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Crítica:ESTRENO | 'Buen viaje, Excelencia'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El dictador, en la intimidad

Entre la muerte del almirante Carrero Blanco, el más que probable sucesor de Franco, y el fallecimiento del propio dictador, España vivió más de dos años en los que la inminencia de la muerte física del generalísimo abría las especulaciones sobre el futuro, el tema común en la calle, en los chistes y en las quinielas de los "enterados"; también, en los sueños de una oposición que hacía lo que podía... que a veces no era poco. En ese momento de tragedia y esperanzas sitúan Albert Boadella y Els Joglars las peripecias de este sainete de cámara, esta revisitación de Franco en calzoncillos, estas andanzas de los gerifaltes que gobernaron España desde las sombras.

Y lo imaginan con no poca mala uva y, es de temer, también con gran parte de ocultada verdad histórica: las maniobras de la camarilla que rodeaba al dictador, desde su mujer y su familia directa hasta el "equipo médico habitual", con la inclusión de un personaje imaginario, la doctora Müller, una psiquiatra de origen alemán y antecedentes nazis, que ocupa algo así como el lugar del espectador en la función. No es moco de pavo lo que Boadella intenta y en gran parte obtiene: el retrato vitriólico, de sana maldad, de un dictador decrépito al que el colosal Ramón Fontserè aporta un oficio impresionante. Es el suyo sin duda el retrato más descarnado, amargo e irónico que el cine español haya dado nunca de Franco.

BUEN VIAJE, EXCELENCIA

Dirección: Albert Boadella. Intérpretes: Ramón Fontserè, Pilar Sáenz, Minnie Marx, Xavier Boada, Jesús Agelet, Lluís Elíes, Dolors Tuneu, Albert Boadella. Género: comedia. España, 2003. Duración: 100 minutos.

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"Tengo un enorme sentido del ridículo", afirma Ramón Fontserè

Y lo hace, igualmente, alternando la cúspide del poder con la base de la sociedad, en un montaje alterno que mezcla el palacio de El Pardo con un bar en el que convergen progres anhelantes y franquistas recalcitrantes, algo así como una España en pequeñito. El resultado es una comedia hilarante, a veces también lastrada por fallos de guión que Boadella no resuelve con entera satisfacción (por ejemplo, el resultado que aporta el personaje de la doctora Müller es parco, la reiteración de situaciones, innecesaria).

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