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Del césped a la cárcel

Sesiones en el penal

Nueve futbolistas (seis del Peñarol y tres del Nacional) y el entrenador del Peñarol permanecen desde el domingo pasado en la cárcel de Montevideo, por disposición judicial, como consecuencia de la violenta batalla campal que protagonizaron en el terreno de juego tras la disputa del gran clásico del fútbol uruguayo. Están acusados todos de los delitos de "riña", agravado porque, según el juez, generaron "alarma social". Además, el Tribunal de Penas de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) suspendió ayer indefinidamente a todos ellos, junto a otros ocho jugadores, hasta que se culmine el estudio de lo sucedido en el partido.La concentración de odio mutuo y de poder conjunto que el Nacional y el Peñarol, los dos equipos más populares de Uruguay, acumularon en los últimos años reventó al fin violentamente en el campo de juego. La intensa presión a las que fueron sometidos los jugadores antes de disputar el derby del pasado domingo desembocó en una brutal pelea tras el partido, que finalizó igualado en un gol.

El juez Pablo Eguren, de turno el domingo, estaba en el estadio Centenario con su hijo y no necesitó de testigos para saber que había ocurrido allí. Además, tenía a disposición las cintas de video de las cámaras de seguridad y de la cadena de televisión que retransmitía el partido. Las dos plantillas pasaron esa noche en los calabozos del juzgado hasta que todos hicieron su declaración. Una vez identificados los agresores, el juez ordenó la detención preventiva en la Cárcel Central de Montevideo del entrenador Julio Ribas y de los jugadores De Souza, Rodríguez, Martín García, Elduayen, Césaro y De los Santos, todos del Peñarol. También a Regueiro, Morales y Vanzini, del Nacional.

La ley de seguridad ciudadana de 1995 impone un castigo de tres meses a dos años de prisión para los delitos de riña en competición deportiva. Según el juez Eguren y los fiscales, la bronca estalló cuando el entrenador del Peñarol, a quien el Nacional acusa de ser quien más provocaba desde la banda, le tocó la cara a Richard Morales y el jugador del Nacional le devolvió un puñetazo. Ese enfrentamiento provocó carreras, patadas, golpes cruzados y un tumulto en el que luego intervinieron todos, incluidos los cuerpos técnicos, sus ayudantes y hasta la policía que intentaba separarles. Desde las tribunas colmadas, las hinchadas alentaban a sus jugadores a pegarse.

Los dos equipos no pierden los puntos porque las sanciones definitivas del tribunal de la AUF se harán efectivas en la próxima temporada. El Peñarol es el líder del torneo Clausura, pero necesita ganar en la última jornada para asegurarse el título. El Nacional fue el campeón del Apertura. Si se dan los resultados previsibles, el Peñarol y el Nacional deberían volver a enfrentarse entre sí en una serie de partidos a disputarse desde el miércoles, para definir cuál es el campeón del año.

Los jugadores presos aseguran haberse reconciliado en la cárcel. Comparten el pabellón, la comida que les hacen llegar los familiares y los médicos de los clubes y las visitas. Entre ellas la del entrenador argentino de la selección uruguaya, Daniel Passarella, que dijo comprender la situación y dio "apoyo a los muchachos". El juez les ha negado a los detenidos la posibilidad de salir de la cárcel para entrenarse en el campo de un regimiento militar y los jugadores tratan de no perder la forma con sesiones de trote y gimnasia en el patio del penal, aislados de otros presos. La semana próxima se les concederá la libertad provisional bajo fianza.

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