Una santa contra los demonios
El cineasta Ray Loriga ahonda en la lucha heroica y tenaz de Teresa de Jesús
Este ha sido un gran mes. Scorsese ha ganado el Oscar, Rafael de Paula ha toreado con palabras en este mismo diario, Fernando Torres ha volado sobre el Manzanares y Ray Loriga presenta su arrebatadora Teresa. El arte está de enhorabuena.
"Teresa es la primera mujer que obliga a Dios a mirarla a la cara, y esto me parece que merece no una, sino varias películas"
"Tenía claro que el milagro de la resurrección debía rodarse con la cámara quieta y sin ningún truco, porque si no, no es un milagro. Dios no es digital"
"Como cineastas debemos tener orgullo sobre nuestro pasado y nuestra historia. Y eso no significa admirar un pasado fascista o imperial"
"La parte del león es el guión. Para mí el ejemplo máximo de perfección es 'El padrino"
"Los Oscar han confirmado que nuestros técnicos están entre los mejores. Ahora nos toca a nosotros"
Ray Loriga, escritor, cineasta, hombre cultivado como pocos y un artista dotado de una sensibilidad fuera de lo común, se ha metido en la cabeza de una mujer excepcional, Teresa de Jesús, y ha hecho una película, a mi modo de ver, diferente, turbadora, magnífica. Una aventura épica, llena de ruido y de furia. Conmovedora. Hablamos sobre Teresa con la franqueza que nos proporciona una amistad íntima que para mí es un regalo sentimental e intelectual.
Empezamos hablando de mujeres: de Federica Montseny, de Dolores Ibarruri, de Teresa de Jesús...
-La historia, -dice Ray- ha pasado por encima de millones de mujeres, pero afortunadamente no ha conseguido pasar por encima de Teresa. Tenemos una deuda. En este país hay 22.608.000 mujeres, y no se hacen películas sobre ellas, no se escribe cine para ellas, no se construye una sociedad con suficientes modelos para ellas. Mirando en nuestra historia me encuentro a Teresa de Cepeda y Ahumada, y pienso que una mujer que en el siglo XVI alza la voz y se convierte en 1970 en la primera doctora de la Iglesia católica es mucho más que una santa. Aquí estamos hablando de un gran logro -independientemente de que te interese la religión o no- en una estructura que ha despreciado olímpicamente a la mujer durante muchísimo tiempo, y me parece extraordinario que esto se consiguiera hace 400 años. Y lo logra una mujer sola, contra todo pronóstico, contra viento y marea. La historia de Teresa es, además, la lucha contra sus propios demonios, los demonios interiores y los de alrededor. Es la lucha contra todos aquellos que pensaban que una mujer no tenía nada que decir y menos de Dios. Pienso que Teresa es la primera mujer que obliga a Dios a mirarla a la cara, y esto me parece que merece no una, sino varias películas".
-Aprovechando que ambos somos fanáticos del tándem Scorsese-Schrader (gran Dios de los directores, gran Dios de los guionistas), hablamos de pecadores y santos...
-Sí, pecadores y santos. Un territorio apasionante. Siempre he defendido que mi película es un western religioso. Pienso que el territorio de la película es muy de western. Cuando Teresa está creando su pequeño convento en la mitad de la nada y carga con la cruz, salvando la distancia de talento que nos separa, creo, muy humildemente, que ese es un momento fordiano. El ejército, la cárcel, la religión, la mafia, todos esos territorios uniformados son muy atractivos para el cine, porque nos permiten visualizar un conflicto. En el caso de la religión, además tenemos las cruces...
-Sí -le interrumpo-, pero, en tu caso, me parece que además de la base schradiana en tu concepción visual de la película hay un aliento clásico. Sé que has contado con la colaboración del maestro Alcaine y de la figurinista japonesa Ekio Ishioka (Drácula, de Francis Ford Copolla). Cuéntame cómo diseñasteis visualmente a Teresa.
-El referente fue Michael Powell. Yo quería hacer una película que estuviera en sintonía con los melodramas visualmente explosivos de los años cincuenta, como Narciso Negro, de Powell y Pressburger, con las películas de Douglas Sirk. Probablemente, Alcaine es el último gran fotógrafo que conoce ese cine....
-Estoy de acuerdo, le digo, pero yo también veo mucho Bresson, mucha pureza cinematográfica.
