en salto de longitud, en vallas y en lanzamiento de peso en las categorías infantiles confirmó la intuición del preparador. Como infantil, en 1984 ganó el cross Premio Nutrexpa sobre 2.000 metros, y, un año después fue la primera en el cross de Venta Baños, localidad donde el pabellón deportivo lleva su nombre. Ya con 14 años se proclamó campeona de España en la categoría cadete de 3.000 metros, un triunfo que le valió su primera beca, de 225.000 pesetas (1.350 euros), de la Federación Española de Atletismo.

La carrera de Marta siguió su curso ascendente y en 1993 se proclamó campeona júnior de Europa de 1.500 metros. Al año siguiente terminó segunda en el Mundial de la misma distancia y en 1995, consciente de que la faltaba la punta de velocidad necesaria para doblegar a sus contrarias en la recta final del tartán, decidió pasarse a las pruebas de fondo. A los 3.000 y los 5.000 metros. La decisión amplió su saco de medallas. La primera al nivel más alto llegó en los Europeos de Budapest de 1998, donde alcanzó el bronce en el recorrido más largo.

La castellano-leonesa repitió el mismo puesto un año después, en los Europeos de pista cubierta. Tras la decepción de los Juegos de Sydney 2000, donde no compitió por un resfriado, Domínguez mejoró sus registros en los Mundiales de 2001 de Edmonton, donde fue plata en los 5.000 por delante de mitos como Gabriela Szabo. Pero lo mejor estaba por llegar, con el oro en los 3.000 del Europeo en pista cubierta en Viena. La senda siguió su curso y en los Europeos al aire libre de Múnich 2002 repitió en lo alto del podio en la misma prueba.

Seguidora de la argelina Hassiba Bulmerka, campeona de la prueba reina del mediofondo en los Juegos de Barcelona 92, -"me impresionó su entereza para luchar por los derechos de la mujer en los países islámicos"-, nadie la recuerda sin su inseparable cinta rosa sujetándole la melena rubia, regalo de uno de sus tíos. El mismo amuleto que portaba cuando cazó otra plata en los 5.000 metros del Mundial de París de 2003. El mismo fetiche que la guio hacia el oro en la misma prueba en los Europeos de Gotemburgo 2006. Vicepresidenta de la Federación de Atletismo, Marta Domínguez se decidió a participar en los 3.000 metros obstáculos de los Juegos de Pekín de 2008. En el Nido de Pájaro de la capital china perdió el paso y se fue al suelo en la finalísima a tan solo 200 metros de la meta, cuando peleaba por un metal en el grupo de cabeza.

El año pasado se desquitó adjudicándose la medalla de oro en los Mundiales de Berlín por delante de la rusa Yuliya Zarudneva y de la keniana Chemos Cheywa, estableciendo además otro récord de España (9m 7,32s). Continuadora de la tradición de los grandes fondistas de la estepa castellana, como Mariano Haro, el Ayuntamiento y la Diputación provincial de su tierra la homenajeó por todo lo alto.