Un dilema tan viejo como el ciclismo
Contador aprovecha una avería mecánica de Andy Schleck para convertirse en el nuevo líder del Tour
El dilema: ¿cómo comportarse ante la desgracia ajena? La mecánica jugó una mala pasada a Andy Schleck y de ello se aprovechó Alberto Contador, que despojó a su máximo rival del jersey de líder en el Tour. Nada nuevo bajo el sol. Nada que no haya ocurrido en cientos de ocasiones. Que se lo pregunten al mismísimo Eddy Merckx, al mismísimo Lance Armstrong quienes, con el colmillo afilado, no tuvieron reparo en lanzarse a tumba abierta a por el triunfo en cuanto tuvieron noticias de la mala fortuna de sus más selectos rivales, actuaciones tan viejas como el ciclismo. Y tan polémicas.
Tres kilómetros quedaban para coronar el Port de Balès, bajo un sol abrasador, y allí se lanzó Andy Schleck, por entonces dueño del maillot amarillo, que aceleró intentando descolgar a sus rivales, con Alberto Contador a la cabeza. El luxemburgués estaba convencido, como casi todos, de que la renta de 31 segundos no le garantizaba el triunfo final, con esa contrarreloj del sábado en el horizonte. A por Schleck se lanzó el incansable Vinokurov, compañero del de Pinto en el equipo Astaná. Durante un instante dio la sensación de que Contador se quedaba. No fue así. Aceleró el español junto a Samuel Sánchez y, de repente, Schleck se paró. Acababa de sufrir un problema mecánico, la cadena fuera del carril, pie a tierra se vio al que vestía de amarillo. Contador le rebasó, como hizo Samuel, como hizo Denis Menchov. ¿Le vio? ¿Hizo lo correcto? Ahí está el dilema.
Cuando Andy pudo volver a subirse a la bicicleta, el actual campeón ya viajaba delante, a punto de coronar el puerto, donde atrapó un colchón de 17 segundos. De ahí a la meta, tocaba incrustarse en la bicicleta, desafiando todas las leyes en 17 kilómetros de bajada. Encontró Contador a los mejores aliados, Samuel y Menchov, que también tenían intereses en la general. Detrás sufría Andy Schleck, acompañado de Vinokurov, que lógicamente no iba a dar un solo relevo, y de Van den Broeck, que sí tiraba para no perder más segundos respecto a los compañeros de Contador.
De nada sirvió. Contador cruzó la meta con 39 segundos de ventaja sobre Schleck. Era el maillot amarillo, el nuevo líder. Al instante surgieron voces que dudaban de la actuación del bicampeón del Tour, que sacó rédito de la desgracia de un rival, que además es, o era, su amigo. Ya en la meta, el español explicaba que no se había enterado del percance de Schleck: "¿Si yo sabía algo? ¡Qué va! Me han comentado que se le ha salido la cadena. Él ha atacado, yo le he respondido. No tenía conocimiento de que le hubiera ocurrido algo. No sé ni qué tiempo ha perdido. El día de las caídas le esperamos. Ha sido una circunstancia que me puede pasar a mí mañana. Lo hemos hablado, y está triste, claro. Pero yo en absoluto he visto lo que le ocurría".
La referencia de Contador a la caída de Schleck tiene que ver con lo ocurrido en la segunda etapa. Una moto derrapó, cayó al asfalto y lo dejó cubierto de aceite y gasolina. No menos de 30 corredores se fueron al suelo en ese punto. Uno de los más perjudicados fue Andy Schleck. Pues bien, comandados por Cancellara, que era el líder en ese momento, y con el apoyo de Contador, el pelotón decidió frenar, esperar, permitir que a sus filas se integrara Andy Schleck. "Hice lo que me gustaría que hicieran por mí", declaró posteriormente Contador.
El ciclismo está repleto de ejemplos de corredores que se han aprovechado de la desgracia rival. Lo hizo Merckx con Ocaña en el 71. Cuando supo que el español se había caído, aceleró aún más. Lo hizo. Ganó el Tour, aunque tuvo la deferencia de no vestirse de amarillo ese día. Lo hizo Lance Armstrong en varias ocasiones, y ahí está Züllle, por ejemplo, para certificarlo. Muchos, grandes y no tan grandes, han acelerado cuando la mala fortuna se ha cruzado en el camino de los demás. "También yo tuve problemas el otro día y nadie me esperó", se justificó Samuel Sánchez, otro de los beneficiados por lo ocurrido. La primera reacción de Schleck fue airada, aunque luego se fue tranquilizando. "La gente puede pensar lo que quiera, pero Alberto es uno de los que me esperaron en Spa y eso es fair play" dijo Andy, quien ante todo estaba "enojado" consigo mismo. "Estoy de verdad furioso conmigo mismo, ahora subiré el Tourmalet y lucharé hasta caerme de la bici", agregó el corredor luxemburgués.
Aún más, aseguró que lo ocurrido le motiva sobremanera y que el Tour, para él, está vivo, intentando cerrar el encendido debate sobre una actuación, la de Contador, tan vieja como el deporte. Y tan polémica.
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