-Desde luego, yo sin Bresson y Dreyer no salgo de casa. Hay secuencias enteras que sin mirar otra vez las películas de Dreyer están ahí. El milagro de la resurrección de Teresa está hecho con una óptica dreyeriana y bressoniana. Tenía claro que un milagro se rueda con la cámara quieta y sin ningún truco, porque si no, no es un milagro. Dios no es digital. En una película como Teresa, la cámara no puede, no debe, enmascarar una mentira. Lo que hicimos, Eiko, Alcaine y yo, fue estudiar la pintura religiosa de la época, la anterior y la posterior. No tanto para copiar, porque Teresa no es La Joven de la Perla donde se reproducen cuadros. De hecho, la única reproducción exacta que hay es el Mantegna. Alcaine se encargó de estudiar la luz de esos cuadros, las fuentes de luz, y yo me encargué de estudiar la composición. Gran parte de lo que impresiona de esa pintura está en las líneas de composición de los cuadros, en la posición de las manos, en las pequeñas anécdotas narrativas. En lo que Dios ve y en lo que Dios no ve.
Con Eiko -continúa Ray- estudiamos muy bien las telas, cómo se esculpen esas formas, cómo la luz incide en la tela y cómo conseguir ese efecto. Siempre digo que es una película muy lujosa. El lujo de cuidar exquisitamente cada uno de los cuadros que componíamos.
-¿Te costó mucho conseguir a Eiko?
-La verdad es que no. Cuando vi su Drácula me voló la cabeza. Así que cuando Andrés Vicente Gómez me preguntó quién quería que hiciera el diseño de vestuario le dije que Eiko. Y Andrés, un productor de verdad, me dijo: 'Adelante'. Cogí el avión, me fui a Nueva York, le presenté el proyecto, le encantó y me dijo que sí. No tenía ni idea de España, nunca había estado aquí. Vino, nos fuimos a Ávila, nos pasamos horas en el Museo del Prado. Eiko tiene una cosa maravillosa que captura la esencia visual de una época pero no construye la ropa como en la época, hace una especie de síntesis. De hecho, su método de trabajo es muy extraño. Los trajes están hechos con varillas de plástico, con estructuras casi como esculturas. Creo que convencí a Eiko porque le dije que Teresa era la historia de un traje. La historia de una mujer que empieza vestida con todos los oropeles del mundo y que va cambiando de traje hasta inventarse un hábito de monja casi maoísta.
-Hablemos de otra mujer, Paz Vega.
-Probablemente, el mayor acierto que he tenido en este proceso ha sido elegir a Paz Vega. Viendo el trabajo de Paz, tenía la intuición de que iba a conseguir algo muy difícil que era respirar debajo de la historia, es decir, hacer una Teresa presanta. Paz tenía esa mezcla de inocencia e inteligencia necesaria para conseguir vivir como una mujer que no sabe que va a ser Teresa de Jesús. Era muy importante que no asumiera lo que viene después (su santidad), que nosotros sabemos, pero que Teresa ignoraba. Paz para mí era esencial, porque tenía la intuición, luego demostrada, de que iba a ser capaz de llevar esto adelante, de que iba a estar viva, de que iba a ser una Teresa anterior a todo el peso de la historia que cae sobre ella.
-La verdad, es que es muy emocionante ver el trabajo de Paz en tu película. Yo creo que tenemos la mejor generación de actrices jóvenes de la cinematografía europea, muy parecida a la gran generación italiana del neorealismo. Y a la que, no sé por qué extraña razón, no cuidamos y mimamos como se merecen. Tu has hecho justicia. Teresa es un toro de los que te puede retirar y Paz lo ha cuajado.
Ray enciende otro cigarrillo. Le gusta hablar de su actriz. De su Teresa...
-Paz y yo hemos ido cogidos de la mano dando los pasos de Teresa. A veces ella me seguía a mí, y a veces yo la seguía a ella. Teresa es un personaje muy grande. Para mí es el Che Guevara, el Bob Dylan de las mujeres, y que eso no te abrume es un logro muy importante. Porque Paz tenía que pasar de una Teresa jovencita, coqueta, que no sabe adónde va, hasta la Teresa que ha conocido la historia. Por eso he escogido este trozo de su vida, el de la metamorfosis de un chica ansiosa, que busca no sabe qué. Y cuando vuelvo a ver la película, al principio veo a esa niña que no sabe adónde va y al final veo a esa mujer que sí sabe de dónde viene.
