Toro adiestrado
Hace unos años, con motivo del estreno de Memorias de Queens, ópera prima de evidentísima raíz autobiográfica, creada por Dito Montiel, basada en su propia novela y con el mismísimo autor como personaje protagonista, un servidor escribía en estas mismas páginas, como culminación de una crítica elogiosa: "...la película revela a un prometedor escritor y director de cine. Ahora sólo falta que, aparte de su vida, tenga más cosas que contar". Tres años después, aquellos esfuerzos proféticos han girado hacia el lado más negativo de la frase. Puños de asfalto, segunda película de Montiel, es un fracaso en toda regla.
A pesar de que se mantiene cierta facilidad para el retrato de las esquinas menos lustrosas de Nueva York (allí, Queens; ahora, el Bronx), y de sus bajos fondos profesionales y vitales, Puños de asfalto se ha olvidado de la rabia dramática de su primer trabajo para agarrarse a una suerte de sentimentalismo melifluo con toques de thriller de acción y de melodrama redentor. Mientras, el lado más experimentador de Montiel, ejercido en Memorias de Queens a través de una antología de recursos formales relacionados con el sonido y la construcción de la secuencia, ha dejado paso a una impersonal pulcritud que huele a simple mejora de la infraestructura, a aumento del dinero recibido para componer su película. Cuando Montiel saca la cámara a la calle, se respira el brío de barrio, el aliento de la desesperación de sus habitantes, pero es abrirse la boca de los personajes para verbalizar sus anhelos y convertirse la película en una oda a la obviedad.
PUÑOS DE ASFALTO
Dirección: Dito Montiel.
Intérpretes: Channing Tatum, Terrence Howard, Zulay Henao, Luis Guzmán, Michael Rivera, Flaco Navaja.
Género: drama. EEUU, 2009.
Duración: 107 minutos.
Como si el enésimo aspirante a nuevo Martin Scorsese se hubiese olvidado de las características formales y dramáticas de Toro salvaje para acabar conformándose con un sucedáneo de Karate Kid.
Babelia
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