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Crítica:Historia de 'Los ojos de Julia'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Visión retrospectiva

Segundo largometraje del autor de la muy estimable El habitante incierto (2004), Los ojos de Julia invita a formular una pertinente pregunta: ¿por qué tantos títulos del nuevo cine de terror español optan por situar sus acciones en esa ucronía que podríamos bautizar como Presente Gótico? Uno intuye que lo que, en la fundacional La residencia, de Narciso Ibáñez Serrador, funcionaba como símbolo de un contexto sociopolítico tan represivo como un severo internado femenino, ahora responde, más bien, a los anhelos de un sistema de producción que tiene sueños húmedos con la respuesta pauloviana por parte del gran público ante una estética y unas maneras que evoquen los modelos de Los otros o de El orfanato (2007) -que ya fue una intencionada fotocopia cuya rentabilidad confirmó la legitimidad de operaciones afines-.

En Los ojos de Julia no hay esos "niños muertos" que uno de los tráilers del spoof Spanish movie también subrayaba como seña de identidad del terror español: aquí las claves están más cerca de Sola en la oscuridad, de Terence Young, o de Terror ciego, de Richard Fleischer, con algunas notas de El fotógrafo del pánico, de Michael Powell, y de La escalera de caracol, de Robert Siodmak. Todo ello adornado no tanto con retruécanos hitchcockianos como con los ecos de su apropiación por parte de Amenábar y/o Bayona, y con cierto retrogusto a giallo muy mal digerido. La sofisticada puesta en escena de Morales obliga al espectador a compartir la angustia de una visibilidad decreciente con la victimizada Belén Rueda.

Al final, este crítico también se pregunta por qué el cine de terror español prefiere refugiarse en la tibieza del ejercicio de estilo filogótico -poco problemático por definición- antes que coger por los cuernos al toro de los tabúes (de representación) como se hace, sin ir más lejos, en Francia. No hace falta irse a Serbia.

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