-Has hecho una película histórica, sobre un personaje histórico. Muy español. En realidad, Teresa sólo pudo existir en España, como Lutero en Alemania. Teresa es nuestro pasado. Como decía [el expresidente francés Francoise] Miterrand: 'Es imposible imaginación sin memoria.
-Sí. Como cineastas debemos tener orgullo sobre nuestro pasado y nuestra historia. Que no quiere decir que admiremos nuestra ceguera, ni se trata de reivindicar un pasado fascista o imperial como alguna gente equivocadamente piensa. Se trata de ahondar en el interés desmesurado que nuestra historia nos produce. Creo que uno de los grandes problemas del cine español ha sido mirarnos en un espejo deformante. Hay una pelea en la que estamos muchos metidos, que es llevar a nuestro cine a unos niveles de calidad comparables a los de los ingleses, franceses o americanos. Una pelea que pasa también por una lucha interior que se traduce en la ambición a la hora de pensar nuestros proyectos. Los Oscar de este año han venido a confirmar que nuestros técnicos están entre los mejores del mundo. Ahora nos toca a nosotros.
-Tu película es una aventura épica, del pensamiento, del espíritu. Un género no muy corriente hoy en día, pero que ha dado películas asombrosas como El Cazador (M. Cimino) o Nixon (Oliver Stone). Películas basadas en guiones extraordinarios. Vamos, si quieres, al principio de todo: al guión.
-La parte del león es el guión. Cuando vas a rodar tu propio guión te das cuentas hasta qué punto es terrible rodar una película que tiene agujeros. En ese sentido le he dado muchas vueltas. El problema básico para mí era conseguir meter en la misma película la riqueza emocional del personaje y la riqueza del contexto. El contexto precisa información, la información anula la emoción y detiene la película. Es complicado meter las dos cosas a la vez. Ahí me he movido en el margen de los maestros. En el ejemplo máximo, para mí, de la perfección de un guión que es El Padrino. Y he intentado conseguir, dado que la película sucede en muy pocos lugares, que la jungla exterior estuviera presente. Lo que yo llamo las seis familias de El Padrino que no se llegan a ver nunca, pero existen. Son diálogos de decorado. La historia es la de Michael Corleone, pero al mismo tiempo la jungla exterior está ahí. En Teresa quería que un contexto religioso muy rico y complejo estuviera presente. Quería desmenuzar lo que eran los jesuitas, los dominicos, los franciscanos, los carmelitas. Lo que era Roma, sin tener que ir a Roma. Había que conseguir en la escritura que todo eso tuviera peso, porque si no, no entiendes la lucha de Teresa.
Nixon es otro gran ejemplo. Durante el proceso de escribir Teresa he visto Nixon como 600 veces, para descubrir el secreto de cómo conseguir el proceso emocional de un personaje dentro de un contexto complejo, y desbrozar lo complejo de lo complicado. Es decir, dar complejidad sin añadir complicación. Porque la complicación es un problema para la trama, pero la complejidad es muy buena para una película.
-Estrenas en las salas el día 9 de marzo. No te voy a preguntar cómo te sientes porque me lo imagino muy bien. Pero sí me gustaría que me contaras si has alcanzado la paz interior previa a la batalla.
-Cuando llega el estreno ya has llegado a un compromiso con tu película porque si no, te vuelves loco. Digamos que a ese pacto con mi película ya he llegado. Estoy muy contento, muy orgulloso de mi trabajo y del de todo mi equipo; de los actores, los técnicos, de la producción de Andrés Vicente Gómez. Ese pacto con mi productor ya lo he hecho. Andrés está muy satisfecho con Teresa. Ahora llega el momento de pagar cuentas, de devolver el crédito que nos han dado nuestros productores. Es la ley del cine. Y es una buena ley.
Acabamos la conversación. Paramos la grabadora. Nos tomamos una cerveza y seguimos hablando de Scorsese, Schrader, Stone, Cimino. De Teresa. A Ray todavía le quedan días de promoción, de luchar para que su extraordinaria película sea vista por el mayor número de espectadores. Está haciendo una promoción exhaustiva, radio a radio, ciudad a ciudad, kilómetro a kilómetro... Eso le honra. Se ha echado la película a sus espaldas y sólo vive para ella. Cada vez me recuerda más a Fernando Torres.
-Suerte. Mañana en la batalla pensaré en ti.
Babelia
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