La indomable
En los últimos años, el cine americano ha encontrado un filón en una suerte de biografía cinematográfica-musical dibujada con escuadra y cartabón, y destinada al gran público. La primera ventaja comercial del producto es que apenas hay que venderlo porque éste resulta de sobra conocido; a los fanáticos de la música del protagonista se les unen los admiradores de los chismorreos y para contentar a todos se aplica una estructura dramática que, rara vez, se sale del lindero ascenso-caída-redención de un mito. Resultado: Ray (Charles), En la cuerda floja (sobre Johnny Cash), Dreamgirls... El cine español ensayó el pasado año la fórmula con la estimable Camarón y ahora repite en Lola, la película con un personaje aún más mediático: Lola Flores.
LOLA, LA PELÍCULA
Dirección: Miguel Hermoso. Intérpretes: Gala Évora, José Luis García Pérez, Carlos Hipólito, Ana Fernández. Género: drama musical. España, 2007. Duración: 107 minutos.
Como también suele ser lugar común en estos casos, el filme comienza echando la vista atrás, en este caso al Jerez del año 1934, para empezar a mostrar la heterodoxia en el baile de una figura caracterizada por su rabia, su personalidad y su poderío, pero nunca por su compostura musical. En estas primeras secuencias, la cinta no arranca demasiado bien, porque la fachada da una aplastante impresión de cartón piedra. Todo está demasiado limpio, demasiado nuevo, tratándose del ambiente que está retratando. A lo que se une la poca credibilidad de la segunda niña que interpreta a la artista, redicha en tono recitativo y sin parecido físico alguno ni con la primera cría ni con la Lola adulta.
En estas primeras escenas se adivina también por dónde van las intenciones del director, Miguel Hermoso, y del guionista, Antonio Onetti, en materia política. Nada de aprovechar una biografía para analizar nuestra historia. Una ilustrativa y quizá algo cobarde elipsis entre 1936 y 1939 ejemplifica lo anterior. ¿Guerra? ¿Qué guerra? En consonancia, la cacareada connivencia de Flores con el franquismo, que ciertos sectores siempre le han criticado, no tendrá visualización (para su defensa o para su embestida) en la película.
Sin embargo, pasado el primer vía crucis, es salir Gala Évora interpretando al personaje adulto y la película se viene arriba con cierto poderío. Partiendo de un extraordinario parecido físico, la actriz debutante (que también canta) huye de la imitación y compone un personaje racial, a la caza y captura de su ideal de vida (estabilidad familiar) aunque fuera pagando ciertos peajes. A partir de ahí, su búsqueda de la felicidad, tan colérica como a veces ingenua, va a dominar un producto solvente aunque algo acartonado, con más pinta de acontecimiento mediático que cinematográfico.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.