_
_
_
_
UN TOQUE | Alemania 2006
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Osorio

A Osorio lo ví por primera vez en México. Antes no sabía nada de él. Ya se sabe que, cuando no se ve, no se sabe. Y aquí de México no se ve nada.

Lo descubrí viendo un vídeo. Íbamos a jugar contra el equipo de Osorio, Cruz Azul, y no sabía nada de ellos. Cinco minutos fueron suficientes para darse cuenta de que sería un error ir a buscarlos. No podíamos presionarles arriba. Hacerlo con Osorio en el campo, un atrevimiento demasiado mayor para un equipo como el nuestro.

Pero era una impresión. Era sólo un partido. Era un vídeo de nuestro rival. Nuestro próximo rival en el campeonato.

Llegó el partido. Sábado por la tarde. Mucho calor. Estuvo enorme. Jugó simplemente perfecto. Comentamos con Juanma Lillo y su ayudante Raúl Caneda lo impresionados que nos había dejado. Coincidimos en que tenía nivel para jugar en la Liga española. Por ser menudo, sin mucha presencia, y por nuestros malditos prejuicios, que siempre están y nunca desaparecen (ya se sabe que los centrales tienen que ser altos y fuertes), nos citamos a futuras presencias de Osorio para ver si nuestra primera impresión, como se dice, es la que vale.

Y nos citamos en el Mundial. Qué mejor sitio. Y nos dimos cuenta de que nos equivocamos. Osorio no sólo puede jugar en España. Puede jugar en el Madrid y en el Barça. En un grande porque en todo el Mundial ha jugado de grande. Con talento para defender (no es exclusividad de los atacantes ) y talento para atacar. El mano a mano con Tévez al final del partido, llevando al argentino a la izquierda sabiendo que siempre busca ir a su derecha, es talento defensivo. Salir jugando como lo hizo él es talento ofensivo. Y para jugar en un grande, en España, se necesitan las dos cosas. Con una sola, a veces, no alcanza.

Se va México a casa. Se va porque la diferencia de su gente de atrás respecto a la de delante es demasiada. Creía que los partidos se ganan en las áreas. Con México he descubierto que ha de ser en las dos. Con que falles en una vuelves a casa. No hay un equipo que llegue tantas veces como lo ha hecho México a los tres quartos del campo. Que llegue tantas veces a los tres cuartos... y allí se acabe todo. Se ha descubierto con México que para ganar se necesita algo más que jugar muy bien. Se necesita a un insolente, a un maleducado, para salirse de lo establecido y que coja el balón y decida el partido. Con una jugada, con un lanzamiento de falta, con un no sé qué, con algo de lo que no ha hecho México en los últimos diez metros. Y sabe mal. Sabe mal proponer tanto y recoger tan poco. Sabe mal por lo generosos que han sido. Generosos en el último partido de grupo contra Portugal. A 25 minutos del final, México se queda con diez. Expulsión por simular caída en el área (bravo, árbitro: cuatro años esperando un Mundial, días y días de trabajo y te puedes quedar fuera por, supuestamente, simular). Están a dos goles de quedarse fuera y, en vez de irse hacía atrás para no encajar esos dos goles (yo me habría colgado del travesaño), éstos cogen el balón y siguen y siguen atacando, generando así ocasiones y ninguna de Portugal. Generosos, porque nadie se había atrevido a sacarle el balón a la Argentina de Pékerman. Ellos lo hicieron. Lo hicieron gracias a Márquez. A Salcido. Y a Osorio, que, no olvidemos, jugó los últimos 15 minutos del añadido de extremo derecha. Un líbero jugando de extremo derecha. ¿No decían que no hay revolución desde la Holanda del 74?

Se va México a casa. Y pocos agradecerán con qué grandeza se van. Muchos les están esperando. Con cuchillos. Nunca he entendido ese supuesto amor a los colores matando al que en ese momento los está defendiendo. Hugo Sánchez ya se ha postulado. Tarde o temprano lo será. Y seguro que, cuando lo sea, no le gustará ser tratado como ha tratado él a La Volpe. Un La Volpe que habría dado la vida por tener en esta Alemania que ya han dejado al mejor goleador que he visto en toda mi vida: Hugo Sánchez. Pero con la curiosidad por ver si Hugo Sánchez hará a su amado México, cuando Televisa lo nombre seleccionador, jugar como lo ha conseguido hacer el equipo de La Volpe.

Tendrá un grave inconveniente: no podrá contar con Hugo Sánchez.

Tendrá una gran ventaja: seguirá teniendo a Osorio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_