Raúl, el minero
El delantero, símbolo en Alemania de pelea y casta, comienza a entrenarse con el Schalke
En cuanto se supo la noticia, muchos seguidores del Schalke se dirigieron a su estadio en Gelsenkirchen para ver a su nuevo 7. La confirmación del fichaje de Raúl se acogió con gran entusiasmo, después de varios días de especulaciones. Seguramente sea el fichaje más importante de la historia del club del Ruhr. Tras anunciarse, la prensa y las televisiones se volcaron a dar la noticia, destacando los logros del delantero durante sus 16 años en el Real Madrid. Ya en su despedida del club merengue, el pasado lunes, había dado alas a los que esperaban que llegara a Alemania. En el Süddeutsche Zeitung, por ejemplo, abrían el martes su sección de deportes con una gran foto de Raúl y un reportaje sobre su despedida, donde apuntaban: "Raúl siempre ha sido un jugador que destacaba del resto precisamente cuando los partidos agonizaban". Y se preguntaban si será capaz ahora de hacer lo mismo con su carrera en Alemania. "A los aficionados alemanes les gustan los futbolistas de casta, los peleones", explica el periodista de dicho diario. Pero si en algo no pegan Raúl y el Schalke es que el club de Gelsenkirchen es un eterno segundón, acostumbrado a acariciar los títulos sin conquistarlos. Su último trofeo importante fue la copa alemana ganada hace ocho años. El último triunfo europeo, la Copa de la UEFA de 1997. La temporada pasada, el conjunto que entrena Felix Magath quedó segundo en la Bundesliga. En la clasificación histórica de la principal competición del fútbol alemán, el Schalke ocupa el puesto noveno. Por tanto, es probable que las lágrimas de Raúl en su despedida del Real Madrid despertaran simpatías entre sus nuevos seguidores.
El trozo de carbón que le dieron representa lo que esperan de él: trabajo duro
Ayer, en su presentación, Raúl dijo alegrarse de su "nuevo reto" y aseguró que "la Bundesliga siempre fue muy interesante, una de las Ligas más potentes de Europa". No obstante, su fichaje es una buena muestra de los cambios en la Liga alemana. Aunque tiene ya 33 años, a Raúl lo ven en Alemania como una gran estrella del país de los campeones del mundo. Como Ribéry y Robben en el Bayern o, en menor medida, Van Nistelrooy en el Hamburgo, Raúl encarna las aspiraciones de la Bundesliga de ascender el escalón que, a ojos de muchos aficionados alemanes, aún la separa de competiciones como la italiana, la inglesa y la española. La equiparación podría estar próxima, según se agravan los problemas económicos en las Ligas de otros países.
La tradición dictaba que, en cuanto un jugador de la Bundesliga despunta, lo fichan en otro país. Queda complejo de inferioridad. Todavía el martes, el populista diario Bild especulaba sobre el silencio de Raúl respecto a su futuro: "¿Es que se avergüenza de ir al Schalke?". Todo indica que no. El ex madridista se entrenó ayer por la tarde ya con sus nuevos compañeros y bajo las órdenes de Magath, conocido por su dureza como Saddam.
El centenario club de Gelsenkirchen no tiene relumbrón galáctico. Es oriundo de la Olla del Ruhr, zona minera e industrial. Su imagen es más bien proletaria. Ayer, sobre el césped del campo del Schalke, dos mineros tocados con sendos cascos entregaron a Raúl un pedazo de carbón extraído en la región. El trozo de piedra representa lo que esperan de él: trabajo duro, arrojo y humildad. Además de, como decía ayer la web del club alemán, "goles, goles, goles".
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