El Bayern resucita un viejo mito
La fe del conjunto bávaro le permite remontar ante un Manchester que paga su suficiencia
El Bayern resucitó uno de sus mitos más antiguos, el de la resistencia eterna a la derrota, para tumbar al Manchester en los últimos minutos. En una especie de revancha de la final de Champions de 1999 , el conjunto bávaro remontó con mucha fe y poco fútbol. El suficiente para hacerle pagar el conformismo y la soberbia al Manchester, que creía resuelta la eliminatoria. Pero apareció Neville para complicarle la vida a su equipo: unas manos innecesarias al borde del área precipitaron el vuelco del partido. El gol afortunado de Ribèry tras esa falta desviada por la barrera. Y la poderosa irrupción de Mario Gómez en el área que aprovechó Olic para firmar la victoria. Malherido, el United se marchó de Múnich con la dolorosa lesión de Rooney, cojeando hacia el vestuario.
BAYERN MÚNICH, 2 - MANCHESTER UNITED, 1
Bayern : Butt; Lahm, Van Buyten, Demichelis, Badstuber; Altintop (Klose, m. 86), Van Bommel; Ribéry, Müller (Mario Gómez, m. 74), Pranjic (Tymoshchuk, m. 89); y Olic. No utilizados: Rensing; Gorlitz, Contento y Alaba.
Manchester: Van der Sar; Neville, Ferdinand, Vidic, Evra; Nani (Giggs, m. 82), Fletcher, Carrick (Valencia, m. 70), Scholes, Park (Berbatov, m. 70); y Rooney. No utilizados: Kuszczak; Rafael, Evans y Gibson.
Goles: 0-1. M. 2. Rooney empalma con la izquierda. 1-1. M. 76. Ribéry marca de falta tras tocar el balon en la barrera del United. 2-1. M. 92. Olic, tras robar la pelota a Evra.
Árbitro: De Bleeckere (Bél.). Amonestó a Badstuber, Neville, Scholes y Rooney.
Unas 70.000 personas en el Allianz Arena.
Y eso que al Manchester le había bastado un par de minutos para confirmar la rigidez de los centrales alemanes. Demichelis, en concreto, llegó tarde al cruce y le atizó duro a Nani. La falta, del propio Nani, volvió a dejar en evidencia a Demichelis: en la danza del desmarque, Rooney sentó al central argentino. Y, ya solo en el punto de penalti, empalmó a placer con la izquierda, su quinto gol en la Champions, el 34º del curso.
Tardó casi media hora Ribéry en medirse en un mano a mano con Neville, duelo desigual si no fuera porque el volante francés viene firmando una temporada de invisibilidad. Pero le pintó la cara al veterano zaguero inglés con un regate de espaldas, tras un toque de espuela, completado con un centro al área que rechazó Van der Sar. Lento en las transiciones, el Bayern atacó con fuerza, pero sin finura, nostálgico de la velocidad del ausente Robben. Sin aire por las bandas ni temple en la distribución de Van Bommel y Altintop. Dimitido, además, Thomas Müller, el joven media punta alemán.
La legión de mediocampistas de Ferguson (cinco) se sintió como en casa, desplegándose con esa larga zancada que le proporciona el escocés Fletcher, incansable en el tajo defensivo.
Ribèry arrancó a toda mecha la segunda parte: con un pase en profundidad a Olic. Desde su rincón preferido, en el pico izquierdo del centro del campo, el mediocampista francés participó activamente en la insistencia del Bayern. A golpe de jugadas individuales, de largas conducciones de Altintop o Van Bommel, el Bayern cambió de ritmo y probó desde lejos los reflejos de Van der Sar. El meta holandés respondió con la solvencia habitual.
El Manchester se limitó a defenderse. La versión europea del equipo de Ferguson hace tiempo que dejó de ser atractiva. El técnico escocés entendió que para ganar en el fútbol que en las islas denominan continental debía ganar en consistencia defensiva, aun a costa de perder brillantez. Y tal y como planteó la eliminatoria previa, ante el Milan, guardó ayer para el último cuarto una opción más atrevida, con la entrada de Valencia y Berbatov, en un aviso de que, cansado el Bayern, se disponía a rematarlo.
Sucedió lo contrario. Llegó el empate y Ferguson, escocido, dio paso a Giggs. Vidic cabeceó el balón al larguero antes de que Van der Saar salvara con la yema de los dedos un disparo cruzado de Gómez. Fue el preludio de una imponente cabalgada del hispano-alemán que acabaría resucitando el viejo mito alemán. El Bayern no se rinde nunca.
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