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Un agujero negro tras el bronce mundial

Reducción de plantillas y presupuestos, impagos, falta de patrocinadores... La dura realidad del balonmano en la Liga ASOBAL

Mientras el balón rodaba en el Mundial de Suecia y daba una alegría a España con la medalla de bronce, los directivos de la Liga ASOBAL, la Primera División de balonmano, hacían cuentas en sus despachos. Un mes de parón en el que revisar los balances de una competición en la que los retrasos en los pagos, las reducciones de plantilla y los recortes de presupuesto son moneda habitual. Tanto que algunos se han quedado sin agujeros que apretar en el cinturón.

Puede resultar extraño. En un país que acaba de ganar el bronce en el Mundial, que fue oro en 2005 y cuyos clubes han ganado 13 de las últimas 20 ediciones de la Copa de Europa, los problemas afectan a los clubes más potentes, a excepción del Barcelona, que cuenta con el cobijo de una fuerte institución.

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El Ciudad Real -tres Copas de Europa y cinco Ligas, todas ellas en la década pasada- ha visto cómo su presupuesto para esta temporada se desplomaba un 50% en un año. Las medidas para cuadrar los números han sido drásticas: pasar de 18 jugadores en plantilla a 16 y negociar a la baja las renovaciones.

En la misma línea, el Cuatro Rayas Valladolid, tercero la última campaña, anunció la semana pasada que reducirá su prepuesto de 2,4 millones a 1,8 para el próximo año, un 25% menos. El club reconoce que ha sobreestimado tanto el número de abonos como el de entradas libres que se iban a vender y que ello repercutirá en unas pérdidas de 350.000 euros a final de curso, además de no poder garantizar las nóminas a partir de enero. "Volvimos a hacernos falsas ilusiones", se sinceró el presidente, Dioinisio Miguel Recio, en la página web del club. Un mal que parece endémico. "Hay que tener los pies en el suelo si se quiere que esta competición dure más años y tenga viabilidad", confesó ayer Carlos Pollán, presidente del Ademar León, que recortará su presupuesto para la siguiente campaña entre un 30% y un 40%. Teniendo en cuenta que estos son los equipos más poderosos, es fácil imaginar las dificultades del resto.

El que peores perspectivas tiene es el Arrate. Sus integrantes, con varias nóminas de retraso, han pedido apoyo públicamente para el "desarrollo de una vida digna y normal" y afirman que algunos tienen problemas para pagar el alquiler de sus casas. Su entrenador, Julián Ruiz, calificó de "ridícula" la ASOBAL, una competición en la que algunos equipos "pueden ganar la Copa de Europa" mientras que otros "viven casi en la indigencia". "Algunas situaciones son realmente extremas", afirma David Barrufet, histórico portero del Barcelona y de la selección, y actual presidente de la Asociación de Jugadores de Balonmano. "Conozco casos de jugadores que se han tenido que vivir a la casa de los padres de sus novias". El Arrate se ha negado a concretar a este periódico la deuda exacta, pero se estima que debe más de un millón de euros, una cifra astronómica para una entidad cuyo presupuesto de este año roza los 900.000 euros.

"Parece que cuando cae un patrocinador, caen todos", se lamenta Juan Carlos Jiménez, presidente del Antequera. Un recurso fundamental para los clubes y que con la crisis se ha mostrado especialmente huidizo. Jiménez reconoce que a veces se ha vivido por encima de las posibilidades. "Confiábamos en obtener algunos patrocinadores que al final no han salido. También estábamos muy ilusionados con la posible colaboración o fusión con el Málaga, pero el jeque [y dueño del club, Nasser Al-Thani] al final ha dicho que no". La marcha de un patrocinador ha dejado al Antequera con un agujero superior a los 200.000 euros -que aún no ha encontrado como tapar-, y ya arrastra dos meses de retraso en las nóminas.

