"Soy autodidacta total"
Tras dirigir en todas las categorías, Martínez se ha convertido en entrenador del Levante por "la empatía" y "los golpes de suerte"
El boca a boca en el fútbol modesto ha propagado el prestigio de Juan Ignacio Martínez (Alicante; 1964), que habla de "golpes de suerte" y de "mucha gente preparada" para explicar cómo él, un comercial que en sus ratos libres ejercía de monitor de niños de ocho años, ha acabado "sin buscarlo" en Primera División, en el Levante, a punto de enfrentarse esta noche al Real Madrid. Un artesano de los banquillos que ha dirigido en todas las secciones de la base, desde prebenjamines a juveniles, y en todas las categorías de adultos, desde Segunda Regional a la cúspide la Liga, incluyendo a un combinado femenino.
¿Cómo? "Tengo mucha empatía", dice Martínez, bautizado como JIM, para abreviar, por un periodista alcoyano. "Siempre me pongo en la situación de ellos [los jugadores]. El peor momento de la semana para el entrenador es cuando dice el once. Entre semana, todos son iguales para mí. El ser humano tiene un potencial enorme y nos vamos de la vida muchas veces sin haberlo desarrollado". Pero JIM no puede evitar soltar un exabrupto cuando se le pregunta si ya se siente entrenador de Primera. "Cuando lleve 100 partidos. No soy entrenador sin el grupo de trabajo que cubre mis carencias: Javi Pereira, José Daniel, Estanis, Martínez Puig, Félix... Este último, por ejemplo, se queda a hablar con los cuatro tíos excluidos de la convocatoria".
"He sido futbolista malo [mediocampista en Segunda B] y no conozco ni a Guardiola ni a Benítez. Soy autodidacta total", repite JIM como si presumiera de venir de las catacumbas. Eso sí, se rinde ante quien cree cambió los cimientos del fútbol moderno: Johan Cruyff. "Hay un antes y un después de Cruyff". De ahí que, a partir del espíritu del genio holandés, JIM haya creado su propia escuela basada en una especie de lema fundacional: "Control y pase, control y pase". Todos sus jugadores, desde aquellos pequeños de ocho años, hasta los profesionales del Salamanca, el Albacete o el Cartagena, han escuchado cientos de veces esta consigna.
Como comercial, trabajó en el sector financiero y en el de material de oficinas. Estudió solo hasta COU, pero se convirtió en un fanático de los cursos de Recursos Humanos. "Hice hasta un clínic de balonmano con Juan de Dios Román", apunta. "Yo lo que quería es ser futbolista; no era una obsesión ser entrenador", recuerda, aunque ahora su mujer, Mari Carmen, y sus dos hijas, Mari Carmen y Ana, le vacilen diciéndole que se le han subido los humos a la cabeza cuando se niega a recoger un plato de la mesa.
JIM recomienda un libro, El líder que no tenía cargo, de Robin Sharma, una invitación al liderazgo sin necesidad de escalar en la escalera jerárquica. Y con la misma naturalidad recibe hoy al Madrid, recordándoles a sus jugadores los defectos del cuadro de Mourinho, puesto que las virtudes son demasiado evidentes. "Hemos entrenado esta semana las transiciones rápidas", explica, tratando de aprovechar esta noche la subida de los laterales madridistas. "El Madrid no es invencible", advierte. "Mis jugadores le empataron el año pasado y tienen la autoestima alta. Ahora bien, el Madrid te pone el cebo, te da medio campo para que juegues, y cuando crees que ha pasado la tormenta, viene el aguacero. Tienes un córner a favor y, cuando te das cuenta, sacas de centro".
El Levante ha conservado la estructura de la temporada pasada, con esa defensa contundente y veterana liderada por un Ballesteros de 36 años. JIM pide a sus jugadores de segunda línea, Juanlu, Barkero, Rubén o El Zhar, una aportación goleadora para cubrir el vacío dejado por las marchas de Caicedo y Stuani. Pues de momento, los delanteros propiamente dichos, Koné, Aranda y Jordà, todavía no se han estrenado. "Hemos de ser muy fuertes en dos aspectos: el defensivo y el psicológico", concluye el técnico artesano y autodidacta.
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