Rudy Fernández, blanco perfecto
El Madrid hace oficial la contratación del escolta campeón de Europa para esta temporada mientras dure el cierre patronal en la NBA, con posibilidad de prolongarlo a partir del verano de 2012
"Queremos hacer un fichaje estrella, una bomba. El Madrid va a intentar contratar a jugadores de ese tipo y si son españoles, más", espetó Juan Carlos Sánchez, director del baloncesto madridista, durante la presentación de Pablo Laso como nuevo entrenador del equipo. La 'bomba' tenía nombre y apellidos: Rudy Fernández. El Madrid ha oficializado el acuerdo alcanzado con el escolta internacional para que juegue de blanco mientras esté suspendida la NBA, y tres años más a partir del verano de 2012 supeditados a que el jugador decida regresar a Europa al término de su periplo estadounidense. Rudy, que percibirá 2,7 millones al año -el salario más grande de la historia del baloncesto español- y compartirá sus derechos de imagen al 50% con el club, arrancará la temporada a las órdenes de Laso a expensas de que se desbloquee el lockout en la liga estadounidense en cuyo caso tendría que incorporarse a la disciplina de los Mavericks de Dallas, el campeón de la NBA, que adquirió sus derechos en el pasado draft. Rudy llega a Madrid con la medalla de oro del Eurobasket donde ha sido pieza clave del quinteto titular de Scariolo y ha promediado 8,2 puntos y 3,2 rebotes por partido. El jugador será presentado el viernes y su debut oficial se producirá el próximo 30 de septiembre en las semifinales de la Supercopa de España ante el Barcelona.
Era un secreto a voces. El interés madridista por Rudy venía de lejos. Tras el fracaso del primer año de Messina el club dio un giro en su política de fichajes. Apostó por gente joven y buscó un golpe de efecto que viniera desde Estados Unidos. "Necesitamos tener nuestro Navarro. Un Cristiano para el basket", confesaban los gestores madridistas deseosos de encontrar un líder en la pista y un referente mediático para su proyecto. En verano de 2010 ficharon a Sergio Rodríguez como primer paso de esa hoja de ruta y estrecharon el cerco sobre Rudy, el verdadero objetivo, el blanco perfecto por carisma y potencial para levantar definitivamente los ánimos y las expectativas de una sección ciclotímica que a día de hoy suma cuatro temporadas sin títulos.
Antonio Maceiras inició gestiones con el jugador durante el All Star de 2010 en Dallas cuando comenzaba a torcerse la andadura del escolta en su segunda temporada en la NBA. "No estoy contento con mi rol en el equipo, echo de menos a mi familia, a mis amigos y la competición europea", reconoció Rudy a final de ese curso intentando forzar un traspaso. No fructificaron las negociaciones entonces, pero el expediente siguió abierto. Juan Carlos Sánchez, amigo personal del jugador y su familia, y Alberto Herreros volvieron a sondearle durante la final four de Barcelona del pasado mes de mayo. "Voy a animar al equipo", escribió el escolta mallorquín de 26 años en su twitter antes de acudir al Palau Sant Jordi a presenciar la semifinal entre el Madrid y el Maccabi. Aquel pequeño guiño fue el primero de una larga lista de mensajes 'cifrados' donde Rudy, a medio camino entre la competitividad y la nostalgia, apostaba por su regreso a Europa para culminar su sueño de ganar la Euroliga.
"¿A qué español de los que juegan en la NBA ficharía? A todos pero sobre todo al que mejor encaje en mi equipo. Ahora mismo tengo dos bases (Llull y Sergio Rodríguez) y tengo muchos pívots... así que...", afirmaba Pablo Laso con sonrisa pícara en su primera entrevista como técnico blanco. El técnico no se atrevía a pronunciar su nombre para no 'gafar' la operación pero sabía por boca de las altas instancias del club que la opción de fichar a Rudy era más real que nunca.
Cuando Dallas adquirió los derechos del jugador en el pasado draft la situación dio un giro inesperado a falta de una temporada para que Rudy se convirtiera en agente libre. El aterrizaje en el equipo campeón de la NBA renovaba la expectativas de Rudy y cortocircuitaba los anhelos madridistas. Pero la confirmación del cierre patronal a comienzos del mes de julio modificó el escenario y el Madrid, que había presupuestado un importante recorte en la sección de baloncesto, cambió de idea y se lanzó definitivamente a por Rudy. Merecía la pena tirar la casa por la ventana. El ahora o nunca ha supuesto al club madridista la mayor inversión de su historia por un jugador y un ejercicio de malabarismos contractuales asumiendo importantes riesgos. El último de ellos, renunciar a una posible cláusula de indemnización en caso de que Rudy decida continuar su periplo en la NBA al término de esta temporada. Fue el gesto definitivo para que el jugador, pretendido también por el Barcelona y los nuevos ricos del baloncesto turco, se decantara por la oferta madridista. El último escollo, la indemnización al Joventut (cerca de 250.000 euros) para que desistiera de su derecho de tanteo por el jugador.
Todo habrá merecido la pena para los gestores madridistas por ver a Rudy de blanco. Aunque, si se resuelve el cierra patronal en la liga estadounidense, el club blanco puede quedarse con la miel en los labios y con la incertidumbre de confirmar o no el regreso de su estrella en el verano de 2012. En el club blanco confían en que el jugador no encontrará ninguna oferta que iguale o mejore la suya. La afición ha respondido y desde hace semanas, cuando ya era oficioso el fichaje, las peticiones de nuevos abonos colapsan la centralita del Santiago Bernabéu. El traslado al Palacio de los Deportes de la Comunidad tiene un reclamo de quilates para llenar un aforo de 15.000 espectadores: Rudy Fernández.
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