Este tipo de espantadas repercute en la recaudación en taquilla. El San Antonio ha sufrido la marcha de su principal patrocinador, Portland, y con el dinero se han ido los jugadores, por lo que han tenido que reinventarse, recurriendo a los jóvenes. "Hace dos años pertenecíamos a la élite [en 2001 ganaron la Copa de Europa]. Aquí la gente está acostumbrada al caviar y si antes llenábamos el campo con 3.000 personas, ahora solo vienen 1.000", explica José Ignacio San Miguel, gerente del club y ex presidente en aquel ya lejano 2001. Actualmente el club tiene las cuentas intervenidas por el juzgado, que ha dictaminado que debe 154.000 euros de indemnización a un ex jugador, Ion Belaustegui, por impago de sus derechos de imagen. Un dinero que el club no tiene. "No puedo decir que paguemos al día 31 cada mes", admite San Miguel.

"Este país es fútbol, fútbol, fútbol... Y si acaso un poco de baloncesto", se lamenta Alfredo Mercader, presidente del Torrevieja, que desconfía de que el bronce mundialista vaya a ayudar mucho. "Si no sirvió el oro de 2005, no va a servir este". Sin patrocinadores, con crisis de aficionados y con las cuotas de pantalla por los suelos, las subvenciones son un clavo ardiendo al que muchos equipos han de acogerse, aún a riesgo de quemarse las manos. Mercader reconoce que el Ayuntamiento de Torrevieja aporta cerca del 80% del presupuesto -unos 370.000 euros-, aunque asegura que no teme por ello. Su explicación sobre la puntualidad en los pagos resume bien lo comunes que son los retrasos: "En las nóminas estamos al día. Bueno, si acaso tardamos un mes".

"Hay que dar un giro de 180º al modelo actual. No podemos seguir basados en las subvenciones y nos hemos despreocupado de que nuestros patrocinadores recuperen su inversión", explica José Luis Caña, presidente del Granollers, un club histórico que también atraviesa una situación límite. "Debemos unos 950.000 euros", admite. "Si no logramos patrocinadores recurriremos a un préstamo para poder pagar". Una medida compleja dentro de una crisis en la que a los bancos les cuesta conceder créditos. Algunos jugadores llevan dos o tres meses sin cobrar mientras que otros arrastran deudas de campañas pasadas. Caña lamenta la falta de competitividad con otros deportes: "Con el fútbol no podemos hacerlo, pero sí con el resto. Sin embargo, el baloncesto supo aprovechar mucho mejor su oportunidad cuando ganó el Mundial".

Echar mano de la cantera ha sido uno de los recursos más usados para abaratar las plantillas, y el Alcobendas ha llevado la medida al extremo. Hace un mes, dio la carta de libertad a todos los jugadores con el fin de sustituirlos por gente del filial y ser viables económicamente, asumiendo un más que posible descenso de categoría. Un mal que el club está dispuesto a asumir para mantener su escuela de balonmano, en la que hay más de 300 jóvenes. De los ocho jugadores que ya han salido del club cinco lo han hecho con dirección a Toledo.

"Es esperpéntico que el Toledo le pida a los jugadores que se rebajen el salario y que siga fichando", explota David Barrufet acerca de una medida que la plantilla rechazó. "Si fuera para poder sobrevirir... Pero no para seguir fichando", razona el ex guardameta. El equipo manchego ha perdido este año a un patrocinador que aportaba 200.000 euros. El presidente del club, Jesús Gregorio Cabañas, afirma que esta cantidad ya ha sido suplida por otras empresas privadas pero se niega a dar los nombres de tales compañías.

El lunes, la ASOBAL, jugadores y entrenadores llegaron a un pacto de buenas intenciones para tratar de reconducir la situación. "Lo importante es que si un equipo tiene 10 solo gaste 10", explica Barrufet. "Pero es cierto que si los clubes no pagan es porque no pueden, no porque no quieran. Se está haciendo un gran esfuerzo por parte de todos". Pese a los problemas, el ex guardameta está convencido de que existen afición y posibilidades para seguir adelante. ¿Hay futuro para el balonmano? "Sí, sin duda".

Aguinagalde trata de rematar ante Alemania durante el Mundial de Suecia.
Aguinagalde trata de rematar ante Alemania durante el Mundial de Suecia.AFP

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